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Shackleton: todos al Endurance

Cuenta un sociólogo, escritor, periodista y ensayista, una persona de gran influencia (en la opinión pública de las personas que le leen y lo veneran) que tuvo la ocasión de participar en un acto con gente muy culta. Allí se hablaba de Ernest Shackleton pero él dejó escrito que ignoraba quién era este explorador. O sea, participaba pero no sabía. Aprendió las ideas básicas sobre este insigne irlandés, famoso por sus expediciones y por el anuncio que puso en un diario local para buscar atrevidas personas que le acompañaran en su intento de cruzar la Antártida. 

Pocos se apuntarían hoy a un viaje peligroso, con sueldos bajos, frío intenso, largos meses de oscuridad total, peligro constante, dudosa vuelta a casa y honor y reconocimiento en caso de éxito. Tal era el texto del anuncio que impactó al sociólogo que acudió a participar en un acto del que no sabía nada del  personaje objeto de la charla. Pero muchos se apuntan hoy a hablar de cualquier cosa en público, cobrando buenos emolumentos o promocionándose para futuras intervenciones pagadas. 

Otro insigne filósofo, participante en varias tertulias, autor prolífico con interesantes reflexiones, contaba que una vez acudió a dar una charla y no sabía ni el tema de que hablar. Pero llevaba ya uno añejo que se adaptaba a cualquier cosa. Anécdotas contadas por él mismo que le aumentan su sincero prestigio a costa de destapar otras realidades, muy abundantes, por cierto. 

A aquel sociólogo se le quedó la copla del barco del explorador, el Endurance, y del espíritu de su capitán. Todo para extrapolarlo a los luchadores por las libertades de trozos de terreno que buscan supuestas identidades, independencias varias y diferencias no del todo unánimes. Otros de su especie  también aparecen en cualquier lado hablando de economía o de lo que toque. Alarmando sin saber, pronosticando sin conocer, siendo ubicuos para estar en cualquier tarima aunque sea para descubrir que no sabían quién era hasta ese momento el personaje objeto de su intervención, Ernest Shakelton.

Quizá todos estos nuevos exploradores y constructores del pensamiento ajeno  necesitarían participar en empresas más laboriosas, sin supuestos escritores en la sombra a sueldo, con más sentido común como para decir que de ese tema tampoco sé nada. Un buen lugar para el descubrimiento de los límites podría ser un nuevo Endurance. O cualquier vuelo barato hacia el lugar donde la ignorancia es la máxima expresión de la sabiduría. 

Con el mapa en la mano

¿Hay que imaginarse a quien está fuera de su domicilio habitual, desorientado, con ganas de conocerlo todo y sin saber dónde está? La expresión de su cara, las discusiones del grupo sobre el consenso en el sentido de la orientación, los ocasionales enfados, los intentos de preguntar sin conocer la lengua del país, el cansancio, el buen humor ante las circunstancias imprevistas. Son señales de que ellos son turistas y tú eres un nativo. Pero en muchas otras ocasiones también tú eres ellos. 

Un día en pleno mes de agosto, en la zona más publicitada de Barcelona por las guías. Mucha gente de no se sabe dónde, aunque el juego podría consistir en adivinar de dónde supuestamente son. El tono muscular de la mañana es enérgico, más si la noche se ha pasado en un buen hotel y la mañana te recibe con un opíparo buffet libre a modo de desayuno. Ropa informal o casual bien planchada, fragancias frescas, la ciudad es tuya. Pero también es de quien ha ocupado la casa de alguien para pasar la noche, de quien ha socializado una vivienda, o ha dormido en un parque o en un cámping a algunos kilómetros. Esa bicicleta llena de bultos o la mochila bien cargada de quien su aventura es el interraíl o el vuelo muy barato, ellos también salen a conocer. Y, junto al monumento de turno, mientras uno se embelesa con sus formas, al lado hay alguien deformado que pide para comer, para beber o para fumar. O intenta coger prestado del bolso del turista aquello que le da permiso para drisfutar. Los autocares dejan a otras columnas humanas en sitios estratégicos, mientras otros descubiertos muestran rutas urbanas con guía automático multilingüe. 

Unos sólo ven lo que aparece en el papel satinado, el recuerdo es la digitalización con su grupo delante por testigo de que estuvo allí. Otros fotografían los signos más insospechados de un edificio, quizá por el efecto sorpresa o porque saben más y descifran mejor. La música callejera ameniza el paseo o traslado de un lugar a otro. Artistas del sonido que se vonforman con vender algún CD y demostrar que suenan mejor que muchas melodías de famosos producidas en renombrados estudios. En el recorrido para demostrar que el mapa tiene razón, el marketing sensorial de algunos establecimientos convence. Bocanadas de aire acondicionado en medio del calor, el olor de ambientadores de tiendas de ropa, la sorpresa y el reclamo del aroma recargado de la pastelería industrial, el efecto visual de las copas de helado en las terrazas, o el hielo que enfría las bebidas. Signos que entran por los sentidos y que su satisfacción tabién forma parte de la personal guía del viaje.

El día transcurre en medio del bochorno mediterráneo. El cansancio se hace sentir. Pero aún hay tiempo para visitar barrios emergentes de la Barcelona famosa. Es esa gran zona de la ciudad que parece que se va fabricando para consumo turístico. Los viejos colmados se reciclan en pequeñas tiendas de objetos inverosímiles. A los ancianos a veces se les engaña para que dejen un alquiler tan barato. Ese edificio modernista se transforma en un estrellado hotel. La cotización del barrio ahuyenta a los vecinos pero atrae a los extraños. Y después se vende como más imagen de marca de una ciudad cara pero hermosa. No obstante, siempre queda el consuelo de saber qué piensan de Barcelona personajes que la han vivido a su manera, gentes que ahora mientras preparan el pregón de las fiestas de la Mercè 2008, adelantan que aportarán "una visión galáctica, autobiográfica, soñada, espectacular, sufrida, histórica, emotiva, alegre, anarquista, culta, comercial..." Palabras del compositor y cantante Jaume Sisa /Ricardo Solfa. 

¿Verán los turistas estas facetas de la ciudad? ¿Seremos capaces nosotros de hacer lo mismo de los sitios que visitamos? 

Mañana ellos seremos nosotros. 

 

Dharavi versus Watts

Dharavi es un mísero barrio que s eencuentra en el centro de Mumbai (la antigua Bombay), en La India. Watts es un barrio de Los Ángeles, en EEUU, considerado como uno de los lugares más peligrosos de América. Ambos barrios salen estos días en los diarios por dos caras distintas de una realidad ambivalente. Dharavi se ha convertido en un engorro y en una vergüenza para el desarrollo de una ciudad con tanto futuro como Mumbai. Chabolas sin luz ni agua corriente, gente que ama ese sitio y que no se imagina otra vida fuera de aquí, un tejido urbano compenetrado con un funcionamiento muy sui generis, oficios olvidados, reciclaje de lo irreciclable, ausencia de higiene. Pero gente que trabaja y malvive con lo que tiene. Incluso se rebelan contra supuestos proyectos para tirarlo todo y adaptarse a los tiempos actuales.Watts es un infierno al sur de Los Ángeles. Al norte, Hollywood y compañía. En ese barrio la vida no vale nada. Bandas rivales  sortean a cualquiera y le conceden una posibilidad entre 250 de ser asesinado. Dos barrios extremos, dos países, dos mundos que muestran dos realidades demasiado humanas. Entre los dos extremos de la horquilla podríamos colocar al resto del personal. Sí, son exageraciones, pero con antecedentes, consecuencias y todo en un mundo que tiene su parte para que todo funcione así.

Lindo (s) Rubianes

Como nueva y recién estrenada estudiante de Ciencias de la Comunicación, tus biorritmos ya se empiezan a alterar. No veas el futuro que te espera. No obstante, te haré caso. Esta vez transcribiré tus palabras en favor de la libertad de expresión. Y, en honor a esa libertad que cada vez más te circula por las venas y te corroe tus adentros, tus palabras en catalán quedarán reflejadas en esta lengua, tan válida como las demás, ni más ni menos:“No hi ha dret que la llibertat d’expressió s’interpreti segons els interessos personals del polítics i dels mitjans de comunicació, els quals manipulen l’opinió pública que es deixa manipular. L’actor Pepe Rubianes va ser censurat a Madrid en un teatre públic. Des d’aquí, Catalunya, tothom semblava que era Rubianes quan aquí, fa temps el criticaven per fer espectacles en castellà. Ara, aquí a Barcelona, l’escriptora Elvira Lindo, l’han volgut censurar per parlar en castellà en el seu discurs d’obertura de les festes de la Mercè. I mira que ha hagut persones anteriors que l’han fet en castellà. I no parlem de polèmiques suscitades aquí i allà per temes no tan importants com ens fan pensar. És una vergonya la manipulació, els atacas a la llibertat i a les llengües, siguin les que siguin. Darrera, després, vindrà el racisme, la discriminació, la sang blava dels que creuen que són d’una raça superior pel seu carnet d’identitat. I tota la colecció de “gansadas” que escoltarem en campanyes electorals, dites pels que creuen saber més que la realitat de la gent del carrer. Aquesta predica amb l’exemple que aquells no donen. “(Disculpas a quienes no entiendan el catalán. Intentadlo, es fácil, es una lengua derivada del latín, se parece al castellano. Seguro que la entendéis bien. Será una prueba más de respeto y convivencia).

