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La que se nos viene encima

Fíjate en cómo nos preparan para una más de las plagas que se nos avecinan. No sé si alguna vez te han hablado del aceite de colza. Hace bastantes años que afectó a un gran número de población española, la mayoría gente de la calle como tú o yo. Conoces bastante bien el tema del SIDA, a menudo me has dado discursos sobre sus posibles orígenes, tu opinión sobre si fue o no un experimento de laboratorio que se les escapó de las manos, voluntaria o involuntariamente, para diezmar a la población negra y a otra gente que no desea determinada clase social. Esta terrible enfermedad sigue acabando con la misma gente que siempre es víctima de todo. Casi no se habla de tantas muertes en países pobres y los cócteles de medicamentos no están para sus esquilmados bolsillos. Los enfermos de SIDA de aquí son diferentes, con más derechos y gratuitos.
Prepárate que ahora llega la gripe aviar. La otra gripe la tenemos cada año aquí, con sus vacunas y muertes. Por cierto, recuerda que la gente que trabaja en la sanidad es la que menos se vacuna. No les hables a muchos enfermeros/as y médicos/as de predicar con el ejemplo y vacunarse. Es para los demás. Tampoco les hables del nivel de población fumadora que tienen dentro, como el mundo de la enseñanza. Tranquila, no te alteres, ya sabes la frase: haz lo que yo te digo pero no hagas lo que yo hago.
La gripe aviar dicen que viene de allá de donde nos llegan tantos productos fabricados en condiciones laborales extremas. En aquel extremo de Oriente se inician procesos de todo tipo y, al parecer, la gripe cuentan que surgió por aquellas tierras. Ya sabes, tú y yo somos ignorantes en muchos temas, tan ignorantes como nos dejan tantos filtros de información a que nos someten. Pero nos mantiene despiertos el escepticismo, la sospecha y querer mirar más allá aunque a veces no veamos bien ni lo más acá.
La clase política europea nos bombardea con ese aparente colchón de tranquilidad en que nos adormecen a diario. Todo controlado, los laboratorios Roche serán nuestros salvadores con un producto dudoso. Tranquilos, no pasa nada, dormid, consumid y pagad vuestras numerosas deudas que vuestra salud no se resentirá más que lo normal.Novedad, también de Oriente, el laboratorio hindú Cipla afirma que está en condiciones de sacar un genérico del producto de los laboratorios Roche para primeros de 2006. Menos mal que casi todo se copia. Y suele pasar en Oriente también.
Sin embargo, científicos y divulgadores no interesados en apaciguar a votantes explican los terribles pronósticos que nos brindará el H5N1. Las consecuencias de la gripe española de 1918 quedarán cortos para la mortandad que se nos avecina.
Tú sigue, compara y contrasta las opiniones sobre la gripe aviar entre políticos y expertos. Sospecho que tienes miedo, igual que yo. Está visto que superamos enfermedades pero nos sorprenden otras.
Sé optimista, si quieres levantar el ánimo mañana, ya sabes a quién debes escuchar. La que se nos viene encima ya llegará.

Salamanca, entre cumbres y papeles

No lo sabes aún, Salamanca es una joya en las tierras castellanas. Una ciudad admirada y admirable, situada en un extremo, lejana a muchos sitios y llena de realidades diversas como los campos que son un tejido de encinas, llanuras, dehesas y sierras; toros, cerdos, emigración, molinos de viento, esquí, desindustrialización, escuelas de verano, turismo lingüístico, estudiantes; con el paisaje fronterizo con Portugal, Extremadura y otras culturas lejanas que no entienden una ciudad llena de historia y de ilustres intelectuales, escritores y pedagogos.
Salamanca, noticia por el centenario de su plaza única, de actualidad por cumbres hispanoamericanas de mucho hablar y dudas ante la efectividad práctica de tanta oratoria. Salamanca, vista con mucho recelo desde Cataluña por unos papeles que pocos conocen y menos los políticos que más chillan para su (obligada) devolución. Devoluciones y restituciones, se supone que son justas, tanto como otras piezas religiosas que alguna provincia catalana debe devolver a una diócesis aragonesa y no están de acuerdo. Devolver lo que no es propio, difícil operación.
No se ven las realidades igual desde uno u otro lugar.
Salamanca, donde se cuida y se enseña la lengua castellana por tradición, debería echar mano de tantos lingüistas que acoge para descifrar tantos significados de tantas palabras como hoy cada uno interpreta a su gusto. O sea, mirando de fronteras hacia adentro. Vamos, con estrechez de miras.
Acuérdate, yo quiero mucho a Salamanca. Cuando vayas cuéntamelo.

