Innova tu presente
Innovar, palabra clave.
Innovar, palabra clave.
Mucho color, mucho atractivo visual, muchas sendas para pisar y muchas casas cerradas que abrir. Los pueblos de montaña se despueblan de personas fijas y cada vez acogen a más eventuales que construyen sus mansiones a imitación de dudosas estéticas. Les añaden vida eventual, otras costumbres y esa forma de ver el paisaje que se forma en las ciudades y se pretende trasladar a otro medio que, en su mayoría, desconocen.
El otoño es atractivo, siempre lo ha sido. Los colores de las hayas, robles, arces, avellanos, chopos, castaños y otras plantas herbáceas forman una cascada impresionista en que el sol extrae los matices de tantas hojas que deslumbran y cuya vida ya es demasiado efímera. Oír cómo el aire hace volar y descender las hojas, el leve crujido de esa alfombra vegetal que da pena pisarla, la inminencia de esas ramas que se despojarán de su cubierta para quedar expectantes al transcurso de los días en espera de lejanas primaveras.
Los frutos del bosque se ofrecen ahí, sólo falta el atrevimiento a cogerlos: setas, trufas y tantas frutas que caerán y se integrarán en la alimentación de la tierra. Es la época del regalo del color y de los productos naturales. Hasta los árboles de tantas casas que sólo se abren unos cuantos días al año dejan caer también sus frutas. Parece que los amos prefieren comprarlas envasadas y llenas de productos químicos que no venir a recoger un regalo no aceptado.
Los pocos habitantes fijos de estos pueblos son la última biblioteca viviente de épocas pasadas y casi olvidadas cuando se cierre la última página de su vida. La jubilación es el nexo de unión con la auténtica vida rural que poco a poco desaparece hasta del recuerdo. El fin de semana, el esquí, los deportes de aventura, la contemplación y la especulación parecen ser la proyección en el futuro.
Pero un día el paisaje no tendrá quien lo cuide, los todoterrenos deambularán por caminos intransitables, los prados se llenarán de esa vegetación que todo lo cubrirá hasta el próximo incendio. Quizá nos quedemos sin jardineros y sin jardines. Pero nos adaptaremos a ver lo de antes reconvertido en un sucedáneo innovador. Y nos encantaremos con lo que tenemos.
Será otro otoño, otro tiempo, otro paso más de la evolución sin marcha atrás. Unos cambios también con experiencias positivas llenas de nuevas ideas y nuevas adaptaciones del campo a los tiempos más modernos.
Mientras, los paisajes de postal están ahí pero son muy efímeros. Su disfrute es gratis. Es cuestión de abrir los sentidos y dejarse llevar.
Mira a tu alrededor. Yo en clase estoy rodeada. Muchas culturas, un buen mosaico. Antes de seguir te dejo unas horas para que mires a tu alrededor. Observa quiénes son, de dónde vienen y qué te pueden aportar. No vale poner una venda en los ojos o en la mente. Ábrela.
Recuerdo que me leíste el otro día una referencia a una frase del escritor Juan Goytisolo. Decía que es de todas partes y que donde mejor se encuentra es en aquellos lugares donde conviven muchas culturas. Otra vez me habías hablado de su programa de hace años en TVE2 lllamado ALQUIBLA. Hace poco describió su vida en Marraquech, en Marruecos. En aquel documental recordaba ciudades multiculturales donde ha vivido: Nueva York, París, Estambul, El Cairo, Barcelona y ahora Marraquech.
Con su cultura y con la mente abierta a otras personas, se instaló en barrios donde la convivencia es diversa. Me llama l atención lo que dice este hombre. Lo comparo con lo difícil que nos resulta aceptar al otro, y más si es pobre y viene de países africanos o sudamericanos. Les culpamos de todo desde la prepotencia de quienes no siempre damos buen ejemplo. Les pedimos más que les damos. Después, las instituciones les dan pero también les deberían pedir actitude y colaboración a cambio.
No hace falta que hagamos viajes exóticos en verano. El exotismo está cerca, sólo que deberíamos de aprender de personas que no forman parte de documentales o de folletos turísticos. Son una pieza más de este mosaico de culturas en que también estamos nosotros.
Cuando a un padre o a una madre su hijo o hija les sorprende con el reconocimiento de la letra M, aun antes de aprender las letras en el colegio, deben pensar que la inteligencia la tienen en persona en casa. Tú imagínatelo: llega una revista o un periódico y, ante un determinado anuncio, la más tierna infancia se detiene en una gran M, con una forma y colores específicos, y la identifica. No la leerá pero se la sabe. No, no es un milagro ni que los genes hayan mejorado. Es un fruto más de los adelantos que nos ofrece cada día la publicidad. Es nuestra maestra que nos enseña, nos informa, nos muestra novedades, nos crea hábitos, estéticas, modelos de vida, tendencias. modas, referentes.
Te comenté mi sorpresa de hoy. En un periódico inglés se publica que los niños, antes de aprender a leer, ya reconocen la M como símbolo de una conocida multinacional estadounidense de la hamburguesa y similares. Sorprendente o no, la publicidad va más allá y enseña mucho antes que los tradicionales sistemas de enseñanza.
Todo debe ser legal, no hay sospechas de sistemas subliminales. Los asesores de las compañías publicitarias, psicólogos, sociólogos y expertos en anuncios infantiles, deben ser las personas que más saben sobre la mente humana. Te lo repito a menudo, nunca sabremos qué hay detrás de tantas técnicas que se aplican a la creación de hábitos de compra y a la mentalización dirigida de nuestras conciencias. Aquellos perros de Paulov deben ser una alegoría antigua comparado con tantas técnicas conductistas y formas de dominación.
Y lo bueno – no te sorprendas- es que encima financiamos a nuestros manipuladores (en el buen o mal sentido del término). Con cada producto que compramos sufragamos una parte de esos gastos en convencernos de que lo compremos. Curioso pero real. No tan irrisorio como parece. Es el mercado. Son sus leyes. Nosotros, sus víctimas.
Pero, eso sí, nuestros hijos son muy listos cuando juegan a acertar anuncios por sus músicas, por sus logotipos o por sus grandes letras. No se confunden, los identifican gracias al buen hacer de quienes los planifican. Ellos, los listos, hacen que nos veamos en su espejo. Y, después, compremos y presumamos de su marca como si fuera una conquista individual con efecto repetitivo e identificador.
