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el informador informal

Ocasionales paraísos diarios

Los días dices que se suceden de vacación a vacación, con fines de semana y fiestas en medio.Parece que sólo te fijas en el descanso. No cuentas que el resto de los días también se viven. Te lo he repetido muchas veces. Sé que el fin de semana significa una ventana a la libertad aunque, cuando pasa, el uso de hacer lo que uno quiera no desentona con lo que hacemos la mayoría. O sea, repetición pero con la libertad de no estar sujeto a las actividades laborales diarias.
De todas formas, nuestro querido carpe diem siempre se puede poner en práctica. Hoy, por ejemplo. Los buenos momentos aparecen en el tiempo más inesperado y cada uno los ve a su manera. Por ejemplo, hoy llueve, vas en coche, hay un atasco pero la radio del coche transmite una música embriagadora. En mi caso de hoy, Radio Clásica de Radio Nacional alivió la cola con sonidos cautivadores. No, que no se acabe la cola porque he de apagar la radio. Mientras, oyes el ruido de esa lluvia señal de ese buen tiempo que es el agua que es vida que es lo que esperábamos desde hace muchos meses. Ruido del agua en la chapa, sonido del limpiaparabrisas, las ruedas que dejan su senda acuosa y esas marcas que pronto se difuminarán para otro vehículo haga su nuevo boceto. Sales de la ciudad y ves la niebla que dibuja nuevos perfiles en la montaña de Sant llorenç del Munt. Se forman otras composiciones geométricas variables, las observas y te dejas llevar por la magia de tantas figuras con la sintonía de esa sinfonía que te hace olvidar. Al otro lado, la espectacular silueta de la montaña de Montserrat, un mito muy estimado. En medio, las puntas de esos cipreses que esta vez emergen como atalayas entre la lluvia y no anuncian ningún cementerio.
Fíjate mi ocasional paraíso en medio de la lluvia. Después, para remate, quiero sentir el agua en el cuerpo, llevo el paraguas pero cerrado para que no se interponga en la sensación ya casi olvidada de mojarse. Sin miedo al resfriado. El cielo amenazador nos calmará parte de la sed de la epidermis. Estoy en un ocasional paraíso que dura mientras las sensaciones del momento no se agoten. Hay más, son fáciles de conseguir, están al alcance de la sensibilidad común. Parada en un bar, un diario, un café.Leer en una biblioteca, sentado al lado de una ventana por la que pasa la lluvia mientras tus ojos hacen que leen textos que se lleva el agua que cae. Encontrar un aparcamiento gratis al lado del sitio a donde vas. Volver. Pensar en lo que has visto. Explicártelo a ti y tú interpretarlo.
Todas las personas, si hurgamos en el día a día, encontraremos un minuto de algún ocasional paraíso. Otro día me explicas el tuyo.

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