Ocasionales paraísos diarios

Los días dices que se suceden de vacación a vacación, con fines de semana y fiestas en medio.Parece que sólo te fijas en el descanso. No cuentas que el resto de los días también se viven. Te lo he repetido muchas veces. Sé que el fin de semana significa una ventana a la libertad aunque, cuando pasa, el uso de hacer lo que uno quiera no desentona con lo que hacemos la mayoría. O sea, repetición pero con la libertad de no estar sujeto a las actividades laborales diarias.
De todas formas, nuestro querido carpe diem siempre se puede poner en práctica. Hoy, por ejemplo. Los buenos momentos aparecen en el tiempo más inesperado y cada uno los ve a su manera. Por ejemplo, hoy llueve, vas en coche, hay un atasco pero la radio del coche transmite una música embriagadora. En mi caso de hoy, Radio Clásica de Radio Nacional alivió la cola con sonidos cautivadores. No, que no se acabe la cola porque he de apagar la radio. Mientras, oyes el ruido de esa lluvia señal de ese buen tiempo que es el agua que es vida que es lo que esperábamos desde hace muchos meses. Ruido del agua en la chapa, sonido del limpiaparabrisas, las ruedas que dejan su senda acuosa y esas marcas que pronto se difuminarán para otro vehículo haga su nuevo boceto. Sales de la ciudad y ves la niebla que dibuja nuevos perfiles en la montaña de Sant llorenç del Munt. Se forman otras composiciones geométricas variables, las observas y te dejas llevar por la magia de tantas figuras con la sintonía de esa sinfonía que te hace olvidar. Al otro lado, la espectacular silueta de la montaña de Montserrat, un mito muy estimado. En medio, las puntas de esos cipreses que esta vez emergen como atalayas entre la lluvia y no anuncian ningún cementerio.
Fíjate mi ocasional paraíso en medio de la lluvia. Después, para remate, quiero sentir el agua en el cuerpo, llevo el paraguas pero cerrado para que no se interponga en la sensación ya casi olvidada de mojarse. Sin miedo al resfriado. El cielo amenazador nos calmará parte de la sed de la epidermis. Estoy en un ocasional paraíso que dura mientras las sensaciones del momento no se agoten. Hay más, son fáciles de conseguir, están al alcance de la sensibilidad común. Parada en un bar, un diario, un café.Leer en una biblioteca, sentado al lado de una ventana por la que pasa la lluvia mientras tus ojos hacen que leen textos que se lleva el agua que cae. Encontrar un aparcamiento gratis al lado del sitio a donde vas. Volver. Pensar en lo que has visto. Explicártelo a ti y tú interpretarlo.
Todas las personas, si hurgamos en el día a día, encontraremos un minuto de algún ocasional paraíso. Otro día me explicas el tuyo.

Historias particulares

Estamos de acuerdo con aprovechar el momento. Pero con esto de las catástrofes, en breves instantes muchas personas han visto cómo su carpe diem se paraba para siempre. Llevamos un año terrible. Bueno, la gente pobre siente en sus vidas cómo la naturaleza se ceba con sus vidas. La naturaleza o los efectos colaterales del bienestar del primer mundo, el caso es que ni se sabe el número de víctimas que se acumulan entre el tsunami regalo de Navidad, terremotos, maremotos e inundaciones varias.
Las cifras nos asustan relativamente. Ni siquiera ya las de los accidentes de tráfico, eso sí, mientras no sea de alguien conocido. Sin embargo, detrás de cada número hay una persona con su historia particular.
No saldrá en ningún sitio, apenas importará más que a sus allegados, hasta que la losa de la memoria la cubra para siempre. Pero siempre habrá una historia, tan importante como la de quien es relevante y aparece en las necrológicas. Quizá para la humanidad será un caído más, o uno menos que alimentar, o una unidad de consumo menos (tal como llaman a la gente mayor). En su pueblo, entre su comunidad su muerte no responderá a la fría y distante estadística.
A menudo estas historias personales sólo trascienden cuando el poder mediático hace el milagro de que salten a la fama por ser protagonistas de un libro, de una película, de un documental o de cualquier programa de televisión. Esa persona muerta en Pakistan, ese subsahariano que debe volver a su aldea con la frustración de no haber sido capaz de saltar la valla melillense o ceutí, ese conductor que por cualquier motivo se empotró contra otro vehículo, esa persona que muere en su cama de casa o en cualquier aséptico hospital, ese indigente abandonado en la calle, ese enfermo terminal de sida, ese millonario que no puede usar su fortuna para curar su irreversible enfermedad, esa persona presa por múltiples asesinatos.
Detrás, siempre hay una historia particular. Y , recuerda lo que te dice tu profe de Sociales, la historia de la humanidad es el conjunto de esas historias particulares, más que las de manadamases puntuales.
Tú también tienes la tuya. Carpe Diem.