Qué listos son.
Ayer hablábamos de desconexión. Hoy nos toca celebrar el día de Internet. La mejor forma, estar conectados. Así somos. Con ciertas contradicciones. O, mejor, con días para lo que te pida el cuerpo. La verdad, no es fácil prescindir de este gran medio cuando tiene tantas ventajas y significa tanto para nuestras relaciones, comunicación e informaciones.
Como ya hay días para casi todo, Internet debía tener el suyo. Un 25 de octubre, por ejemplo. Pero podía haber sido cualquier otro. Total, ya sabes, sirve para recordar y actualizar temas con informes especiales en diarios o en la misma Internet.
El caso es que uno de cada tres habitantes de aquí sí tienen Internet. La verdad, lo dices bien, paulatino éxito. También es verdad que unos cuantos viven enganchados mientras muchos más desconocen el medio por excelencia. Sí, el gran medio. Poco a poco desbanca a la televisión en colectivos más amplios.
En tu instituto me dices que tuvieron que recordaros que Internet también educa y que uses la red con responsabilidad y respeto. Es un reflejo de la vida diaria. Tú lo dices, es fácil acceder a contenidos inciertos, enviar mensajes con nombres falsos o experimentar casi todo.
También recuerdas lo que te cuentan tus compañías. Se miran pantallas pero no hay hábito de leerlas. En Internet pasa como con la televisión. Se funciona por fotogramas, por cambios continuos de pantalla, de web o de sección. Caemos más en lo visual que en lo textual, no desciframos las interconexiones que nos ofrecen mayor información sobre el objeto de nuestro interés. Bueno, tampoco lo ves negativo. Tú y yo no somos negativos ante un medio que tanto nos gusta. Tiene muchas cosas positivas, tantas que coincidimos en adjudicarle una puntuación muy alta como uno de los grandes inventos de hoy.
Entre más seamos más compartiremos. Y más aprenderemos, incluso de quienes sólo ven cosas negativas o hasta de quien detesta un medio que desconoce. Entre otras razones, porque quizá no tenga conexión. Ahora bien, cuando lo pruebe...
.No, no lo hagas a menudo porque sino nos quedaríamos sin nuestras charlas o monólogos digitales. No se trata de cerrar este canal de comunicación y dejarnos sin nuestra común vía de dar a conocer nuestras elucubraciones.
Tú eres una reina de tantos aparatos como hoy se han instalado en nuestras vidas. La televisión ya sólo llama la atención por la nueva cara que nos ofrecerá la TDT, la televisión digital terrestre. O nuevas emisoras. Pero las conexiones, sonidos, músicas y demás avisos están en el aire. Tú estás todo el día tan conectada como estamos el resto.
Me has hablado de las investigaciones médicas ante este fenómeno. Yo te he añadido informaciones de sociólogos y estudiosos de los efectos de las tecnologías. Son campos aún sin profundizar demasiado. Pero todos ya somos conejillos de indias capaces de mirar atrás y deducir qué importantes cambios han entrado en nuestras vidas. No hace falta que los estudiosos confirmen las verdades a voces y cobren un dineral por informes en que escriben con palabras técnicas las conclusiones a que llega la gente de la calle.
Has comentado el valor de los móviles para casi todo. La perla que más quiere la inmigración. El objeto que demuestra que existes porque eres una unidad comunicativa. Tantas vidas como ha salvado, tantas cosas de las que son testigos las ondas. Y no hablemos de esta herramienta tan querida, Internet.
De todas formas ya hay quien preconiza la necesidad de permanecer desconectados en algunas franjas horarias o días de la semana. No estar todo el día localizable, pendiente de avisos, mensajes, buscadores, correos electrónicos, foros, chats, navegadores. Dicen que estamos construyendo una imagen virtual del mundo real porque creemos que la realidad es la virtualidad.
Y mientras sometemos a juicio si ya somos capaces de tal desconexión, mira a tu alrededor y comprueba fenómenos como tantas antenas parabólicas en tejados, terrazas o ventanas de los inmigrantes. Conectados a su mundo dentro de otro país, igual que cada uno se introduce en su mejor realidad. Huir por momentos del entorno vital para identificarse con los orígenes, lejanos pero nostálgicos.
Desconexión: habría que saber de qué. Si no tanto de aparatos como de ideas, no tanto de tecnología como de ideologías (que incluso pueden brillar por su ausencia); con tanta información y poca selección, con mucha comunicación y con menos conocimiento.
Tendremos que seguir aprendiendo. Para eso estamos conectados. Pero probaremos a ver si desconectando a veces también se vive.
No, esta frase no la oirás a menudo hoy día. En general casi no se dice y menos en público. Todo lo contrario: puedo tenerlo y quiero. Así la ratificamos con la práctica diaria. Queremos más y que nos vean con ese objeto del deseo de nuestra propiedad. Es verdad. Nos repetimos en los mensajes. Será porque nos interesa y nos gustaría que se reflexionara más con tendencias en contra de la corriente general.
Y espera. Pronto llegará ese momento del año en que la falsedad consumista nos asaltará por todos los lados: la Navidad. Ese tiempo en que aparecen por doquier las mercancías de tantos contenedores transportados allende los mares, llenos de tantos productos elabordaos con sangre, sudor y lágrimas por parte de quienes aún se conforman con que les contraten para eso.
Deben ser así estos tiempos modernos y tú también contribuyes, igual que yo. Ofertas por doquier, bancos que regaln objetos de cocina, jamones con un televisor incorporado, dos por uno o uno cada dos, rebajas, ofertas por final de temporada o por cierre de negocio. Y regalos y sorteos por doquier. Me dices a veces que quién será capaz de comprar por un posible sorteo que te adjudicará un improbable regalo. La compra compulsiva está tan estudiada que tú y yo también caemos. Mira esta web que una persona seguidora nuestra nos recomendó: http://www.consumehastamorir.com/
Sin embargo, cada vez hay más granitos de arena que conforman una amplia superficie en la que el tener, el poder, el necesitar y el comprar pretenden hacerlo a su manera, cuando lo crean oportuno. No por imperativo de la legalidad del marketing. De todas formas, no creas que esta gente llegará a ser mayoría. Serían un peligri público. Podrían detenerlo todo y ellos serían las primeras víctimas. No, tampoco ellos tienen la famosa palanca o puntoi de apoyo que buscaba aquel sabio griego.