 

Fondos benéficos

“¿Que si les llegan muchos fondos benéficos a aquella buena gente? Muchos, a veces excesivos y a veces nada. Pero hay sitios en que nadie los controla. No en todos”.Recuerdo este inicio de la conversación que mantuvimos el otro día. Hablaban en la televisión de que un brillante equipo de fútbol había renunciado a una millonaria oferta por poner determinada publicidad en su camiseta. A cambio, tuvo la genial idea de lucir las letras de una insigne institución internacional de ayuda a la infancia.Se me ocurrió alabar tan gran idea, igual que tantos desprendidos empresarios o gentes importantes que hacen grandes donaciones para beneficiar a muchos o a todos. Investigaciones para curar enfermedades, para conocer procesos, para resolver problemas, para facilitar tecnología o para dar ánimos a tantas personas necesitadas de consuelos físicos y emocionales. No te gustó del todo mi discurso.No te conformas con convencer a ricos, especuladores o multinacionales para que den parte de sus ganancias. Siempre sugieres posibles rentabilidades. No lo niegues. Sin ir más lejos, no  hace mucho sospechabas de ese gran club. Es un golpe de imagen para hacer realidad que es más que un club. Rentabilizará la renuncia económica a tamaña publicidad con un reconocimiento general que atraiga a empresas a su Fundación. Ser el bueno esconde algo. Todos los magnánimos siempre esconden algo, a Hacienda o a quien sea. Dices esto porque has visto otra realidad. En ese país de tus vacaciones africanas te hablaron de jefes enriquecidos con tantas dádivas internacionales. De barcos en que se pudre la ropa que regalamos. De trigo que se lanza al mar o alimenta a los dictadores de turno. De todo lo dado con caridad que se revende al mejor postor.No, no tanta ONG, no tantos fondos privados que no aportan las instituciones internacionales (esa de la camiseta, también), no tantos estímulos navideños a ayudas varias. Más estar con la gente, más repetición de las acciones de muchos misioneros, voluntarios y cooperantes. No puede ser que nos reconfortemos y justifiquemos  nuestras conciencias con estas hazañas tan bondadosas.Tranquila, imagínate que esto no ocurriera. Piensa en cómo estarían sólo con esas cifras de las instituciones burocráticas creadas al uso (ésa, también). Dices que no la viste por ninguna parte. Ahora la conocerás por una camiseta. Aquí quizá se hable más del club que de esa organización. Pero algo es algo.Gestos para opinar, buenas ideas para arreglos varios. La beneficencia no tiene límites.Mientras, las cifras que nos regalan cada vez son menos esperanzadoras. Desconocemos si están maquilladas. Suavemente negativas. Y nos las transmiten así, tal cual. Son los mismos de las siglas de la camiseta. Ánimo que pronto empiezas tus nuevos estudios. Ya hablaremos de ellos. Y  nunca mejor dicho. Ciencias de la Comunicación. Seguiremos comunicándonos. Buena eres tú para no hacerlo. Aunque sea para criticar al equipo de tus amores. Eres contagiosa.     

La información estatal, ¿en manos privadas?

Aprendo muchas cosas de  tu estancia veraniega en África. Ya trataremos aquí largo y tendido de nuestras conversaciones. O de tus monólogos. Tomas la palabra y no paras. No es incontinencia verbal. Son ganas de compartir, de provocar pensamientos en tus escuchantes y, entre todos juntos, alimentar la interpretación de ese gran continente. Decías que este verano hubo explosiones en un oleoducto de un país africano. Este gran tubo parece ser que es la vía de salida del petróleo del interior hacia el puerto desde donde será conducido hacia los países de siempre. Te enteraste de que la gente  agujereaba alguna zona o hacía pequeñas incisiones para “robar” algo de ese líquido. Buena palabra ésta, cuando los usurpadores y expoliadores son los de siempre. Las explosiones que provocaba este sabotaje causaron bastantes muertos. Te preguntabas cómo estas multinacionales consiguen acceder a cualquier rincón donde haya algo de que aprovecharse. La respuesta te la dabas tú misma al poco rato. Eres  muy inteligente y estás mejor informada.  Una joven que promete desde el presente. Corruptelas, comisiones, dinero blanco en negro y a manos de muchas personas de raza negra. Ellas son así. El gran poder son sus tentáculos. Nos dan vida a cambio de nuestros pecunios que alimentan sus cuentas de resultados, parte de las cuales servirán para eliminar posibles barreras en su inacabable camino.En África pasa esto mientras aquí los cerebros de los despachos preparan estrategias muy bien diseñadas. Fíjate en la cantidad de altos cargos de la administración que acaban en empresas privadas. Imagina la cantidad de información reservada, contactos, amistades y favores con que cuentan, todos adquiridos en su época de directivos estatales. No es de su propiedad pero a ver quién se la quita o le borra tantas bases de datos copiadas para posteriores dedicaciones.Ayer, en nuestro país, que no es africano aunque sea muy visitado por las personas que huyen de la falta de futuro de ese continente, un alto diplomático, ex jefe del Centro Nacional de Inteligencia, ex embajador ante la Santa Sede, ex director general de Política Exterior para África y Oriente Medio, se pasó a asesorar a nuestra gran multinacional petrolífera. Dicen que va para allanar el camino de cara a las futuras inversiones de esta gran empresa. ¿Allanar? Cuando te plantees cómo se consiguen cosas difíciles piensa en estos personajes. Piensa en los gabinetes de comunicación. Piensa en las comisiones. Piensa más allá de lo que te dicen. No queda más remedio que hacerlo. No paran de darnos motivos.   