La última, la economía, pero la que más manda

Curioso el tema de cómo se tratan las noticias sobre la economía en cualquier medio de comunicación. Excepto en aquellos especializados en este tema, casi siempre la economía está al final. Detrás de todas las otras secciones tratan aq aquella que manda sobre todas las demás. Ayer te decía que las botas de ese ídolo barcelonista son un símbolo del negocio del club, del diario, del jugador y, sobre todo, del poder de la marca.
Prueba a repasar hoy si no nos afectan los continuos cierres de empresas en España para trasladarse a países baratos; fusiones de enormes bancos; fondos de inversión qe compran empresas para cuidarlas y revenderlas dentro de unos años, con las consiguientes plusvalías; bancos que financian a empresas que a su vez han comprado las acciones que ese banco ha vendido; constructores de coches con un pie aquí y otro en China o Chequia; la caída del consumo en los hogares; el aumento de créditos, préstamos e hipotecas; la inflación que se dispara; la subida del butano; la publicidad y lavado de imagen en torno a las compañías petroleras, que bajan un céntimo en lo que menos se vende, la gasolina, para dejar inamomovible o al alza el gasoil.
Estos y otros temas nos afectan a nuestra vida doméstica. No, calla, no digas que más que el archidifundido Estatut. Si te oyen algunos decir esto, te colocan unos cuantos adjetivos. Tú vas viendo cómo los temas económicos y sociales los dejan en segundo plano. Coincidimos cuando dices que las polémicas sobre temas etéreos olvidan otros centros de interés, más cercanos a las personas. Quizá todo vaya unido y los grandes documentos los redactan, debaten y aprueban los mismos que tocan los hilos del mundo económico. No generalizaremos pero algunos hay que comparten ambas especialidades.
No te olvides de hacer lecturas económicas de las noticias. Poderoso caballero es don dinero. Aunque sea uno de nuestros asuntos más vitales y otros lo traten al final.

Libertad para censurarnos al hablar

Vivimos en libertad. Tenemos libertad. La reivindicamos cuando nos la quitan. Tú, la primera. Es uno de tus mejores bienes. Y ya sabes lo difícil que fue conseguirla en este país. Hubo viejos tiempos en que pasó lo que pasó. Sin embargo, observas a la gente y deduces que nos guardamos de edecir muchas cosas. Tú misma conmigo. Aparentemente me comentas tus preocupaciones pero no puedes negar que respetamos unas distancias. Te expresas libremente pero nunca como si fuera con tus amistades más omenos íntimas. Es lógico.
Ocurre lo mismo entre la opinión pública y en cualquier nivel de relación. Hay quien dice que la sociedad funciona porque todos nos callamos aquello que puede distorsionar la convivencia. En cuanto a los medios de comunicación, pues qué te voy a contar. Son libres pero dependientes, como tú o yo, por ejemplo. Fíjate la importancia del tema que hasta se trata en foros de alto nivel.
El diario AVUI, ayer 29 de septiembre, citaba la declaración del priodista de EL PAÍS Javier Moreno en un debate sobre comunicación, organizado en NUeva York por el Centro Rey Juan Carlos. Lee y reflexiona esta traducción del catalán de la opinión de Javier: A mí lo que me preocupa más es que la gente se censure sin darse cuenta; la peor censura es aquella contra la que no se siente la necesidad de luchar.
No creo que vaya en contra la libertad de expresión, más bien es la consecuencia de saber hasta dónde se puede llegar si se ejercer la total libertad. Pero también esto es preocupante, princesa. De todas formas, vigila, sigue enfadándote cuando te pongan trabas para decir lo que quieras. Forma parte de tu libertad.