Y tú respondes: depende...
Caminar en otoño por los bosques es tan sugerente como hacerlo durante el resto del año, si no fuera por los mensajes que la naturaleza envía a los sentidos en esta estación.
Todas las montañas son idóneas y respresentativas. Cojamos una cercana, el Montseny. Quien no la conozca puede situarla y conocerla por una de sus riquezas, que explotan muchas compañías de agua mineral embotellada. Pretendo que una chica como tú conozca una montaña como ésta. Para ello te relataré una experiencia.
Soy víctima de tus bromas cuando te digo que me gusta caminar y que, desde hace años, participo en caminatas de larga distancia. Me dices que vigile con la edad, con la vista no muy afortunada que tengo, con el corazón y con los abusos que provoca en las articulaciones hacer más de cincuenta kilómetros seguidos. Tienes razón pero ya sabes, uno sigue haciéndolo aunque haya achaques y los resultados nunca se sitúen entre los mejores. Todo lo contrario.
El Montseny es un pulmón natural de la provincia de Barcelona. Y es el punto de partida o de llegada de muchas travesías. Los de ciudad echamos la adrenalina, nos ponemos a prueba, vemos nuestras limitaciones y nos maravillamos de una naturaleza diversa que te sorprende en cada estación. Quien nos convocó en esta ocasión fue la Agrupación Científico-Excursionista de Mataró. Organizan muchas actividades a lo largo del año. En esta ocasión, fíjate en el nombre, La Marxassa. Imagínate cómo será si la comparas con otra más familiar que la llaman La Marxeta. La Marzassa recorre una distancia de 63 kilómetros con un desnivel acumulado de 3.110 metros. Lo de menos es el tiempo que se tarda. Los más rápidos y los más lentos los iguala el camino.
La gente de la organización es admirable. Un día al año, hoy por ejemplo, se dedican a ayudar a quienes se apuntan a La Marxassa. Son espléndidos, con una ilusión que la transmiten a quienes llegamos cansados. Su nivel de atenciones, excelente. Son el ejemplo de tanta gente que organiza cosas para que otros disfruten, sin recibir a cambio nada más que la satisfacción de haber contribuido a hacer la vida un poco más agradable a los demás.
Imagínate un sábado 22 de octubre a las 5 de la mañana en Mataró. Gente de mjuchos sitios que han acabado su semana laboral e inauguran el fin de semana con un madrugón con el único objetivo de recorrer tantos kilómetros. Algo encontrarán para hacerlo. Intentaré transmitírtelo.
Subir a uno de los autocares que te lleva al punto de salida, a la ermita de Sant Martí de Montseny, significa descubrir a gente intrépida que se pone a prueba física y mentalmente. No sólo cuenta el físico. Si tu cabeza no aguanta los contratiempos corporales, si escucha demasiado los pequeños problemas de tu organismo, la retirada es la más fácil solución. La comodidad es una enemiga de la lucha, de eso que llamamos tú y yo como la conquista de lo inútil. La carretera, de noche, te anuncia en cada curva que estamos en otoño. Los remolinos de tantas hojas secas, las hojas amarillentas de los árboles y el continuo desprendimiento de éstas con el viento te sitúa en el otoño en el Montseny. Una estación que te mostrará su colorido aspecto a medida que la luz puede con las tinieblas de esta hora tan temprana. A las 7 de la mañana es de noche pero los músculos está esperando el inicio. Justo ahora. Los tramos de bajada continua en fila son la antesala de caminos más anchos, pistas y algunos tramos de carretera.
A estas horas, los pájaros ya entonan sus cánticos y el incesante murmullo de tantas bajadas de agua son dos músicas naturales en el camino. El agua, tanta agua como brota en esta montaña, mucha de la cual servirá para ser explotada por multinacionales que han tomado el Montseny al asalto. La embotellan, explotan los acuíferos y a veces, sólo dejan en los lugares pocos puestos de trabajo y mucha contaminación de plásticos y derivados.
Continuos repechos te ayudan a calentar los músculos y a probar tu estado físico. Fíjate, es fácil confiarse y en los primeros momentos desgastar tus reservas sin pensar en el largo camino que te espera. Al final aprendes de tus torpezas, prometes corregirlas la próxima vez pero te ocurrirá otra cosa, te volverás a prometer no caer y así sucesivamente. Caminar así es un continuo aprendizaje y la perfección está más en acomodarte a las circunstancias que en soñar situaciones ideales.
El Montseny siempre es amable y en otoño más. Espacios como la Font Martina, Fogars de Montclus, Campins, son nombres en medio de los cuales se ven arroyos de folleto turístico, cascadas de agua de postal y la típica vegetación caducifolia que te muestra tantos matices de colores en sus hojas. El suelo es una muestra de productos que son un regalo comestible. Los erizos de las castañas te descubren esos frutos típicos de primeros de noviembre, los madroños adornan los caminos con tantas frutillas rojas desgranadas a tu alrededor, las setas están a tu disposición en gran abundancia, los palosantos o kakis, los higos de las chumberas y, por encima de todo, la gente que participa.
Las personas de estas largas caminatas de resistencia son diversas. Sin embargo, el camino une y a menudo muestra las mejores cualidades que llevamos las personas llevamos escondidas en nuestro interior. Por ejemplo el compañerismo, la solidaridad y la ayuda. Ya sé, me dirás que habrá de todo. Cierto. Pero yo tengo grandes recuerdos de las aventuras por los senderos y caminos. Sales con un grupo de amistades y el recorrdido sitúa a cada uno en su lugar, con sus circunstancias. Quedarte solo te da la oportunidad de escucharte a ti mismo, de ir con la mente en blanco, de oír esa música que te brinda el MP3 o de compartir tramos con tra gente que va sola también. La aventura a veces está más en cómo se llega que no en el final.