Las modernas memorias del presente

El 23 de febrero de 2006 fui un importante referente de consulta para recordar hechos pasados que aquel profesor quería trabajar con sus alumnos de secundaria en clase. Tanto él como ellos me conocen cada muy bien. Saben que cada vez estoy más presente en sus vidas. Confían en mí, me miran como una ventana abierta al mundo, como fuente de consulta, de información, de diversión y, por supuesto, también para aprender. No es que le haga la competencia a sus profesores aunque éstos a veces me miran con desconfianza, me tienen respeto porque les cuesta entenderme, si bien observan que no somos incompatibles y podemos ayudarnos mutuamente. En pocos años de mi existencia ya ocupo un lugar destacado en ña sociedad. Además, mis continuos progresos significan avances imparables aunque, para qué negarlo, con ciertos inconvenientes.Aquel 23 de febrero usaron mis capacidades para aprender haciendo una interesante retrospectiva histórica. De sobra sabia aquel profesor qué pasó hace veinticinco años en España. Aquel día impartía clases en un centro docente situado en un barrio obrero de una ciudada catalana industrial. Aquella tarde se asustó con la retransmisión en directo de la cadena SER (silenciada después), con las imágenes de aquella cámara de televisión (girada a continuación) y con las actitudes amenazantes de los que querían coartar la joven democracia española. El profesor tuvo miedo, fue una noche muy dura en la historia de este país, pero también una fuente de inspiración para la clase del día siguiente.Aquel día, hace veinticinco años, se saltó el orden de las clases. Los primeros minutos definieron el único contenido del día. Trató de interpretarle a sus alumnos de trece años qué había pasado, qué ocurría según los medios de comunicación que seguían en directo y cómo podía acabar todo a medida que se entreveía el desenlace final. En ese barrio obrero sus alumnos repewtían en clase los improperios que habían escuchado en su casa, provenientes de familias emograntes que habían luchado contra el franquismo, algunos aún con cicatrices en el cuerpo a modo de heridas de guerra en sus confrontaciones con la policía. En medio de un ambiente tan caldeado, aquel joven profesor convirtió las clases de aquel 24 de febrero de 1981 en una demostración de lo que él podía hacer ante sus alumnos para contribuir a la salvación de la democracia. Su única arma, la palabra. Soy testigo de todo: fui yo quien le permitió mostrar a sus alumnos las reflexiones que había escrito en su blog, también les facilité la lectura de las reflexiones que muchos autores hacían años después, incluso les permití que vieran las históricas imágenes y escucharan los gritos cuarteleros de los “salvadores” de la patria. Ellos ya venían con una idea preconcebida del intento de golpe de Estado. Las televisiones llevaban una semana con informaciones e interpretaciones que situaban los hechos pasados no sólo a quienes lo vivieron, sino a las generaciones posteriores. Durante la clase fui testigo de que los alumnos aún notaron cómo a su profesor se le transformaba la voz, cómo se emocionaba y se le humedecían los ojos tanto tiempo después. Todos estaban delante de mí y de él, en un instituto innovador y pionero en metodologías de trabajo impensables hace veinticinco años: un centro innovador en el uso de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC), con muchos ordenadores fijos y portátiles, con muchas máquinas que preparan el futuro desde el presente. Me alegro por todo esto porque yo ocupo el centro de este proyecto, en mí convergen parte de las directrices de la enseñanza del mañana que en este instituto ya se imparte hoy. El profesor usó hechos históricos utilizándome a mí y a muchos como yo porque creía en su tarea docente ligada a la actual evolución de la sociedad, lo mismo que también hacía en aquel lejano mes de febrero cuando empezaba: no disponía de lo de hoy pero creía que su `profesión debía servir para impulsar un modelo de enseñanza pública de calidad. Siempre creyó  que era la única vía para esa utopía de la sociedad más justa, más libre y más solidaria. Fue progresista antes y lo sigue siendo ahora, a pesar de algunas voces melancólicas cuando comparan la actual enseñanza con la de antes. Tantas tecnologías me fortalecían. Yo, en medio, con mi portentosa memoria capaz de dar y de recibir, de archivar, de compartir, de mediar en los progresos, de ayudar a generar conocimiento, de ponerlo al alcance de todos. De obligar a que ellos olviden sus razonamientos aparentemente lógicos y se rindan a mi forma de ser. Yo también tengo mi lógica. Al fin y al cabo, fueron ellos quienes me facilitaron la existencia. El profesor, en sus explicaciones, recurría a mí; el alumnado, encantado de usarme y de conocerme. Si alguna vez los defraudé fue porque no respetaban mis reglas y alteraban mi forma de ser con sucedáneos de mala calidad. Pero me miraban. Primero, todos a la vez, sus ojos proyectados en una pantalla donde, gracias a mí, todos se enteraban de los pensamientos escritos de su profesor, accedían a la actualidad y también podían mostrar sus pensamientos y creaciones. Para eso me usaron este pasado 23 de febrero de 2006. Las TIC al servicio del aprendizaje de los peligros que pueden acechar a la democracia y a la convivencia. El profesor les fue mostrando los dossieres especiales de los diarios digitales, vídeos, grabaciones antiguas y actuales. Fue gracioso que algunos alumnos, tan descarados y sinceros ellos, compararan aquellas escenas cuarteleras con las que habían visto en algunas películas sobre dictadores o en películas de guerra. Otros creían que era un montaje humorístico típico de esos programas de televisión que adecúan la realidad a sus objetivos. Incluso un alumno muy creativo y divertido aludió al carnaval que se celebraba por esos días para ironizar y reírse de aquellos guardias civiles con el “coño” en la boca (sic), con ese sombrero tan raro, gritando como energúmenos y obligando a todos a esperar la incompetencia de aquella supuesta autoridad venidera. Otra vez yo era mudo testigo de que el profesor volvía a emocionarse. Con la voz entrecortada les aseguraba que todo fue cierto, que las informaciones virtuales que veían en las pantallas un nefasto día fueron reales. En realidad yo le admiraba su capacidad de aprender hasta de sus alumnos, pues a menudo ellos sabían más de mis interioridades que él. Pero tenía el valor de implicarse en las TIC, su continua curiosidad le llevaba a explorar mi otro yo más interior. Y eso que a menudo yo sufría tantos maltratos que dejaba de ofrecerles mis servicios.Les enseñé su blog y noté cómo sus alumnos se maravillaban del relato que había escrito para que ellos entendieran los cambios en la enseñanza. Les intrigaba descubrir la historia de esos cambios, más que nada para saber si era verdad eso que habían oído referente a que si ahora viniera un profesor de hace algún siglo atrás no tendría problemas en usar sus métodos. No, en el caso de éste y de otros profesores no debía ser cierto o, por lo menos, no se notaba. De lo contrario no se entendían tantos ordenadores en las aulas, tantas discusiones sobre métodos de enseñanza, tantos titulares aparecidos en los diarios digitales, tantos sesudos análisis y tantas personas dándole vueltas a la educación de las generaciones. Sin embargo, no era fácil hacerlo a una generación cada vez más audiovisual. Yo lo entendía, sobre todo por el uso que a mí me daban. El profesor no se remontaba a tiempos muy lejanos. Partía de su época, en la que usaban la pizarra y el pizarrín en clase, objetos desconocidos para los actuales alumnos de este centro, que usan con asiduidad las Pizarras Digitales Interactivas (PDI), los proyectores, ordenadores fijos y portátiles sin cables. Su blog explicaba que sí hubo cambios pero tampoco tantos. Insistía en que las mayores novedades radicaban en tantas leyes, reformas educativas, ministros y más ministros que se estrenaban con aparentes novedades que a veces no lo eran tanto. Mucha burocracia que se sustentaba al final en el amplio colectivo de trabajadores que eran los que debían trasladar a las aulas tantas bondades difundidas por los dirigentes de turno. El blog decía que los mandatarios iban cambiando mientras los profesores quedaban a expensas de la próxima novedad. Estaba convencido de que todo funcionaba gracias a la profesionalidad de la clase docente, a las ganas de aprender del alumnado y a la confianza que las familias depositaban en el sistema educativo. La suma de tanta evolución se acumulaba y la profesión, la edad y los cambios de la sociedad hicieron mella con la aparición de enfermedades profesionales, algunas depresiones, dudas y también con ilusiones para adaptarse a los nuevos tiempos. El texto de ese blog del 23 del último 23 de febrero concluía con palabras de esperanza, de adaptación y de progreso. Noté el entusiasmo que estas palabras transmitieron a sus pupilos mientras las leían cada uno en su ordenador. Era evidente que predicaba con el ejemplo y siempre fue el primero en enfrentarse con las novedades que podían hacer progresar la enseñanza. Aseguraba que había que partir de las enseñanzas y métodos tradicionales pero siempre con la vista puesta en las demandas del futuro. Casi nunca mencionó términos como decepción, derrotismo ni ese fácil pesimismo de quienes en esta profesión se quedan con los viejos tiempos, como si no supiéramos qué nos ofrecieron. Es cierto que cuando les enseño las noticias diarias que publican los diarios digitales  a veces hay denuncias contra enseñantes, testimonios de enseñantes a punto de tirar la toalla, adolescentes casi imposibles de reconducir hacia el aprendizaje, brotes de indisciplina, rebeldías varias y muchas y necesarias reivindicaciones sindicales. Cuando este profesor lee estas noticias me fijo en sus ademanes y siempre adopta una actitud de comprensión, pero también de escepticismo y recelos ante la imploración de que tiempos pasados fueron mejores. Como si quienes desataron aquel lejano 23 de febrero fueran precursores de avances inesperados. Noto que podría caer en esta actitud y sumarse a la lista de agravios. Comprende estas razones pero se instala en los avances, me mira a mí y a tantos como yo, ve la sociedad en que están sus alumnos, observa qué circula por la red de redes y decide que es él el que debe adaptarse a los nuevos tiempos. Y recuerda las palabras de un progresista ya fallecido: hacerlo así rejuvenece el espíritu. Al final todos sucumben a mis encantos. No queda más remedio. Represento una realidad que no tiene marcha atrás. Prueba de mi poder es mi portentosa memoria. Lo guardo todo y, cuando ya no cabe más, siempre hay soluciones. Mi representación física acoge a multitud de añadidos compatibles conmigo. No paran de inventarse objetos impensables hace años que cuelgan de las orejas de los alumnos, o los llevan en las manos o en sus mochilas. Cada uno dispone de las modernas representaciones de la memoria, son pequeños dispositivos que pueden almacenar tantos conocimientos como muchos libros. Los alumnos son expertos en usarlos y en consumirlos. Los manejan con rapidez y montan o desmontan todo con gran agilidad. Ellos siempre están conectados, siempre pendientes de mensajes externos, de músicas de moda, de imágenes de todo tipo, de textos casi sincréticos, de sonidos, logos, tonos, emoticones. Son las penúltimas creaciones de países orientales que ya inventan las futuras necesidades. Mi semblante está en todas partes porque hoy el don de la ubicuidad se llama Internet, MP3, teléfono móvil, videoconsola, portátil, servidor, portal, blog, web, Intranet, disco duro, chats, gigas, memoria externa, redes y más redes que nos rodean. A mí también. Entre todos brindamos muchas posibilidades para aprender, nos sentimos orgullosos de ayudar a transformar la enseñanza. Pero, ser precursores de tantas novedades también nos causa problemas. El principal, los ataques a nuestro interior, a nuestro sistema de funcionamiento y a nuestra memoria. No paran de atacar la moderna memoria de la humanidad. Menos mal que también existen los libros, los documentos impresos en papel. No son incompatibles con nosotros. Muchas voces de alarma se han oído en la enseñanza contra nuestras supuestas “maldades”. Los progresos técnicos siempre han estado sujetos a criticas. Y está bien que así ocurra. Yo soy el primero que veo a mucha gente delante de mí muchas horas del día. Casi todo el día pegados a maquinitas, a pantallas, a sonidos, a lo digital. Es el triunfo de lo analógico, de lo catódico, de lo digital. Pero también sé que nos deben situar en nuestro sitio. No debemos ser más importantes delo que somos. A ese profesor muchas veces le he oído decir a sus alumnos en mi presencia que nunca desperdicien el contacto físico, la conversación presencial, el tú a tú, la mirada, la palabra amable, la lectura pausada, la amistad, esos valores que también se pueden seguir cultivando de otra forma con el uso de todos nosotros. Él les anima a compatibilizar todos los sistemas de información y de aprendizaje, a no creerse todo lo que mis redes les ofrecemos, a desmitificar y a producir conocimientos. De hecho, predica con el ejemplo. A mí me usa y me para, me seduce y me incita a ayudarle. ¿Ejemplos? Muchos y muy interesantes. Todos están presentes en muchas memorias físicas, aunque él dice que las que más valora son las mentales. Su discurso llama siempre la atención de sus alumnos cuando resucita el valor de saber, de aprender, de confiar en las capacidades de cada uno. Yo le guardo muchas fotos digitales pero él predica el valor de la foto mental como un privilegio individual. Le archivo cientos de textos pero siempre dice que el mejor es el último no escrito, fruto de los nuevos pensamientos que surgen de los anteriores. Por delante de mí y de mis semejantes desfilan cada día muchos alumnos. Les veo sus caras, cómo van creciendo a medida que evoluciona su adolescencia. Las modas de la edad se notan en adornos de todo tipo, piercings, peinados, originales afeitados entre ellos, maquillajes originles entre ellas. Sin así, con más originalidad que antes. Lo explican las observaciones y estudios sociológicos que aparecen en las noticias digitales. Los califican como irresponsables en ocasiones pero más discutidores y activos que antes, con inquietudes, abiertos a las nuevas tendencias que yo les cuelo en sus mentes, más habladores, con otro concepto del respeto y con diversidad de intereses porque hoy la comunicación circula a más velocidad que la reflexión y las relaciones entre tantas informaciones en continua renovación. Me hace gracia cuando entran en tantas salas llenas de máquinas. Ellos llegan con las suyas personales ya conectadas y lo primero que hacen es poner en marcha su ordenador fijo o portátil según el caso. A veces ni siquiera desconectan la que traen. Mucha dispersión en la atención a tantos puntos distintos provocan un problema que yo les noto: no escuchan a su profesor. Pendientes de la tecnología, se olvidan de la persona. Y él les recuerda que la enseñanza virtual, la información y los recursos digitales nunca deben anular a quien personaliza la enseñanza en su profesión, él es quien les debe orientar en sus procesos y búsquedas. Así aprenderán a seleccionar en la red, a trabajar con criterio, a discernir, a elaborar y a crear nuevos conocimientos. Su profesor les recuerda en los textos de su blog el mismo mensaje que han oído muchas veces: el libro siempre ocupó un lugar muy destacado en la transmisión y enseñanza delos saberes a lo largo de la historia. Ha de seguir siendo un referente imprescindible aunque no es incompatible con los nuevos recursos y herramientas, los cuales también ya son imprescindibles. Me gusta escucharle este consejo, me enorgullezco de mis poderes. En este aniversario de aquellos hechos, me usaron para leer más informaciones que los artículos que valoraban la actualidad de aquellos recuerdos. Las pantallas mostraban temas nuevos, impensables años atrás, pero habia otros casi eternos. Tanto unos como otros encajan en las explicaciones globalizadoras del profesor. Solia insistir en que la condición humana suele repetirse, que las noticias se crean pero no se inventan, que el estudio de la historia de la humanidad sirve para evitar el factor sorpresa de la actualidad y  para interpretar las claves que suelen adelentarse al futuro. La gripe aviaria estab presente en todos los puntos informativos, igual que no hace tanto tiempo las vacas locas o el aceite de colza centraban el interés que podía atentar contra el grado de bienestar indivual. Los presos etarras en la cárcel o fuera de ella, un tema de ahora y de antes. Un alumno denuncia por acoso a otro que empezó a pegarle hace unos cuantos años. Sí, antes la violencia en las aulas también existía, entre otras razones – les decía el profesor- porque  era un método muy usado por el mismo profesorado, por las familias y por el sistema en general. Con el agravante de que no se difundían denuncias porque eran impensables. Padres piden la retirada de los crucifijos de las clases. Impensable en los tiempos que pedían que volvieran los de aquel 23 de febrero de 1981. Hoy siguen expuestos en centros confesionales y, aunque no estén, se les respetan en los centros públicos. A pesar de las soflamas de algunos diigentes políticos conservadores o de los sectores eclesiásticos. Por delante de mí, en este instituto público, pasan alumnos y profesores  de diversas religiones. Sin porblmas y con respeto. La violencia contra las mujeres se ha cobrado una nueva víctima. Le preguntaban si antes también existía. Les respondía que, desgraciadamente, en muchos pueblos y ciudades la gente comentaba muchos casos aunque no sabía que solieran conducir a la muerte. Pero también eran víctimas: de esa violencia, del machismo más feroz, de las borracheras de los maridos, del oficio sus labores, de la sumisión, de la falta de igualdad o de la falta de acceso con libertad a los métodos anticonceptivos o al aborto. La guerra en Irak se ha cobrado más víctimas mortales. Las guerras ahí han estado, no en Irak pero sí en Vietnam, Oriente Medio y tantos países que los medios de comunicación consideran de segunda fila.