Las leyes de la naturaleza, ésas sí que mandan

A todos la naturaleza se nos aparece tal como es, como fue o como la modeamos los humanos a base de más desmanes que cuidados. Ahí la tienes, con sus leyes. No entiende de artificialidades. Desconoce leyes humanas. Ignora a quienes con la soberbia de su poder creen que pueden con todo. Hasta con ella.
Muchas veces has escuchado que la muerte iguala a las personas. Que hay quien sólo parece subordinarse a ella y porque no le queda más remedio. Sin embargo, podríamos añadir tu propuesta. Hoy me dijiste que las leyes de la naturaleza también se imponen, a pesar de nuestra capacidad de querer ser superiores. Y ya ves lo que está pasando. Si miramos el tiempo, sembramos comtanimación y atentados ecológicos y recogemos sequías, efecto invernadero, calentamiento global, y añádele lo que quieras. Si observamos los huracanes, tifones, ciclones, tsunamis, lluvias torrenciales o inacabables sequías. Todo provoca excesos catastróficos. Mucho poder,excesiva soberbia, invasión de países pero la naturaleza coloca a cada ley en su sitio.
Sospechas que todo lo que pasa provocará cambios positivos para la mejor conservación del planeta. Puede. Quizá la única forma que Gaia tiene de hacer cumplir sus leyes sea a base de razonar con catástrofes. Confiamos y esperamos pero tú y yo somos optimistas escépticos.

Fórmulas sociales para ser más eficaces

Hay muchos cambios sociales que sorprenden. Créetelo. Y a veces no provienen de grandes pensadores ni personas que se estrujan el cerebro con teorías novedosas. A veces sí.
Fíjate en algunas empresas. Me encanta leer el pensamiento de aquellos hombres y mujeres innoivadores y que saben mirar más allá. Aunque podamos decir que su finalidad es vender, algo lógico en quien se juega su dinero, piensa que ese paso más que dan a menudo se convierte en una fórmula de mejora social. Criticable, por supuesto. Pero se han atrevido y lo han puesto en práctica.
Te puede hacer gracia eso de que con tal proceso se ayuda a crear un valor social, que lo nuestro además de ganar dinero es generar conocimiento y contribuir a la mejora social. Yo también me cojo estas teorías con cierto escepticismo pero me da la impresión de que´nuevas fórmulas empresariales dan un paso más. Tú me respondes que no es más que otra estrategia de marketing. Quizá. Pero suelen demostrarlo con pruebas. Y si encima conoces a alguna persona que trabaja ahí y ratifica lo que dice quien innova, habrá que rendirse a la eficacia.

Las desigualdades de las tragedias mediáticas

Estoy indignada con esta sociedad de la última hora y de golfos. Perdona pero lo de golfos no va por ti. Esto es el papanatismo de los poderosos que encumbran sus tragedias hasta hacérnoslas universales. No hay derecho a que el sufrimiento de unas personas que no tienen culpa de nada sirva para todo. Ya sabes a lo que me refiero y además tú eres en cierta medida culpable. No paras de enseñarme a interpretar las noticias que nos ofrecen tantos medios y lo que provocas es que coja unos cabreos considerables.
Te lo explico en pocas palabras. Desde el mes de mayo en muchos sitios cundió una gran preocupación por la situación que se les venía encima a muchas poblaciones subsaharianas de países como Níger, Mali, Etiopía, Sudán.Más de lo mismo. La hambruna por la sequía era aún mayor que la habitual. La cosecha de mijo era ínfima y el agua, bajo mínimos. No creas que el tema se ha solucionado, según mis informaciones. Hombre, más ayuda internacional hubo, y también de gente a la que ciertas imágenes les tocó la fibra sensible de su solidaridad bancaria. Pero ahí tenemos el continente africano, el peor retrato de los desmanes producidos por los civilizados europeos. De vez en cuando se cuelan unos segundos en la televisión. O una ONG pide ayuda urgente en la televisión en medio de otros anuncios que incitan al consumismo puro y duro. Menos mal que aún hay gente abnegada y también políticos y organizaciones de todo tipo que sostienen el escaso optimismo que les suscita África. Yo entiendo muy bien que con esta situación quieran saltar verjas, meterse en pateras o entre los ejes de un camión. Yo en su situación haría lo mismo.
Ahora te explico lo de los golfos. No hablo de personas, me refiero a accidentes geográficos que soportan el sufrimiento de inocentes. Ayer los golfos de México y el Pérsico nos mostraron la cruda realidad. Los Estados arrasados por ese huracán eran el centro de la atención mundial por pasar en un momento de la opulencia de la vida de Estados Unidos a la nada provocada por el agua. Imágenes impactantes, seguro que comparables a tantas de tantos países africanos que no son Estados Unidos y que no tienen miedo a perder nada porque nada tienen. Nos aterra verles encima de los tejados, hacinados en polideportivos, muriéndose de hambre y sed rodeados de tanta agua dulce. A mí me han aterrado siempre también las realidades africanas. Y recuerda que muchas víctimas del huracán eran remotos descendientes de sus antepasados esclavos provenientes de países de África.
Sigo con noticias y con imágenes. De golfo a golfo. También me ha impactado la mortandad de Bagdag, un país que está como está por culpa del mismo que gobierna en los Estados de Luisiana, Misisipí, Alabama, Georgia o Florida.Es incríble que un país capaz de organizar desembarcos en Normandía, en Vietnam, en Irak y donde les interese, no saben cómo vaciar estadios de fútbol o tejados de casas. Cada vez nos creemos menos nediáticos poderíos para asfixiar a los demás sin saber reaccionar a los problemas de casa. Muchas películas nos han vendido. Oberva ahora el Golfo Pérsico, una catástrofe continua y no precisamente por la rotura de un dique causada por el tifón Katrina. Las imágenes de cada golfo seguro que han circulado por todos los satélites hasta las pantallas más escondidas. No creo que el sufrimiento de las personas deba ser proporcional al efecto puntual que provoca una situación concreta y pasajera. Es grave la inundación, también la ocupación americana y la psicosis de muerte iraquí y, por supuesto, esas realidades que no cambiarán en África. Pero todas creo que deberían tener su importancia y convertirse en imágenes fijas e inamovibles hasta que se solucionen.
En este tema soy escéptica y pesimista o, si lo prefieres, realista. Ojalá me confunda.