Sant Celoni, Sant Martí de Montnegre, Vallgorguina, el Santuari del Corredor, Sant Martí de Mata, Mataró. Sitios de paso que estaban llenos de tanta gente que practicaba el ocio a su manera. El camino fue una muestra de la actividad humana más diversa: amantes de las setas, leñadores, paseantes, deportistas que entienden el camino como nosotros, amantes de la buena mesa en tantos restaurantes como hay, y vehículos. Muchos vehículos de todas clases y colores. A veces ya son plagas peligrosas. Como la moda de los todoterrenos que parecen los amos y señores. O las motos de cross y la última especie de invasores, los quads. Según quien conduzca estos artefactos, caminar puede convertirse en un peligro. Su única ley es la velocidad y la demostración de la fuerza que da el precio del aparato y la ostentación. Debe ser la única aventura semanal de sus propietarios. Y le llaman deporte.
No quiero cansarte más con mi particular forma de aventura. Sólo incidir en el valor humano de la gente. Lo digo siempre: la gente, el paisaje y la organización justifican no dormir, participar y cansarte. Hablé con varias personas y descubrir en especial a una. Hubo un hombre que subió conmigo en el autocar que me transmitió su testimonio y experiencia con la Núria-Queralt, una caminata mítica que yo he hecho en dos ocasiones. También, con la Matagalls-Montserrat de este año, un reto pasado por muchos litros de agua al principio. Su experiencia la compartió conmigo tanto que me sentí como su compañero de fatigas. Pero mi gran descubrimiento fue una chica con la que compartí los últimos quince kilómetros. Era de Sabadell y se llamaba Montse. Iba sola y padecía algunos problemas parecidos a los míos. Ambos pagábamos el tributo de la distancia pero queríamos llegar.
Te aseguro que hablamos de muchas cosas y que supimos llegar al final. Para mí fue un ejemplo de querer y poder, de enfrentarse a un último tramo con tendinitis pero con mucha ilusión. Créelo, me enseñó mundo y me transmitió la ilusión de alguien mucho más joven que yo que tiene muchas ilusiones. Imagínatelo, creí subir al Kilimanjaro cuando ella me explicaba su aventura con su compañero por tierras de Tanzania. O sus experiencias por otras tierras africanas o de América latina. Y, sobre todo, su ilusión por acabar La Marxassa. Créeme, sentí una gran alegría interior por ella al final. Luchó y lo consiguió, fue una recompensa más. Como estoy seguro de tantas como tendrá, aquí en estas caminatas o en la vida en general.
No me preguntes si vale la pena participar y ver el otoño así. Claro que sí. Tendré agujetas pero volveré a otra de estas conquistas de lo inútil. Tú y yo llamamos así a estas aventuras en que el valor es físico y espiritual. El del dinero se lo dejamos a otros, a los de siempre.
Te voy a explicar lo que yo pienso de ese escritor que fue profesor de instituto y que dejó las clases porque le fue muy rentable publicar su visión de lo que pasaba en las aulas.
Él, gracias a su éxito, ahora está fuera de la enseñanza. Pero sigue predicando sus teoría. Como alumna que soy desde hace algunos años, le podría decir algunas cosas a Toni Sala, el profesor en excendecia que sigue dándole vueltas a su más socorrido tema.
El otro día, una biblioteca de un pueblo cercano a donde yo vivo, organizó un encuentro con este ex profesor en activo. Formaba parte de puntuales reuniones con diferentes escritores. En el momento de comenzar el acto, el público ocupaba el primer piso. En el superior estábamos quienes aprovechábamos el tiempo estudiando, leyendo, con el ordenador o haciendo actividades escolares.
Desde arriba se sentía la tertulia. No creas que había mucha gente. El éxito se reducía a un pequeño grupo de señoras que cabían en una mesa, con Toni Sala como anfitrión. Llegó con una maleta llena de libros ajenos y empezó la intervención con el primer tema que le planteó la moderadora y organizadora del evento. Cómo no, el tema estrella inicial: qué pasa en las aulas.
Fue sincero ante las supuestas señoras con nietos. Después de un tiempo de profesor de secundaria en activo, quiso plasmar sus vivencias en un libro que, por suerte o por conexión con una real preocupación social, pronto fue tema mediático. Su exposición me hubiera gustado que la hubiera escuchado también la cantidad de estudiantes de secundaria que estaban en el piso superior. Esos sí que conocían más de cerca el tema y podían ser sus alumnos.
Las señoras se quedaron con el desaliento de un profe que reconoció que ahora está en excedencia. Ya sólo se dedica a lo que él llama literatura y hasta ha ganado algunos premios con algún libro posterior. Los problemas que puso encima de la mesa son los tópicos de siempre: el alumnado no sabe leer, no le interesa casi nada, hay falta de autoridad, Internet deforma l educación, hay páginas para que los vagos copien trabajos y engañen a los profes, no escriben, no les gusta la literatura, etc.
Desde arriba escuchábamos la retahíla de quejas. No sabía el autor que justo estábamos en aquella biblioteca por todo lo contrario. Nadie perdía el tiempo, la gente leía, consultaba Internet, trabajaba en silencio, repasaba apuntes de los profes, elaboraban trabajos.
Eran dos mundos diferentes: arriba, estudio; abajo, el experto que vendía sus teorías a la vez que se supone quería que le compraran el susodicho libro. Nadie bajó a explicarle cómo los alumnos vemos la realidad de las aulas. Lo dejamos con sus temas y nos causó un gran consuelo que Toni Sala pidiera una retirada de las aulas.
Su libro o pequeña historia de un profesor de secundaria no lo voy a leer. Me basta con haberlo escuchado y con lo que tú me has contado. Recuerdo que tampoco te gustó el derrotismo de un profesor que parece no entender otra realidad. Quizá tiene ideas con fundamento. Son muy respetables. Pero generalizar, no entender y menos luchar a favor de la formación de las nuevas generaciones es una imprudencia más de quienes creen que el único modelo es el de ellos, basado en la tradición y no en la adaptación a los tiempos actuales.
Me gustaría saber cuánta gente joven le ha leído y si algún antiguo alumno suyo lo ha hacho y qué opina. Mientras, él seguirá intentando venderlos y los demás iremos a las clases. Esperamos encontrarnos con profes que sepan ilusionarnos y conviertan las críticas en nuevos sistemas para enseñarnos en estos tiempos de novedades y cambios.