Las noticias que buscaban por los recursos de Internet  siempre le preocuparon a aquel profesor. Era un devorador de la actualidad. Creía que había que usarla como un gancho matinal para cautivar la atención del alumno, para acercarle los acontecimientos mundiales y para que se preocupara por las otras personas. Años atrás siempre llevaba EL PAÍS, recortaba y pegaba noticias. chistes y fotos en  carteleras y murales. Poco a poco despertaba el interés por la actualidad y acercaba el periódico al alumnado. No era fácil porque entender una noticia requería contextualizarla y explicar muchas informaciones anteriores. Sin embargo, se veía como un sembrador que recogería los frutos tiempo después. El paso siguiente que perseguía era suscitar el placer de la escritura, el interés por explicarse  de forma correcta y facilitar la lectura de estos textos a los demás. Siempre los profesores mandaban redacciones, la escritura de textos narrativos, artículos y otras composiciones de géneros diversos. Leer y escribir, la base principal. Antes se leía por obligación y, voluntariamente, los niveles de lectura eran los que eran. Sólo había papel y pantalla de televisión. Y, mucho antes, el profesor les explicaba qué era eso de la censura. Para hacerlo usó un ejemplo que a nosotros nos parece indigno. Buscó esa noticia que dice que los buscadores más populares en Internet han sucumbido a las autoridades chinas para que, si quieren entrar en ese gran país, no puedan buscarse términos conflictivos para el gobierno chino, como por ejemplo “derechos humanos”. El negocio por encima de los más elementales derechos. Mis semejantes nos sentimos muy mal con estas modernas censuras. Pero leer, lo que se dice leer, tanto el alumnado como el profesorado manifiestan que se lee más. O sea, ese pesimismo tan recurrente se desmonta con encuestas que dicen que la gente joven lee más de lo que se cree. Antes eran libros, papeles. Hoy son muchas pantallas, también papeles, libros. Si es por mí, todo el día me utilizan para leer, escribir, consultar, copiar, enviar y publicar. En cuanto a las páginas web que miran, pues las hay de todas las tendencias. Eróticas y pornográficas, también. El profesor aseguraba que, tiempo ha, requisó algunas revistas de temática afín, una muestra de tantas como siempre han circulado por debajo de las mesas o en lugares privados.

Escribir era otra de las obsesiones, un tema recurrente para quejarse de lo mal que se compone hoy en día. En los escritos de su blog, ese profesor ve que el alumnado ahora escribe más que antes, sea en papel, en ordenador, en mensajes SMS o en cualquier otro soporte electrónico. No obstante, las faltas de ortografía le dan muchos quebraderos de cabeza. Antes y ahora. De todas formas, hoy cuenta con inestimables ayudas que difunde entre sus alumnos: los correctores ortográficos de los procesadores de textos y los diccionarios gratuitos en Internet. Lo dice y lo alienta con innovadoras publicaciones digitales de gran éxito. Antes se cansó de realizar revistas informativas en papel. Cada trimestre el alumnado llevaba a su casa el resultado de muchos trabajos del centro. Hoy, nosotros le hemos facilitado la labor con los recursos tan atractivos que ponemos a su disposición. La comunidad educativa de ese instituto ha puesto en marcha una web, una Intranet, una revista digital de información continua sobre la actualidad del centro y muchos blogs personales. Estamos orgullosos porque nosotros, los ordenadores, contribuimos al máximo a su éxito. Cada clic que alguien hace desde cualquier lugar del mundo a la web nos enorgullece y reafirma nuestro poder. No, nosotros ya no somos el futuro, nadie sabe cómo será al paso que vamos. Una vez ese profesor les dijo que en los últimos cien años ha habido más avances que en toda la anterior historia de la humanidad. Por tanto, nos conformaremos con que nos adapten a un presente tan cambiante. Hoy casi no sabemos cómo será mañana. Nuestro precio y prestaciones quedan anticuadas al cabo de poco tiempo.  A nosotros nos modifican cada día con textos, gráficos, configuraciones, más programas, parches, antivirus, discos duros, más memoria. Entendernos es difícil pero no imposible. Notamos que las nuevas generaciones no nos tienen miedo, se atreven a experimentar, prueban, son autodidactas y comparten.