Los engordan para que nos deglutan después sus calorías mentales

Los engordan para que nos deglutan después sus calorías mentales

No paran de recibir invitaciones. Pertenecen a un selecto grupo de especialistas en sentarse en comidas de alcurnia en las que debía circular mucha materia gris por mantel cuadrado pero lo que más se mueve son las viandas, los caldos de reserva y demás licores y puros. Se arriesgan con cualquier invitación o sitio a donde los llamen, sin ningún escrúpulo: en presentaciones de editoriales, actos sin o con cultura, conferencias de prensa, simposiums, congresos, presentaciones de otros personajes, actos institucionales o promociones.
No, no tienen por qué pertenecer al famoseo del que muchos reniegan pero que contribuyen a alimentarlo con sólo mencionarlos. Sin embargo, a veces se intercambian o tienen el don de la ubicuidad para cubrir varios frentes a la vez sin dar un palo al agua, o sea, sin desgastar una neurona ni producir más que un refrito. Pero a menudo están, se dejan ver y luego lo explican como si esas ideas que justifican la comilona fueran sesudas reflexiones en vez de lo que son, obviedades para las que con poner cara de ingenuidad ya basta.
No, tampoco deberían ser sólo la clase política, aunque entre el famoseo y la clase elegida por urnas cada vez más vacías también anda nuestro juego gastronómico y figurativo.
No queda más remedio que nombrarles, pero con respeto para la inmensa mayoría que no pertenecen a ese pequeño núcleo de defectuosos figurantes. Son alguna clase intelectual y periodística. Es evidente que entre ellos se alimentan para después autocomplacerse de lo maravilloso que es encontrarse casi siempre en parecidos sitios que después recogen en sus gacetillas mediáticas que a su vez dan pie a nuevas ideas las cuales acaban siendo un artículo muy comentado que llega a un editor y a la larga ofrece la posibilidad de darle forma de libro con lo que se presentará en público con comida incluida y nueva información a los mismos medios con que iniciábamos esta extensa descripción.
Las crónicas periodísticas de eventos pseudodivinos, intelectualmente hablando, casi siempre mencionan la cantidad y calidad de los canapés, la categoría de los no sé cuántos tenedores del lugar, los manteles de hilo o la cubertería que se conjunta con la masa encefálica de tantos cerebros en tan encumbrado local. Este tipo de rufianes complacientes consigo mismos a menudo son quienes ayudan a crear estados de opinión y a conducirnos a pensar lo mismo porque unos cuantos mediáticos ya nos lo ofrecen masticado. Y no se dan cuenta que eso es fruto de sus indigestiones y de unos ácidos gástricos que sólo les ha conducido a la frase acertada porque coincidió con el sentir general, sin atreverse a ir más allá y arriesgarse en la construcción de argumentos más elaborados.
Periodistas bien alimentados hay muchos. Quien sabía del tema era el creador del Premio Planeta. José Manuel Lara repitió, donde los periodistas no le silenciaron, que quienes más le habían ayudado en su premio eran estos profesionales. ¿El truco? Cuidarlos, invitarles a comidas, darles regalos, favorecerles su trabajo con informaciones casi hechas, agasajarlos siempre que se pueda, sortearles viajes y tenerlos contentos. Este ritual cada año se repite antes del 15 de octubre, día de la publicación del siempre secreto a voces nombre de las personas premiadas. ¿Es una excepción? Desgraciadamente no. Basta preguntar a los Departamentos de Prensa, Gabinetes de Comunicación y otras triquiñuelas para saber cómo las buenas digestiones encumbran aunque intelectualmente sean de electroencefalograma plano.
No obstante tenemos suerte. No son todos pero los que son están ahí y arman mucho ruido.