Expertos en futuro desde 1864.A veces la perfección resulta difícil de soportar. Tan grande como tú. Contribución invisible. Éxito visible. ¿Y si el verdadero lujo fuera el espacio? Visiones desde la tierra. Para los que creen en la conducción. A veces los sueños se convierten en realidad. Objetivo cero emisiones. Si eres hombre da la cara. Contarle tu versión de la historia no te costará nada. Más perfecto que una mujer sólo hay dos mujeres. Como nunca, como siempre. Nadie sabe más de la noche. Cuida el mundo en el que vives. Un gesto de respeto por el medio ambiente. La calidad, nuestra razón de ser. No es una tormenta, es tu bautismo. Oscuro objeto de deseo. Destaca su belleza. Un paso por delante. Viajando hacia lo imprescindible. Etc., etc., etc.
Son los eslóganes o frases destacadas de muchos anuncios que cada día nos ofrecen la ilusión de una seña de identidad en forma de producto. Quizá es la nueva filosofía, la nueva religión, el consumo, la alegría de vivir.
Utopías o no, pueden ser nuestra chispa de la vida (por cierto, una idea de otro antiguo anuncio)
Tú sólo lo conocías porque yo te había enseñado algunos de sus artículos de su sección diaria Visto/Oído en el diario EL PAIS. Eduardo Haro Tecglen ha sido una de las personas sabias que yo más he admirado. Le he leído con admiración, aunque a veces no estuviera de acuerdo con sus ideas. Otras veces, su vasta cultura me impedía acercarme a sus razonamientos.
Estoy seguro que a ti también te hubiera atraído su figura. Debías haberlo seguido. Yo le conozco desde mi adolescencia. Más o menos cuando era como tú. En aquellos tiempos del franquismo me abrió los ojos con mi adorable revista, la suya, llamada TRIUNFO. Era una bocanada semanal de aire fresco. Eduardo estaba detrás, con ese aire escéptico, pesimista en ocasiones, liberal, respetuoso hasta el máximo, rojo, razonador de unos pensamientos que se perdían en su inmensa cultura. Llegaba a extraer aprendizajes de la muerte de varios de sus hijos, aconsejaba con moderación y siempre la sorpresa matinal era la misma: saber qué diría Haro. O qué habría visto en el teatro y que nos lo haría imaginar en una de sus habituales críticas de este arte en el que él tantos reflejos vitales veía.
Estoy muy triste porque la muerte de gente como él te deja un poco más ciego. Él era una luz segura. Cuando cumplió 80 años, o sea, el año pasado, su familia le regaló un blog. Lo anoto aquí. En él aparecen sus escritos y una primera nota de su mujer en la que anuncia su muerte. Aquí se acumulan comentarios. En general son excelentes. Pero los hay muy irrespetuosos, irreverentes, representativos de la otra España que le recuerda viejos artículos propios o su cólera contra lo que no podía aguantar. Así es este país. Haro los respetaba. Seguro.
Hoy no he podido menos y yo también he dejado mi comentario en su blog. Te lo ofrezco aquí. Un texto inmediato, lleno de emoción porque he perdido a un auténtico maestro. Nunca te olvidaré.
Y te releeré, seguro. Maestro. Eduardo Haro Tecglen
Mi comentario de hoy en su blog:
La muerte siempre llega pero nunca nos imaginamos el momento. Eduardo se ha ido, es cierto, pero su espíritu y sus ideas siempre estarán en mí. Ante un acontecimiento muchas veces pensaba: "¿y de esto qué pensará Eduardo?.
Uno de mis mejores maestros, Eduardo, me enseñó a interpretar la realidad desde que leí por primera vez la revista TRIUNFO, cuando yo era muy joven y él muy sabio.
Perdí la inocencia sobre esa realidad gracias a él sobre todo. Y fui creciendo con sus escritos en EL PAIS, sus comentarios en la SER y sus libros. También atendí a sus opositores. Él también lo hacía y fue una de sus grandes enseñanzas.
Visto, oído y muy querido maestro Eduardo. Siempre vivirás en nosotros.
Y mira que si, encima, con las investigaciones que hagan con tu cuerpo, encima nos curas, ¿qué más te podemos pedir?
Por : Evaristo el Miércoles 19 de Octubre de 2005"
Tú no sabes bien el dominio que la gente joven tiene de Internet. Yo lo comparo con la velocidad con que se circula en coche, con sistemas ilegales para que no te pillen los radares, con irregularidades para aprovecharse de los demás, con estafas y engaños varios. Pero no creas que todo es robo y pillaje, o sea, descargas continuas de músicas, películas, imágenes.
Copiar y enganchar es habitual. En mi clase hacemos apuestas a ver cuántos profes se enteran que los textos son copiados. Hasta tenemos una especie de manual de instrucciones para adaptarse a las manías de cada uno. A quien le pillen pasa a figurar en nuestra lista negra por inútil. No veas lo refinados que nos estamos volviendo. También es cierto que es una minoría la que usa estas prácticas. En la universidad dicen que hay mucha gente muy experta en entrega de trabajos brillantes basados en el típico refrito adaptado al índice que te piden. Y al resultado final algunos alegan con sorna y mofa que responde a una buena gestión del conocimiento. Será del ajeno, creo yo.
También te he de contar que el profesorado se pone al día, se recicla de forma rápida, entre otras razones por la necesidad de la supervivencia. O se ponen al día o les meten goleadas. Y también es verdad que debe haber alumnos muy cortos. O eso es lo que me dicen a mí las amistades que ya estudian alguna carrera.
Yo creo que en mi vida Internet representa uno de los avances más importantes con que me he encontrado. Veremos lo que me depara el futuro. Va tan deprisa que cuando nos ponemos al día confirmamos nuestro retraso.
Lo que no me gusta, y lo discuto en clase, son los engaños de la Red. Me vienen compañeros que dicen haber ligado con una chica espectacular, que después dudan si no será un hombre. Otros bombardean a algunos profes con amenazas y mensajes insultantes bajo el nombre de otra persona que ellos conocen. Detrás del envío de un trabajo o de una actividad de eso que se llama eLearning a menudo les llegan fotos y vídeos más allá de lo porno. Claro, yo lo digo siempre, es que esto es una copia de la vida misma.