Os explicaba que en este centro estamos conectados durante todo el horario lectivo. Cuando acaba la jornada nuestro cerebro central sigue trabajando para que la web facilite las consultas a la información continua y a los documentos de las asignaturas. Son, sin duda, cambios inimaginables en la enseñanza de aquellos tiempos, según el profesor. A veces piensa en alto delante de la clase y juega a imaginarse cómo sería él ahora si hubiera utilizado tantos adelantos cuando  estudiaba. Insiste en ello para ver si convence a los más pasivos pero de sobra sabe que cada tiempo tiene sus sistemas y sus personas. Escribir, lo que se dice escribir, aquí se practica mucho. Con la posibilidad de contar con la publicación inmediata  de los textos, acompañados de fotos. Él, que le gusta interpretar los resultados desde la reflexión y la distancia, extrae conclusiones muy positivas de la implicación escolar en el uso de las TIC.

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Postdata:

Recuerda que este texto lo enviamos a un concurso y no obtuvo ninguna mención. Quizá  tenías razón cuando te lo leí. No tiene calidad suficiente, decías, en las bases del concurso debían pedir memorias docentes al uso, con estructura tradicional. Experimentos distintos de los habituales son difíciles de leer o fáciles de tirar a la papelera. Pero seguiremos intentándolo.

     

Silencios rotos por inteligentes preguntas

Dicen que en la televisión reproduce lo que empezó haciendo a altas horas de la noche en Radio Nacional de España. Dicen que es más un formato nocturno para ser escuchado al final de la jornada que a horas de alta competencia mediática. Dicen que es repetir lo de antes para ver si las viejas y existosas historias vuelven a repetirse. Dicen que vuelve cuando en muchas cadenas de allá y de aquí hay telepredicadores. Dicen que es falso, teatrero, fastuoso, creador de una figura ególatra rodeada de ese boato que encumbra a quien pretende trascender de la pantalla a las mentes. Dicen que su mensaje es repetitivo, manido y nada novedoso.

No pararán de decir del mejor dominador de los silencios, de quien sabe preguntar de manera inteligente, de quien puede arruinar la vistosidad de un invitado porque sus respuestas quedan eclipsadas por aquellas preguntas, de quien repite discursos que aún no hemos cumplido, de quien nos recuerda mensajes siempre actuales, de quien domina el medio.

Es ese llamado a sí mismo loco de la colina. Una persona, un contexto, un punto de vista. Un formato que ha hecho mover a otros canales su programación para atender a ese público que prefiere más series sin fondo que discursos inteligentes que le pueden hacer dudar de su lineal existencia. Mira que si, encima, han de ir a dormir cuestionándose lo que han hecho, sus ideas fijas, su educación o sus costumbres. No, que nadie entre en mi casa haciéndose el loco.

Nuestra salud es su negocio

Observa la pantalla plana, la de plasma, la catódica de siempre o cualquier otro formato en que te entren en casa vía televisión. En medio de los pasados fascículos, de las presentes rebajas y de las constantes dietas de adelgazamiento, no paran de colarnos advertencias curativas para nuestros problemas invernales.

Son tan buenas las compañías farmacéuticas que nos ofrecen todo tipo de soluciones envasadas. De sobra saben lo que venden, lo que ofrecen, lo que consiguen y lo que anuncian. También de sobra saben cómo dependemos de ellas cada vez más. Son nuestro más eficaz seguro de vida, aunque también tienen mucha letra pequeña y grande. No ignoran que la salud es lo que importa y que hemos de estar sanos ya. Es un lujo recaer en la cama por un resfriado. Para eso están tantos preparados como nos aconsejan. Y, al final de cada mensaje publicitario, nos alertan por imperativo legal de algunas precauciones y, sobre todo, nos sugieren que pidamos consejo a nuestro farmacéutico. O sea, a esa persona que a menudo está al frente de una expenduría de cajas y preparados bautizada con el nombre de Farmacia. Y, entre más venda, los sabrosos márgenes comerciales acrecientan su pecunio. De sobra saben las poderosas  multinacionales del impresionante negocio de la salud que sus mejores aliados están en el punto de venta final. Nunca se defraudarán mutuamente.

Que te aconsejen bien. Seguro que sales con una caja de eso que dicen que te va a curar.

Tierra rojiza en la Castilla conservadora

El invierno descubre la otra cara de la tierra castellana. O la misma cara dada la vuelta. Desde las tierras del este de la península, desde el extremo catalán hasta el presente castellano, la estación fría es una impresión. No lo has apreciado nunca en tu piel pero se nota ese ambiente fresco que ya te anticipan los aires pirenaicos, te asegura el cierzo del Moncayo y te confirman las tierras duras del interior castellano. La niebla debe endurecer el semblante o reblandecer los huesos. Esa humedad te cala hasta el fondo y te presenta una cruda realidad que ni las sucesivas capas de ropa son capaces de frenar. Los valles de los ríos se oscurecen con la capa blanca que se pega a los árboles y los pinta de sucesivas capas que se amontonan hasta que el sol sea capaz de despegarlas. También penetra hasta en el pensamiento.

Para el que pasa es bonito, más que para quien está condenado a no ver el sol durante días o a que sus enfermedades reumáticas avisen aún más de su presencia. Y para quien conduce o vive aquí de sobra sabe los rigores del indeseable efecto atmosférico.
A medida que la altura deja atrás la niebla asoman las primeras cumbres nevadas. Su envoltorio blanquecino reafirma la estación invernal. El Moncayo es la primera atalaya del viaje hacia Castilla. Lo rodeas y él se muestra impasible. Es un punto de referencia culpable de los fríos aires del valle del Ebro, un parque natural en tierras fronterizas y un punto de cita para los amantes del excursionismo o de la micología. Y aquí abajo están los campos yermos, tantos terrenos abandonados, desérticos, divididos por vías rápidas de trenes o de coches. Otros ya están roturados y forman una capa rojiza de tierra dada la vuelta. Enseña sus interioridades, pudre su antigua superficie y, con la tranquilidad que da la tranquilidad del tiempo agrícola, espera el turno de la siembra.
Entras en Castilla y las fuertes heladas confirman que la estación más fría se muestra tal como es. La antigua reciedumbre provocada por la inevitable adaptación al medio con pocos adelantos, da paso a las comodidades de una vida mejor. Veloces tractores y otra maquinaria agrícola son capaces de hacer más con menos. El abandono del minifundismo de subsistencia ha dado lugar a menos que trabajan más terreno más cómodamente. Se nota en esas tierras mejor labradas, más iguales, más rojas, más juntas. Rojas por el color del terreno en zonas donde la conservación de lo de siempre aún se impone con más ahínco que las nuevas ideas. Impera lo que siempre ha hecho que esta tierra esté apegada a unas tradiciones que han sido causantes también de su estado actual.
Más allá asoman los Picos de Urbión, también nevados, en las altas tierras sorianas. Majestuosas montañas de donde emerge el río Duero y donde, entre otras lagunas, la laguna Negra siempre causó expectación, antes fue motivo de leyendas y hoy es objeto de apuestas deportivas. Ya se vislumbran las primeras varas de los viñedos, anunciadores de ese nuevo maná  de los caros caldos de la Ribera del  Duero. Parece ser la gallina de los huevos de oro del vino de moda, ensalzado por unos expertos que han animado a plantar más viñas y a asentarse allí gentes inversoras de otras zonas o los ricos que deben presumir de ser también amos de una bodega. Vides y chopos sin hojas que te enseñan su estructura hasta que la primavera la vista  de verde.
Pueblos y más pueblos, el progreso tranquilo, los pequeños cambios de sitios con una belleza cautivadora, lomas con suaves desniveles que acaban en un torrente o en un río, la Castilla que ha embelesado a tantos creativos y que atrae cada vez a más turismo cultural por caminos a Santiago, rutas de la Plata y más sendas y veredas.
Zonas también que atraen otros turismos, polémicos en ocasiones. Las tierras baldías cotizan como cotos de caza, tanto para lugareños rurales o emigrados a las ciudades como para selectos colectivos que pujan por zonas más atractivas. Y clubs, muchos puntos de sugerente luminosidad que ofrecen la diversidad de procedencias femeninas. Curiosa esa carretera en la que, enfrente de uno de estos antros del supuesto placer,  aparece casi en ruinas una casa con el rótulo de “Almacén. Peones camineros”. Antiguos trabajos, profesiones o necesidades.
La niebla, el frío, el hielo, la nieve, el tiempo del momento que forma parte de esa rueda de la vida que gira y repite lo que siempre ha ocurrido.

El hummer del empresario cazador de recompensas que fue pastor de ovejas

No es habitual ver aparcado un vehículo como éste en una pequeña ciudad, o gran pueblo comercial, de provincias. Sin embargo estaba allí y era de él. Un sorprendente automóvil que filmaban los escasos adolescentes que a aquellas horas de la mañana se enfrentaban a la densa niebla y a unas calles resbaladizas como consecuencia de las bajas temperaturas nocturnas.