Los engordan para que nos deglutan después sus calorías mentales

No paran de recibir invitaciones. Pertenecen a un selecto grupo de especialistas en sentarse en comidas de alcurnia en las que debía circular mucha materia gris por mantel cuadrado pero lo que más se mueve son las viandas, los caldos de reserva y demás licores y puros. Se arriesgan con cualquier invitación o sitio a donde los llamen, sin ningún escrúpulo: en presentaciones de editoriales, actos sin o con cultura, conferencias de prensa, simposiums, congresos, presentaciones de otros personajes, actos institucionales o promociones.
No, no tienen por qué pertenecer al famoseo del que muchos reniegan pero que contribuyen a alimentarlo con sólo mencionarlos. Sin embargo, a veces se intercambian o tienen el don de la ubicuidad para cubrir varios frentes a la vez sin dar un palo al agua, o sea, sin desgastar una neurona ni producir más que un refrito. Pero a menudo están, se dejan ver y luego lo explican como si esas ideas que justifican la comilona fueran sesudas reflexiones en vez de lo que son, obviedades para las que con poner cara de ingenuidad ya basta.
No, tampoco deberían ser sólo la clase política, aunque entre el famoseo y la clase elegida por urnas cada vez más vacías también anda nuestro juego gastronómico y figurativo.
No queda más remedio que nombrarles, pero con respeto para la inmensa mayoría que no pertenecen a ese pequeño núcleo de defectuosos figurantes. Son alguna clase intelectual y periodística. Es evidente que entre ellos se alimentan para después autocomplacerse de lo maravilloso que es encontrarse casi siempre en parecidos sitios que después recogen en sus gacetillas mediáticas que a su vez dan pie a nuevas ideas las cuales acaban siendo un artículo muy comentado que llega a un editor y a la larga ofrece la posibilidad de darle forma de libro con lo que se presentará en público con comida incluida y nueva información a los mismos medios con que iniciábamos esta extensa descripción.
Las crónicas periodísticas de eventos pseudodivinos, intelectualmente hablando, casi siempre mencionan la cantidad y calidad de los canapés, la categoría de los no sé cuántos tenedores del lugar, los manteles de hilo o la cubertería que se conjunta con la masa encefálica de tantos cerebros en tan encumbrado local. Este tipo de rufianes complacientes consigo mismos a menudo son quienes ayudan a crear estados de opinión y a conducirnos a pensar lo mismo porque unos cuantos mediáticos ya nos lo ofrecen masticado. Y no se dan cuenta que eso es fruto de sus indigestiones y de unos ácidos gástricos que sólo les ha conducido a la frase acertada porque coincidió con el sentir general, sin atreverse a ir más allá y arriesgarse en la construcción de argumentos más elaborados.
Periodistas bien alimentados hay muchos. Quien sabía del tema era el creador del Premio Planeta. José Manuel Lara repitió, donde los periodistas no le silenciaron, que quienes más le habían ayudado en su premio eran estos profesionales. ¿El truco? Cuidarlos, invitarles a comidas, darles regalos, favorecerles su trabajo con informaciones casi hechas, agasajarlos siempre que se pueda, sortearles viajes y tenerlos contentos. Este ritual cada año se repite antes del 15 de octubre, día de la publicación del siempre secreto a voces nombre de las personas premiadas. ¿Es una excepción? Desgraciadamente no. Basta preguntar a los Departamentos de Prensa, Gabinetes de Comunicación y otras triquiñuelas para saber cómo las buenas digestiones encumbran aunque intelectualmente sean de electroencefalograma plano.
No obstante tenemos suerte. No son todos pero los que son están ahí y arman mucho ruido.