De verdad que a veces se pasan. Los delitos informáticos yo creo que son los más ignorados, aunque a veces den publicidad de alguna operación contra la pornografía infantil. Fíjate en las ventas de todo tipo. A mi padre le inundan con ofertas sobre Viagra. Ya le digo, que piense si ya le anuncian soluciones a posibles problemas. Y reforzantes de memoria, negocios, ventas de todo tipo.
No te asustes, la sombra de los ordenadores cada día es más alargada.
Fíjate en cómo nos preparan para una más de las plagas que se nos avecinan. No sé si alguna vez te han hablado del aceite de colza. Hace bastantes años que afectó a un gran número de población española, la mayoría gente de la calle como tú o yo. Conoces bastante bien el tema del SIDA, a menudo me has dado discursos sobre sus posibles orígenes, tu opinión sobre si fue o no un experimento de laboratorio que se les escapó de las manos, voluntaria o involuntariamente, para diezmar a la población negra y a otra gente que no desea determinada clase social. Esta terrible enfermedad sigue acabando con la misma gente que siempre es víctima de todo. Casi no se habla de tantas muertes en países pobres y los cócteles de medicamentos no están para sus esquilmados bolsillos. Los enfermos de SIDA de aquí son diferentes, con más derechos y gratuitos.
Prepárate que ahora llega la gripe aviar. La otra gripe la tenemos cada año aquí, con sus vacunas y muertes. Por cierto, recuerda que la gente que trabaja en la sanidad es la que menos se vacuna. No les hables a muchos enfermeros/as y médicos/as de predicar con el ejemplo y vacunarse. Es para los demás. Tampoco les hables del nivel de población fumadora que tienen dentro, como el mundo de la enseñanza. Tranquila, no te alteres, ya sabes la frase: haz lo que yo te digo pero no hagas lo que yo hago.
La gripe aviar dicen que viene de allá de donde nos llegan tantos productos fabricados en condiciones laborales extremas. En aquel extremo de Oriente se inician procesos de todo tipo y, al parecer, la gripe cuentan que surgió por aquellas tierras. Ya sabes, tú y yo somos ignorantes en muchos temas, tan ignorantes como nos dejan tantos filtros de información a que nos someten. Pero nos mantiene despiertos el escepticismo, la sospecha y querer mirar más allá aunque a veces no veamos bien ni lo más acá.
La clase política europea nos bombardea con ese aparente colchón de tranquilidad en que nos adormecen a diario. Todo controlado, los laboratorios Roche serán nuestros salvadores con un producto dudoso. Tranquilos, no pasa nada, dormid, consumid y pagad vuestras numerosas deudas que vuestra salud no se resentirá más que lo normal.Novedad, también de Oriente, el laboratorio hindú Cipla afirma que está en condiciones de sacar un genérico del producto de los laboratorios Roche para primeros de 2006. Menos mal que casi todo se copia. Y suele pasar en Oriente también.
Sin embargo, científicos y divulgadores no interesados en apaciguar a votantes explican los terribles pronósticos que nos brindará el H5N1. Las consecuencias de la gripe española de 1918 quedarán cortos para la mortandad que se nos avecina.
Tú sigue, compara y contrasta las opiniones sobre la gripe aviar entre políticos y expertos. Sospecho que tienes miedo, igual que yo. Está visto que superamos enfermedades pero nos sorprenden otras.
Sé optimista, si quieres levantar el ánimo mañana, ya sabes a quién debes escuchar. La que se nos viene encima ya llegará.
Mucha gente los teme. Anuncian el fin de lo esperado y el preámbulo de otra semana laboral. Volver otra vez. Aún parece lejos pero se acerca. Atrás las ilusiones del viernes por la tarde y, casi sin darse cuenta, ya es domingo tarde.
Tú despides tus fiestas, rebobinas lo que explicarás el lunes a tus colegas, verdades, medias verdades o exageraciones almibaradas. En la adolescencia cualquier inicio de un buen rollo es algo más grande cuando se cuenta a escuchantes amigos. Son dos placeres, vivirlo y contarlo. Y si causas envidia ajena, el placer se dispara. De grandes, con familia, las explicaciones son de buenos momentos también pero ya aparecen percances varios: de salud, de incidentes, de hijos e hijas, de familia. O del tiempo que te jugó una mala pasada y te coartó ese plan soñado.
Volver el lunes es abrir una nueva puerta vital a hechos previstos y a sorpresas que se convertirán en vivencias y recuerdos cuando llegue el viernes. Sólo por las incógnitas del día siguiente, por los planes, por ese guión no escrito que se cumplirá, por la gente que te rodea y seguro que te aprecia, por quien confía en ti y por el carpe diem de nuestros clásicos, te recomiendo que abras los ojos. No te rías que no me meto contigo. Abre tus sentidos. Alguien decía que los lunes debíamos adornarlos con alguna cosa especial que nos creara ilusiones o nos recompensara por encararlo como el inicio de un nuevo tiempo.
La tarde del domingo puede ser el trampolín que nos lance a otras aventuras.
Ya me las explicarás el viernes.
No lo sabes aún, Salamanca es una joya en las tierras castellanas. Una ciudad admirada y admirable, situada en un extremo, lejana a muchos sitios y llena de realidades diversas como los campos que son un tejido de encinas, llanuras, dehesas y sierras; toros, cerdos, emigración, molinos de viento, esquí, desindustrialización, escuelas de verano, turismo lingüístico, estudiantes; con el paisaje fronterizo con Portugal, Extremadura y otras culturas lejanas que no entienden una ciudad llena de historia y de ilustres intelectuales, escritores y pedagogos.
Salamanca, noticia por el centenario de su plaza única, de actualidad por cumbres hispanoamericanas de mucho hablar y dudas ante la efectividad práctica de tanta oratoria. Salamanca, vista con mucho recelo desde Cataluña por unos papeles que pocos conocen y menos los políticos que más chillan para su (obligada) devolución. Devoluciones y restituciones, se supone que son justas, tanto como otras piezas religiosas que alguna provincia catalana debe devolver a una diócesis aragonesa y no están de acuerdo. Devolver lo que no es propio, difícil operación.