 

Al parecer han llegado pocos a España, procedentes de Estados Unidos. Debe ser el no va más para personas a las que la ostentación de los todo terrenos de aquí ya no les causa esnobismo. Y mira que hay oferta de estos tanques nacidos para el campo aunque ahora lo que menos hacen es conocerlo. Los penúltimos dueños del asfalto se han completado con el mítico vehículo que los militares estadounidenses crearon para sus hazañas guerreras.

 

Tener un Hummer debe ser el no va más. Parecen blindados o acorazados con las últimas comodidades que, si te dejan paso, es como si te perdonaran la vida. Imagínatelos en cualquier poblado vietnamita o iraquí. Serían la carta de presentación de lo que vendría a continuación. Además, hasta en su país de origen últimamente han arreciado las denuncias contra máquinas que gastan enormes cantidades de combustible y que pueden provocar accidentes, quizá más por la idiosincrasia del supuesto conductor.

 

En esa pequeña ciudad comercial del interior también alguien tiene uno. Bueno, no es un cualquiera y tampoco el vehículo estaba vacío. El propietario hoy es un empresario de la construcción. De esos que, mientras nadie justifique rumores, ha ganado mucho dinero con el arte del ladrillo y con muchas otras suposiciones. De joven fue pastor de ovejas mientras su madre, viuda, era una jornalera del campo. Otros tiempos que han dado paso a estos lujos. Ahora es un gran aficionado a la caza. De esos que se codean con gente que se mueve muy bien en el entramado económico. Con brío, belicosidad y poderío, con mucho gasto de todo, de los que cualquier amago de deseo están acostumbrados a tenerlo aunque haya que imitar a un Hummer.

 

Dentro del todo terreno los cristales tintados dejaban ver muchas cornamentas de ciervos, trofeos de caza o de guerra. Hacían juego con el coche y con el anagrama dibujado en la puerta, que atestiguaba que también el conductor tenía una dehesa. Sí, son esos sitios que, si alguien se atreviera a hablar claro o a revelar secretos, deben ser el origen de tantas decisiones que nos afectan a todos, de tantas compras, intercambios, políticas y normas, todo surgido después de una bien organizada jornada de caza, con la posterior cena, juerga y más.

 

Son las recompensas que se cazan como un efecto colateral de tantas jornadas conegéticas, más rentables para algunos que las horas de trabajo sudadas para pagar la hipoteca del piso hecho por ese constructor que se siente más potente aún al volante de su Hummer.

 

Vigilancia privada para favorecer la convivencia pública

Es lo que hay. Mira a tu alrededor y parece que sólo nos preocupa nuestra seguridad en unos tiempos bastante inseguros. Parece una consecuencia de algo, una realidad muy repetida o el producto de una cadena de disfunciones que desestabilizan la buena vida de la sociedad del bienestar.

Hoy hablaban de lo que cuesta incrementar la vigilancia del metro de Barcelona. Vas a un museo o centro cultural y en algunos hay un vigilante para que nadie se cuele en la fila ni puedan asaltar la caja. Los radares de tráfico, ni te cuento los que hay. Las empresas de seguridad no dan abasto a vigilar edificios, urbanizaciones o personas concretas. De cámaras de vigilancia por las calles, cada vez más. Y ahora cada uno que lleve un móvil con cámara de fotos puede ser un vigilante más que aporta la prueba gráfica definitiva. Hasta los edificios donde trabaja alguna policía son vigilados por personas de empresas privadas de seguridad. O los hospitales, con vigilantes del orden incluidos.

No debemos estar en una sociedad modélica cuando la convivencia se consigue con cada vez más vigilancia. La educación, las normas sociales, el respeto pretenden conseguirlo entre la minoría de siempre con tantas medidas que, llegado el caso, la justicia se ve incapaz de efectuar condenas.

O vigilancia o campañas mediáticas. Miedo y publicidad para educar. Y ahí están los resultados.

 

Ellas leen y se preparan a fondo

Sí, vosotras, gente como tú demostráis día a día que, sin hacer ruido, os preocupáis de aumentar vuestra formación. Se observa en muchas reuniones, en los centros de enseñanza, en el nivel de las conversaciones, en los medios de comunicación, en las intervenciones públicas o privadas, en el nivel de lectura.

Vosotras sois un ejemplo que debería estimular a muchas otras personas a copiaros y veros como un estímulo para no perder ese reto de la formación continua durante toda la vida. Sin embargo, no podemos generalizar en estos tiempos en que no se sabe qué es cultura ni qué forma o deforma. Pero lo que se ve es que las mujeres se están situando en el lugar que merecen, y algunos hombres en donde debían haber estado siempre. Tranquila, esto no es un alegato ni de feminismo ni nada por el estilo. Ya sabes que los -ismos no nos han gustado nunca. La realidad evidencia por dónde va el futuro que ya es presente.

A ver si se enteran tantos prepotentes y ciertos energúmenos animales que sólo saben descargar la violencia contra ellas. Ellos son tan débiles que han de atacar a las fuertes.

Mensajes audiovisuales sólo autonómicos

Fíjate que aquí determinados colectivos empresariales luchan por su libertad de expresión y de negocio hastq eue consiguen el objeto del deseo, o sea, un canal analógico o digital. Después observa que ofrecen más de lo mismo, sin aplicarse las críticas que antes regalaban a sus rivales.

La cuestión es hacerse orír, sobre todo entre anunciantes que deben contratarles esas cuñas que son las que les mantendrán con sufiente poder como para justificarnos tanta libertad de expresión como aparentemente pedían. Más de lo mismo. Luchan por la televisión digital terrestre, por más canales, por más tecnología, por más interactividad pero todo se lo ofrecen al público de siempre. O sea, siguen con más de lo mismo pero con más calidad técnica.

Haría falta saber hasta qué punto la mente colectiva mejora con tanta oferta,cómo se forma para que no se dejen deformar por tanta pantalla de plasma que adormece a cualquiera, aunque luchen contra ello con la susodicha interactividad. Parece que el fondo de todo es la empresa, el dinero de la publicidad y la cuenta de los resultados que dan esos índices de audiencia.

Sin embargo, un gran sector cultivado ya se decanta por otros medios que no es la televisión. Podríamos decir que seguirá siendo mayoritaria pero tendrá una fuerte competencia en la oferta de Internet, en las creaciones digitales de cada uno y en ese ocio menos comodón de sofá y siesta al que ya se apuntan colectivos con mucha capacidad de decisión. Aunque no pertenezcan al selecto grupo de personas escogidas para tener un aparato medidor de audiencias.  

Cumbres borrascosas

Hay que ver la cantidad de reuniones internacionales y nacionales que se hacen. Barcelona, aquí al lado, ha debido ser la penúltima. Porque la última quizá sea cualquiera pública o secreta.

El relato que no mereció que nos premiaran

Te empeñaste en presentar un relato a una convocatoria de este tipo de escritos que hacía una editorial. Se trataba de enviar un texto en que explicara un viaje efectuado durante las vacaciones. Como escribimos aquí una larga explicación de nuestro recorrido por Tenerife y La Gomera, creíste que se podía hacer una adaptación y probar suerte.

Ya te dije que hay gente que escribe muy bien, que sabe mucho más que tú y que yo, que no son aprendices o aficionados como nosotros. Hay que saber valorar, reconocer la calidad ajena y ser humildes cuando pretendes probar pero no estás a la altura de las circunstancias. Somos mediocres, nunca conseguiremos más que lo que nos dejen los blogs y las personas que de vez en cuando se interesan por nuestros textos. Pero seguiremos aprendiendo de quien sabe más. Nos conformamos con lo que decimos siempre: nuestra ilusión es aprender. Y, si quieres hacerlo, observa el relato premiado y el finalista del concurso de la editorial EL PAIS AGUILAR: http://www.elpaisaguilar.es/user/pages/premio_viaj.php al que tuvimos la osadía de presentarnos.

Después de leer los ganadores, te hago caso e incluimos aquí el relato que presentamos y que ha pasado sin pena ni gloria. Quizá sea lo que se merecía y nos han colocado en el sitio en que debemos estar.