Los engordan para que nos deglutan después sus calorías mentales

No paran de recibir invitaciones. Pertenecen a un selecto grupo de especialistas en sentarse en comidas de alcurnia en las que debía circular mucha materia gris por mantel cuadrado pero lo que más se mueve son las viandas, los caldos de reserva y demás licores y puros. Se arriesgan con cualquier invitación o sitio a donde los llamen, sin ningún escrúpulo: en presentaciones de editoriales, actos sin o con cultura, conferencias de prensa, simposiums, congresos, presentaciones de otros personajes, actos institucionales o promociones.
No, no tienen por qué pertenecer al famoseo del que muchos reniegan pero que contribuyen a alimentarlo con sólo mencionarlos. Sin embargo, a veces se intercambian o tienen el don de la ubicuidad para cubrir varios frentes a la vez sin dar un palo al agua, o sea, sin desgastar una neurona ni producir más que un refrito. Pero a menudo están, se dejan ver y luego lo explican como si esas ideas que justifican la comilona fueran sesudas reflexiones en vez de lo que son, obviedades para las que con poner cara de ingenuidad ya basta.
No, tampoco deberían ser sólo la clase política, aunque entre el famoseo y la clase elegida por urnas cada vez más vacías también anda nuestro juego gastronómico y figurativo.
No queda más remedio que nombrarles, pero con respeto para la inmensa mayoría que no pertenecen a ese pequeño núcleo de defectuosos figurantes. Son alguna clase intelectual y periodística. Es evidente que entre ellos se alimentan para después autocomplacerse de lo maravilloso que es encontrarse casi siempre en parecidos sitios que después recogen en sus gacetillas mediáticas que a su vez dan pie a nuevas ideas las cuales acaban siendo un artículo muy comentado que llega a un editor y a la larga ofrece la posibilidad de darle forma de libro con lo que se presentará en público con comida incluida y nueva información a los mismos medios con que iniciábamos esta extensa descripción.
Las crónicas periodísticas de eventos pseudodivinos, intelectualmente hablando, casi siempre mencionan la cantidad y calidad de los canapés, la categoría de los no sé cuántos tenedores del lugar, los manteles de hilo o la cubertería que se conjunta con la masa encefálica de tantos cerebros en tan encumbrado local. Este tipo de rufianes complacientes consigo mismos a menudo son quienes ayudan a crear estados de opinión y a conducirnos a pensar lo mismo porque unos cuantos mediáticos ya nos lo ofrecen masticado. Y no se dan cuenta que eso es fruto de sus indigestiones y de unos ácidos gástricos que sólo les ha conducido a la frase acertada porque coincidió con el sentir general, sin atreverse a ir más allá y arriesgarse en la construcción de argumentos más elaborados.
Periodistas bien alimentados hay muchos. Quien sabía del tema era el creador del Premio Planeta. José Manuel Lara repitió, donde los periodistas no le silenciaron, que quienes más le habían ayudado en su premio eran estos profesionales. ¿El truco? Cuidarlos, invitarles a comidas, darles regalos, favorecerles su trabajo con informaciones casi hechas, agasajarlos siempre que se pueda, sortearles viajes y tenerlos contentos. Este ritual cada año se repite antes del 15 de octubre, día de la publicación del siempre secreto a voces nombre de las personas premiadas. ¿Es una excepción? Desgraciadamente no. Basta preguntar a los Departamentos de Prensa, Gabinetes de Comunicación y otras triquiñuelas para saber cómo las buenas digestiones encumbran aunque intelectualmente sean de electroencefalograma plano.
No obstante tenemos suerte. No son todos pero los que son están ahí y arman mucho ruido.