No se ven las realidades igual desde uno u otro lugar.
Salamanca, donde se cuida y se enseña la lengua castellana por tradición, debería echar mano de tantos lingüistas que acoge para descifrar tantos significados de tantas palabras como hoy cada uno interpreta a su gusto. O sea, mirando de fronteras hacia adentro. Vamos, con estrechez de miras.
Acuérdate, yo quiero mucho a Salamanca. Cuando vayas cuéntamelo.
Tal como lo oyes. Tú aún no has tenido tiempo de disfrutar de largas esperas. Eres bastante joven y te queda mucho tiempo por delante. Más vale que no lo pierdas miserablemente con colas, interminables esperas y maltrato de tu tiempo. NO se puede generalizar pero hay veces en que los demás no respetan el tiempo propio cuando vas a usar sus servicios. Incluso cuando pagas, aún la recompensa de las esperas son una común carta de presentación.
Tú te quejas cuando un profe llega tarde a clase. Después no lo justifica. No estás de acuerdo con los medios públicos de transporte por su impuntualidad. Confórmate sabiendo que han mejorado mucho. Nunca llegaste a conocer, por suerte, la antigua Renfe. En tus compras, peluquerías, centros de estética, cuando quedas con tus amistades o fugaces amigos íntimos, te enfada mucho esto.
Pues no te explico mi experiencia. Creo que desgraciadamente es muy general. Le pasa lo mismo a mucha gente. Mi cólera primera se dirige a algunos médicos. Si contáramos las horas de espera que se acumulan en las antesalas de estos profesionales, quizá se aproximarían a las de las bajas laborales. Con razón antes de entrar tienen un sitio que llaman Sala de Espera. Nunca sejustifican y tú, pendiente de que tus problemas, sin ganas de irritar a quien te va a curar, le observas con el respeto oportuno pero no le pides explicaciones. Deben formar parte de sus principios hipocráticos. Justificaciones de posibles tardanzas las pueden tener en los pacientes anteriores, en los diagnósticos, en el tráfico o en cualquier otro motivo. Mientras, tú esperas.
Como sanitarios, podrían entender que este tiempo también hace meya en el ánimo de sus estimados pacientes. No saben, no contestan. Son pocos pero significativos para quienes pierden horas seguidas después de pedir la cita con mucha antelación. Podían pedir la visita y el tiempo de espera. Comparado el tiempo dentro de la consulta con el de fuera, la evidencia escandaliza.
Te podría añadir más expertos en el mal uso del tiempo ajeno. Hoy sólo me quedo con el mal cuerpo después de tanto esperar. Y eso que era el primero y el médico llegó de la calle con casi una hora de retraso.
Los días dices que se suceden de vacación a vacación, con fines de semana y fiestas en medio.Parece que sólo te fijas en el descanso. No cuentas que el resto de los días también se viven. Te lo he repetido muchas veces. Sé que el fin de semana significa una ventana a la libertad aunque, cuando pasa, el uso de hacer lo que uno quiera no desentona con lo que hacemos la mayoría. O sea, repetición pero con la libertad de no estar sujeto a las actividades laborales diarias.
De todas formas, nuestro querido carpe diem siempre se puede poner en práctica. Hoy, por ejemplo. Los buenos momentos aparecen en el tiempo más inesperado y cada uno los ve a su manera. Por ejemplo, hoy llueve, vas en coche, hay un atasco pero la radio del coche transmite una música embriagadora. En mi caso de hoy, Radio Clásica de Radio Nacional alivió la cola con sonidos cautivadores. No, que no se acabe la cola porque he de apagar la radio. Mientras, oyes el ruido de esa lluvia señal de ese buen tiempo que es el agua que es vida que es lo que esperábamos desde hace muchos meses. Ruido del agua en la chapa, sonido del limpiaparabrisas, las ruedas que dejan su senda acuosa y esas marcas que pronto se difuminarán para otro vehículo haga su nuevo boceto. Sales de la ciudad y ves la niebla que dibuja nuevos perfiles en la montaña de Sant llorenç del Munt. Se forman otras composiciones geométricas variables, las observas y te dejas llevar por la magia de tantas figuras con la sintonía de esa sinfonía que te hace olvidar. Al otro lado, la espectacular silueta de la montaña de Montserrat, un mito muy estimado. En medio, las puntas de esos cipreses que esta vez emergen como atalayas entre la lluvia y no anuncian ningún cementerio.
Fíjate mi ocasional paraíso en medio de la lluvia. Después, para remate, quiero sentir el agua en el cuerpo, llevo el paraguas pero cerrado para que no se interponga en la sensación ya casi olvidada de mojarse. Sin miedo al resfriado. El cielo amenazador nos calmará parte de la sed de la epidermis. Estoy en un ocasional paraíso que dura mientras las sensaciones del momento no se agoten. Hay más, son fáciles de conseguir, están al alcance de la sensibilidad común. Parada en un bar, un diario, un café.Leer en una biblioteca, sentado al lado de una ventana por la que pasa la lluvia mientras tus ojos hacen que leen textos que se lleva el agua que cae. Encontrar un aparcamiento gratis al lado del sitio a donde vas. Volver. Pensar en lo que has visto. Explicártelo a ti y tú interpretarlo.
Todas las personas, si hurgamos en el día a día, encontraremos un minuto de algún ocasional paraíso. Otro día me explicas el tuyo.
Te sorprendo con estas tres palabras porque un amigo mío las menciona cuando está harto de escuchar tantas interpretaciones sobre la franja de tierra donde vivimos. Sé que te sorprendo hoy, día 12 de octubre, al que no me atrevo a ponerle apelativos por no ser políticamente correcta o, más bien, incorrecta.
Estoy harta de lo que aguantamos las que nos preocupamos por enterarnos de qué pasa. Hasta mis amistades más políticas dicen lo mismo que yo. Tantas discusiones sobre estatutos con el diccionario de sinónimos en la mano, tanto teatro barato y más comedia aún en algo que puede acabar en drama. O en pantomima.