 

Tenerife y La Gomera, desde otro punto de vista

Garachico, como ya sabías, es un pueblo situado en la costa tinerfeña, que concentra en su historia casi todas las características más tópicas de las islas Canarias. Cuando preparábamos este viaje y tú buscabas información,  me solías repetir las  mismas palabras que se citaban en aquellas páginas de Internet que yo te comentaba, en enciclopedias y artículos: vulcanismo constante y reciente, naturaleza explosiva, conquistas, piratas, agricultura y el turismo, siempre el turismo como moderna y controvertida industria económica y de apertura de mentalidades. Y en Garachico comprobaste cómo  ocurrieron aquí  recientes erupciones volcánicas pero una parte del pueblo se salvó, su castillo aún conserva vestigios de épocas pasadas, estuvo dominado por caciques que controlaban  la riqueza vinícola y ahora vive sobre todo del turismo: edificios renacentistas y góticos, piscinas naturales en la playa y el atractivo de ese enorme y joven paisaje volcánico que culmina en el majestuoso Teide y en el final de esa carretera que acaba en la Punta de Teno, imponente balcón desde el que se divisan esos acantilados llamados con propiedad Los Gigantes.
Tenías mucha ilusión en experimentar nuevas sensaciones. A tu edad adolescente nunca habías montado en avión y desconocías todas las islas Canarias. Valorabas mucho las sensaciones propias,  las descripciones que  te hacía y, después, yo disfrutaba con tus nuevas preguntas y con la interpretación final de todo, con ese poso vivencial que te alimentaría tus conocimientos.
¿Recuerdas  cuando fuimos a husmear precios e información en algunas agencias de viaje? Sobre Tenerife, ningún problema. Pero lo de La Gomera fue curioso. En algunas nos trataron de ignorantes cuando les dijimos que pretendíamos estar allí cinco días. ¿Cinco qué..? Decían que con un día ya había bastante, que hay un circuito que te llevan en barco desde el puerto tinerfeño de Los Cristianos, te montan en un autocar, ves el centro de Interpretación de Garajonay, te preparan la comida en un restaurante, algo más de recorrido y…vuelta en el barco a Tenerife. Que si casi no había hoteles, que es una isla muy pequeña, sólo con el atractivo de un parque natural, que lo mismo te lo pueden ofrecer en sus  redes de hoteles de Tenerife. Fuimos respetuosos con sus opiniones, cogimos sus almibarados folletos turísticos llenos de presupuestos, de maravillosas fotos y de aparentes ofertas pero, nosotros, lo tuvimos aún más claro: el norte de Tenerife y La Gomera.
El aeropuerto de Barcelona te impresionó. Captabas sensaciones que después confirmabas con mis impresiones. Del calor pegajoso mediterráneo de un día de julio a mediodía, mejor no hablar. Ibas a mi lado y oías multitud de conversaciones, notabas un sinfín de ruedas que arrastraban por el suelo muchas maletas, gente apretujada, te avisé que ahora vendría una larga cinta transportadora de personas, que teníamos que seguir andando hasta llegar a la terminal B, un enorme espacio lleno de lo típico que hay en cualquier aeropuerto: carros portaequipajes, oficinas de las compañías aéreas y de viajes, bares, tiendas, para qué seguir  si lo primero que hicimos fue conseguir nuestra tarjeta de embarque, después facturar el equipaje y esperar hasta embarcar. Tus preguntas  fueron continuas. Te interesaba todo y  recuerda que no paré de satisfacer tu continua curiosidad. Por algo tus profesores te consideran una chica a la que le llama la atención todo, que trabajas procesando siempre muchas informaciones que luego transformas en conocimiento. Tranquila, a mí me resulta difícil meterte todo un gran aeropuerto en tu cabeza. Saldremos de este lío con esa palabra que tanto nos transmiten a ti y a los demás: “ilusión”. Llegada la hora del embarque, atravesamos el acceso y penetramos en el avión. Luego observaste la continua amabilidad de toda la tripulación, cariñosas palabras y una continua preocupación por el pasaje. Instalados en nuestros asientos, te fui explicando desde lo del cinturón hasta las instrucciones internacionales por si la cosa fallaba. Qué te iba a responder yo cuando sonreías al imaginarte cómo llevar a la práctica tanta instrucción si llega el fatídico momento. Te prevenía también del momento del despegue, la sensación de subir, la presión en los oídos, la estabilidad del vuelo, las turbulencias. Luego me empezaste a preguntar qué se veía desde mi ventana. El mundo cada vez más pequeño, las blancas nubes, el inmenso mar, ese infinito en el que estamos instalados provisionalmente imitando a Ícaro.
En casi tres horas pudimos hojear la tradicional revista aérea, llena de amorfos y atemporales contenidos, anuncios y promociones de la tranquilidad y de la buena vida. También reflexionamos sobre una  noticia que te leí y que  nos sirvió para tenerla presente en estos días y saber hasta qué punto es verdad. En nuestro diario de todos los días, en EL PAÍS del martes 5 de julio, el arquitecto Iñaki Ábalos pidió “pasión por el trabajo y rigor para construir algo inesperado” en el seminario que dirigía en Madrid titulado “Siete ideas de belleza, siete técnicas de diseño”. Tu curiosidad y tus ganas de saber y de experimentar me hicieron recortar la hoja, leértela varias veces y, juntos, comprobar en los próximos diez días estas siete ideas de Ábalos: “Propone para la reflexión siete paradigmas en un mundo globalizado que plantea nuevos sistemas estéticos, con una base común en la que participan la fascinación por la geometría compleja, la sensibilidad medioambiental,  el valor creciente de lo cotidiano, el espacio físico y social en un mundo en mutación, la materia como agente ´proyectual´ y lo pintoresco como experiencia estética”. Quedamos en trasladar estas ideas a nuestro turismo canario y, en estas estábamos cuando viviste tu primera experiencia de aterrizaje, aplausos de los pasajeros, otra vez la presión en los oídos,  desembarque y…ya estamos en el aeropuerto de Tenerife Norte “Los Rodeos”.
Te empeñaste en escoger la parte norte de la isla. Tus informaciones te ratificaron tus preferencias: espacios verdes, vegetación, contrastes y el mar. El trayecto de ida hacia nuestro apartotel del Puerto de la Cruz nos dio pistas que nos confirmaron por qué a esta isla se la llama “la isla amable”dentro de las “islas afortunadas”. Personas afables, un buen trato, una vegetación subtropical exuberante y desconocida para nosotros, indicadores de tráfico hacia lugares como Santa Cruz, La Laguna, La Orotava, El Teide y el Puerto de la Cruz. Espacios sometidos a las mutaciones, que diría Ábalos, y que pudimos comprobar tanto como lo puede hacer la mirada de cualquier turista. Cuando te mencionaba estos nombres y te describía el verdor de esta zona, de pronto mostraste interés por una planta que produce esos frutos que tanto te agradan, el platanero. Hiciste lo mismo con el nombre del Teide, montaña que no se podía ver porque casi siempre en este microclima hay una nube que divide la meteorología en dos o más ambientes.

En los días de estancia aquí, me he de disculpar porque no paré de hablarte mientras tú sentías lo que yo te explicaba. Es uno de los defectos que tenemos algunos pensando que hay sentidos más importantes que otros. Visitamos ese parque de animales llamado “Loro Parque”. Reivindicabas silencio para escuchar sus sonidos, notaste el frío artificial de ese increíble espacio acondicionado con la ayuda de ordenadores para que los pingüinos vivan “como si” estuvieran en los polos, apreciaste los saltos de los lobos marinos, de los delfines y el vuelo de los loros. Pero también visitamos ese árbol mítico e histórico de Icod de los Vinos, el drago; el pueblo de Garachico, sus piscinas naturales que admiraría nuestro arquitecto Ábalos, el castillo salvado de la lava y esa historia del poderío caciquil de unos pocos acaparadores del antiguo mercado del vino con un final impuesto por el pueblo; el atardecer en la punta del Monte Teno, esa conversación con aquel labrador que nos profundizó en la realidad agrícola canaria y nos razonó el abandono del campo; el espectacular barranco de Masca que te sorprende al final de la sinuosa carretera con el regalo del Teide; la fascinación por una geometría tan compleja (Ábalos) que heredamos fruto de las erupciones del gran volcán, turistas y más turistas que se conforman con subir en el teleférico y fotografiar tres zonas al borde de la carretera, mientras nosotros recuerda que fuimos a Santa Cruz a solicitar uno de los escasos permisos para subir a pie hasta la cumbre, aunque ya no había plazas para ese día, pero sí nos adentramos en una ruta senderista, sólo acompañados por algunos extranjeros. Recorrimos sitios pintorescos de la zona norte de esta isla, admiramos tanta naturaleza llena de tantas plantas desconocidas para ti y para mí, consolando nuestra ignorancia con una posterior visita al jardín botánico del Puerto de La Cruz, en el que había plantas con sus nombres.