Cierto, soy joven. Sé poco comparado con vosotros, adultos. Pero, créeme, te he demostrado que tengo más de dos dedos de frente, a pesar de mis arrebatos adolescentes. Mi sexto sentido me dice que temas que decís profundos a la mayoría no le importan. Y se hablan de ellos es porque los medios de comunicación se convierten en el quinto y sexto poderes juntos. Nos machacan hasta el aburrimiento. Declaraciones y contradeclaraciones, límites, comas mal puestas, palabras mal usadas, réplicas y contrarréplicas. A vivir que son dos días, me digo a mí misma.
No me he leído el famoso Estatuto de donde vivo, Cataluña, pero tranquilo, tampoco pienso leerlo. A pesar de mis dificultades, no gastaré mi tiempo en tamaño documento. Mi padre dice que me gobernará y que por eso es importante. Él es un moderado nacionalista con capacidad crítica. Hasta le pareció duro pero aceptó lo que dijimos aquí el otro día. Eso que Nacionalismo se escribe con Z. También le recordé que tú y yo sabemos de gente nacionalista excelente, como gente de derechas, de izquierdas, de centro o gente que pasa de este tema.
Ni doces de octubres ni onces de septiembre ni patrias ni naciones que discriminen a nadie, que pierdan el sentido del respeto y de la solidaridad. Tú eres mayor que yo y me lo has dicho muchas veces: ante conflictos entre términos de este tipo, yo me quedo con los problemas de las personas en concreto, con sus preocupaciones.
Sé poco de la historia pero en varios años que la he estudiado saco la conclusión que quien ha provocado más muertes en la humanidad son las banderas, las fronteras y las religiones.
O sea que menos rollos y más derechos humanos.
Estamos de acuerdo con aprovechar el momento. Pero con esto de las catástrofes, en breves instantes muchas personas han visto cómo su carpe diem se paraba para siempre. Llevamos un año terrible. Bueno, la gente pobre siente en sus vidas cómo la naturaleza se ceba con sus vidas. La naturaleza o los efectos colaterales del bienestar del primer mundo, el caso es que ni se sabe el número de víctimas que se acumulan entre el tsunami regalo de Navidad, terremotos, maremotos e inundaciones varias.
Las cifras nos asustan relativamente. Ni siquiera ya las de los accidentes de tráfico, eso sí, mientras no sea de alguien conocido. Sin embargo, detrás de cada número hay una persona con su historia particular.
No saldrá en ningún sitio, apenas importará más que a sus allegados, hasta que la losa de la memoria la cubra para siempre. Pero siempre habrá una historia, tan importante como la de quien es relevante y aparece en las necrológicas. Quizá para la humanidad será un caído más, o uno menos que alimentar, o una unidad de consumo menos (tal como llaman a la gente mayor). En su pueblo, entre su comunidad su muerte no responderá a la fría y distante estadística.
A menudo estas historias personales sólo trascienden cuando el poder mediático hace el milagro de que salten a la fama por ser protagonistas de un libro, de una película, de un documental o de cualquier programa de televisión. Esa persona muerta en Pakistan, ese subsahariano que debe volver a su aldea con la frustración de no haber sido capaz de saltar la valla melillense o ceutí, ese conductor que por cualquier motivo se empotró contra otro vehículo, esa persona que muere en su cama de casa o en cualquier aséptico hospital, ese indigente abandonado en la calle, ese enfermo terminal de sida, ese millonario que no puede usar su fortuna para curar su irreversible enfermedad, esa persona presa por múltiples asesinatos.
Detrás, siempre hay una historia particular. Y , recuerda lo que te dice tu profe de Sociales, la historia de la humanidad es el conjunto de esas historias particulares, más que las de manadamases puntuales.
Tú también tienes la tuya. Carpe Diem.
Sabes latín y no hace falta que te traduzca esta popular expresión atribuida a uno de nuestros clásicos latinos. Si lo pensamos seriamente, debía ser un objetivo prioritario de los años que vivamos. Aprovechar los momentos, llenar el tiempo, saber vivir los instantes sob objetivos muy antiguos.
La moda actual que siguen amplios círculos intelectuales de saborear el instante, de la atención consciente, de la lentitud y de la vida simple se alimenta de los consejos de tantos sabios que han dejado unos mensajes que algunos avispados vividores quieren convertir en originales y propios.
Dices que ya practicas en consejo latino. Quizá te pase como a todos, que los instantes no los controlamos y que nos dejamos influir cada día por tantas circunstancias que nos hacen recordar que los momentos ya vividos una vez que han pasado. No debería ser más importante un lunes que un domingo, al final vives tantos domingos como lunes. Los momentos del trabajo recuerda que pesan y duran más que los de vacaciones y ocio. Aquí el carpe diem también sirve.
Te comenté la importancia de cada momento después de pensar en unos cuantos cementerios por donde pasé este fin de semana. Ya sabes que formo parte de un grupo que camina. Debemos ser unos bichos raros. Levantarnos una vez al mes pronto para andar unos cuantos kilómetros por caminos casi abandonados, está reservado a una minoría excursionista. Y formar parte de un grupo con un lema en latín debe ser aún más extraño. Te recuerdo el lema de caminantes. Conditio vocat optimes: el esfuerzo llama a los mejores. Apunta esta frase a continuación del carpe diem. De mejores, nada; de esfuerzo, mucho.
Por los caminos de un sendero de Gran Recorrido que cruza tierras de las comarcas del interior de Cataluña, vimos muchas ermitas con un minúsculo cementerio al lado. Pobres camposantos, sin lujos, solos en medio del bosque y a la sombra del edificio religioso. Allí hay tumbas y nichos con los restos de esas personas anónimas que son las que vivieron del campo y nos dejaron lo que hoy admiramos. No hay monumentos al labrador anónimo, al pastor desconocido, al forestal, al transhumante, a tantos oficios que ya no existen y que pronto, cuando se mueran los actuales ancianos de los pueblos, desaparecerán de la memoria.
También he visto un moderno cementerio, un tanatorio y personas estimadas que sufren por la muerte de alguien querido. Aquellos y estos lugares de respeto a las personas fallecidas tienen en común la gran verdad de la desaparición. Y no te lo digo por la cercanía de fechas de difuntos.
Pensar en los cementerios puede ser un buen motivo para practicar el Carpe Diem.