Te veía contenta y feliz pero también muy interesada en saber qué tipo de turismo predominaba más aquí. Retratos sociológicos válidos para todos son difíciles pero tú pudiste juzgar por las personas que estaban en nuestro apartotel: turismo familiar, tercera edad, parejas, todos con ganas de tranquilidad, de ver con seguridad y de comer sin dietas en el buffet libre. Me hablabas de modelos de turismo, de tantos modelos como personas, de que cada uno se busca su pequeño paraíso de descanso como quiere o como sabe y de que así también se pretenden cumplir las ilusiones de todos. Pero, tranquila, que aún nos quedaban la mitad de los días. Después de Tenerife fuimos a tu isla, a la que siempre te atrajo, a pesar de algunas agencias de viajes. La Gomera fue un gran cambio por su pequeñez, por su  naturaleza y por conocer tantos contrastes en tan corto perímetro. San Sebastián nos recibió a mediodía, con sol, mostrándonos su cara agreste y pelada de vegetación. Te lo anuncié pero de sobra sabías que, cuando nos adentráramos con nuestro coche alquilado por sus carreteras, nos enseñaría otras caras. No parabas de preguntarme cuánto quedaba para el parque nacional de Garajonay. Luego lo intuiste por el olor a húmedo y por los cambios de temperatura. Sacaste uno de tus punteados textos y me empezaste a preguntar por los bosques de fayal-brezal, por los de laurisilva, por esas nubes que hacen que este espacio esté verde y que suscitan tanta curiosidad, la “lluvia horizontal”. Querías sentir todo el parque, tocar sus plantas, notar los cambios de temperatura, andar por sus caminos y que yo callara para dejarte hacer tú sola una composición mental de donde estábamos. Quedé maravillado por tu forma de entender lo que yo veía. Juntos completábamos la fotografía final.
Nuestro destino era un apartamento en Valle Gran Rey. Impresionante este exuberante barranco lleno de vida que nos recordaba con nostalgia viejos tiempos en que se cultivaban todos sus bancales, con un mirador-restaurante hecho por César Manrique (qué gran sensibilidad medioambiental la de este genio, señor Ábalos), un sitio con un modelo turístico diferente a Tenerife, con algunos hippies que aún conservan aquí uno de sus paraísos, postales marinas del océano en frente al oscurecer mientras por detrás las luces trazan las siluetas de las palmeras y de los recortes montañosos de la antigua lava al fondo. La isla nos enseñó algunas de sus caras, sus pueblos, sus comidas y sus recursos naturales presentes en el parque nacional de Garajonay, un verdadero ejemplo de conservación del medio. Vallehermoso, Agulo, Hermigua, San Sebastián de Gomera, Playa Santiago, pequeños núcleos poblados no sólo por gomeros. No olvidaremos aquella chica  vigilante del parque cuando tú le preguntaste por tanta tranquilidad y ella te dijo que aquí el reloj va cuatro horas retrasado respecto a la península. Recuerda también aquella pareja de ancianos de Estados Unidos vecinos de nuestra mesa en aquel restaurante, residentes aquí, o tantos alemanes que se han trasladado a vivir y hasta han montado emisoras de radio en su lengua. Muchas experiencias pero ninguna como la de Garajonay. Recorrimos casi todos sus senderos y, antes de volver, lo hice de nuevo, te felicité porque me enseñaste a mirar de otra manera, tú, que nunca has podido ver con tus propios ojos pero has acertado en la interpretación de ésa nuestra realidad. 
 
 
EL PAIS – AGUILAR
 
 
“Para el concurso de relatos 2005”
 
 
  
 
 
 
 
 
 
 


Un pan y un libro o cómo fabricar dos alimentos

Un pan caliente y un libro reciente. Dos alimentos que exigen un proceso. Espera y verás.

Un buen día para seguir conectados por medio de Internet

Ayer hablábamos de desconexión. Hoy nos toca celebrar el día de Internet. La mejor forma, estar conectados. Así somos. Con ciertas contradicciones. O, mejor, con días para lo que te pida el cuerpo. La verdad, no es fácil prescindir de este gran medio cuando tiene tantas ventajas y significa tanto para nuestras relaciones, comunicación e informaciones.

Como ya hay días para casi todo, Internet debía tener el suyo. Un 25 de octubre, por ejemplo. Pero podía haber sido cualquier otro. Total, ya sabes, sirve para recordar y actualizar temas con informes especiales en diarios o en la misma Internet.

El caso es que uno de cada tres habitantes de aquí sí tienen Internet. La verdad, lo dices bien, paulatino éxito. También es verdad que unos cuantos viven enganchados mientras muchos más desconocen el medio por excelencia. Sí, el gran medio. Poco a poco desbanca a la televisión en colectivos más amplios.

En tu instituto me dices que tuvieron que recordaros que Internet también educa y que uses la red con responsabilidad y respeto. Es un reflejo de la vida diaria. Tú lo dices, es fácil acceder a contenidos inciertos, enviar mensajes con nombres falsos o experimentar casi todo.

También recuerdas lo que te cuentan tus compañías. Se miran pantallas pero no hay hábito de leerlas. En Internet pasa como con la televisión. Se funciona por fotogramas, por cambios continuos de pantalla, de web o de sección. Caemos más en lo visual que en lo textual, no desciframos las interconexiones que nos ofrecen mayor información sobre el objeto de nuestro interés. Bueno, tampoco lo ves negativo. Tú y yo no somos negativos ante un medio que tanto nos gusta. Tiene muchas cosas positivas, tantas que coincidimos en adjudicarle una puntuación muy alta como uno de los grandes inventos de hoy.

Entre más seamos más compartiremos. Y más aprenderemos, incluso de quienes sólo ven cosas negativas o hasta de quien detesta un medio que desconoce. Entre otras razones, porque quizá no tenga conexión. Ahora bien, cuando lo pruebe...

 

Las utopías que compramos porque están en el mercado

Expertos en futuro desde 1864.A veces la perfección resulta difícil de soportar. Tan grande como tú. Contribución invisible. Éxito visible. ¿Y si el verdadero lujo fuera el espacio? Visiones desde la tierra. Para los que creen en la conducción. A veces los sueños se convierten en realidad. Objetivo cero emisiones. Si eres hombre da la cara. Contarle tu versión de la historia no te costará nada. Más perfecto que una mujer sólo hay dos mujeres. Como nunca, como siempre. Nadie sabe más de la noche. Cuida el mundo en el que vives. Un gesto de respeto por el medio ambiente. La calidad, nuestra razón de ser. No es una tormenta, es tu bautismo. Oscuro objeto de deseo. Destaca su belleza. Un paso por delante. Viajando hacia lo imprescindible. Etc., etc., etc.
Son los eslóganes o frases destacadas de muchos anuncios que cada día nos ofrecen la ilusión de una seña de identidad en forma de producto. Quizá es la nueva filosofía, la nueva religión, el consumo, la alegría de vivir.
Utopías o no, pueden ser nuestra chispa de la vida (por cierto, una idea de otro antiguo anuncio)

Visto, oído, admirado y estimado maestro: adiós, Eduardo Haro Tecgeln

Tú sólo lo conocías porque yo te había enseñado algunos de sus artículos de su sección diaria “Visto/Oído” en el diario EL PAIS. Eduardo Haro Tecglen ha sido una de las personas sabias que yo más he admirado. Le he leído con admiración, aunque a veces no estuviera de acuerdo con sus ideas. Otras veces, su vasta cultura me impedía acercarme a sus razonamientos.
Estoy seguro que a ti también te hubiera atraído su figura. Debías haberlo seguido. Yo le conozco desde mi adolescencia. Más o menos cuando era como tú. En aquellos tiempos del franquismo me abrió los ojos con mi adorable revista, la suya, llamada TRIUNFO. Era una bocanada semanal de aire fresco. Eduardo estaba detrás, con ese aire escéptico, pesimista en ocasiones, liberal, respetuoso hasta el máximo, rojo, razonador de unos pensamientos que se perdían en su inmensa cultura. Llegaba a extraer aprendizajes de la muerte de varios de sus hijos, aconsejaba con moderación y siempre la sorpresa matinal era la misma: saber qué diría Haro. O qué habría visto en el teatro y que nos lo haría imaginar en una de sus habituales críticas de este arte en el que él tantos reflejos vitales veía.
Estoy muy triste porque la muerte de gente como él te deja un poco más ciego. Él era una luz segura. Cuando cumplió 80 años, o sea, el año pasado, su familia le regaló un blog. Lo anoto aquí. En él aparecen sus escritos y una primera nota de su mujer en la que anuncia su muerte. Aquí se acumulan comentarios. En general son excelentes. Pero los hay muy irrespetuosos, irreverentes, representativos de la otra España que le recuerda viejos artículos propios o su cólera contra lo que no podía aguantar. Así es este país. Haro los respetaba. Seguro.
Hoy no he podido menos y yo también he dejado mi comentario en su blog. Te lo ofrezco aquí. Un texto inmediato, lleno de emoción porque he perdido a un auténtico maestro. Nunca te olvidaré.
Y te releeré, seguro. Maestro. Eduardo Haro Tecglen

Mi comentario de hoy en su blog:

La muerte siempre llega pero nunca nos imaginamos el momento. Eduardo se ha ido, es cierto, pero su espíritu y sus ideas siempre estarán en mí. Ante un acontecimiento muchas veces pensaba: "¿y de esto qué pensará Eduardo?.
Uno de mis mejores maestros, Eduardo, me enseñó a interpretar la realidad desde que leí por primera vez la revista TRIUNFO, cuando yo era muy joven y él muy sabio.
Perdí la inocencia sobre esa realidad gracias a él sobre todo. Y fui creciendo con sus escritos en EL PAIS, sus comentarios en la SER y sus libros. También atendí a sus opositores. Él también lo hacía y fue una de sus grandes enseñanzas.
Visto, oído y muy querido maestro Eduardo. Siempre vivirás en nosotros.
Y mira que si, encima, con las investigaciones que hagan con tu cuerpo, encima nos curas, ¿qué más te podemos pedir?
Por : Evaristo el Miércoles 19 de Octubre de 2005"