El alto nivel de vida de mezquinos racistas

Hoy, a las 18 horas, dentro de un bar de la principal calle del pueblo con mayor renta de Cataluña (conversación en catalán):
- Mira Jordi, ¡estos moros asquerosos que hay ahí fuera son una mierda! ¿Os habéis fijado lo mal que huelen? Es inaguantable pasar al lado de ellos ¡Estoy harta de ver a esta gentuza aquí en el pueblo!
- Vamos afuera con cuidado que hemos de pasar al lado de ellos. Vigila porque como están trabajando, a lo mejor pasas al lado de ellos y te apestan con su olor. Esperemos que se aparten de la calle para dejarnos pasar.
Es parte de una conservación escuchada en Matadepera, Barcelona, el pueblo con mayor renta per càpita de Cataluña, según las estadísticas oficiales. Situado entre Sabadell y Terrassa, a las faldas de la montaña de La Mola, en el parque natural de Sant Llorenç del Munt, actualmente está mejorando la pavimentación de las calles de la zona principal del pueblo. La zona más transitada es la que provoca un sinnúmero de comentarios de ciertas personas(afortunadamente no todas) que no están acostumbradas a aguantar más obras que aquellas que ellas dirigen a través de sus empresas en otros lugares, o que su ámbito de vida no permite ni el barro ni el polvo ni tampoco esa masa laboral encargada de cobrar míseros sueldos que les suelen pagar los que gozan de tanta renta, quizá ganada con el sudor de los de enfrente.
La realidad de quienes viven bien, comparados con los que trabajan en las calles, son dos extremos que los nativos no permiten ni que se rocen. Casi todos los trabajadores que se encargan de dejarles unas bonitas calles son marroquíes, personas con una gran agilidad en el trabajo, con escasas pérdidas de tiempo y con una amabilidad exquisita cuando se debe facilitar la movilidad de quien no tiene más remedio que pasar. Y estos son los degradados, los que sobran, los que huelen.
Aquellas damas están acostumbradas a convivir en su pueblo con carteles alusivos a Matadepera solidaria, acogedora, respetuosa con los derechos humanos, ecológica y no sé cuántos lemas más que algunas ONG cuelgan de las farolas, pero sus mensajes quedan colgados muy altos y a merced del viento. Bastantes personas del núcleo con la renta tan alta sólo conviven con los emigrantes que les atienden su casa, les cuidan sus hijos o les arreglan sus calles. No, no, aquí si vive algún emigrante debe ser algún ejecutivo o ejecutiva de algunas empresas multinacionales (o quizá de las de aquí, de las que aman tanto a su país - aquí se llama Cataluña- que se externalizan o cierran y se trasladan a Marruecos, China o los países del Este).
Afortunadamente en Matadepera hay un gran movimiento cultural y grupos que no son así, y que sitúan la rentabilidad de los derechos humanos por encima de la riqueza tan elevada de las arcas municipales y personales del vecindario. Sin embargo, es preocupante que haya tanta gente tan racista con quienes nos recuerdan que hay trabajos que despreciamos y, encima, dejamos retratado nuestro nivel mental maltratando a quienes los hacen para que sigamos presumiendo de esos privilegios que tenemos con un ¿nivel de vida? que nos puede conducir a veces al olvido de la condición humana, o sea, de nuestra condición.

Pantallas y mediocridd

La televisión, esa caja tonta que de tanto decírselo nos hace reunirnos en torno a ella y, a menudo, nos convierte a su imagen y semejanza, pues ese medio agudiza el ingenio de sesudos semiólogos, de ingenuos espectadores y de medianos pensadores.
Es un curioso medio que entronizamos como si no tuviera derecho a estar apagada o sin que el primer "Gran Hermano" que gana unas elecciones o compra sus acciones, nos la pudiera servir en bandeja a su gusto y a nuestra semejanza.
Le damos tanta importancia que vemos lo que nos quieren ofrecer pero desoímos sus mensajes de mediocridad manifiesta. La televisión en general es mediocre, no puede informar demasiado de nada y los anuncios son de las mejores composiciones de arte audiovisual, al alcance de futuros compradores.
¿Entramos en temas manidos?: las informaciones de un noticiario caben en poco más de dos folios por las dos caras ("nos encanta el espectáculo de la noticia", dicen algunos periodistas televisivos), la altura intelectual de muchos programas está a nivel del mar, muchos concursos consideran a quien los ve como cerebros huecos, por tados los lados se cuelan "inocentes" ideas mercantilistas, consumistas o ideológicas. Pero, a pesar de todo, la vemos y la entronizamos en nuestro altar doméstico. Y los que pueden luchan por dominarla. Todos sabemos lo que tiene y lo que no. Pero la seguimos viendo. Y encima le mentimos a las encuestas. Los españoles dicen no preferirla como opción de ocio (más de tres horas diarias delante de ella), prefieren los documentales (pero ven telecomedias), las cadenas públicas (estatales y catalana) apuestan por programas de calidad y los audímetros no detectan televidentes. La telerrealidad es más preferida que los temas reales. Telecomedias, concursos, he ahí lo que el pueblo prefiere aunque haya programas de gran calidad, dentro de la mediocridad, claro.
¿En qué quedamos? Aún no podemos despejar si la televisión ofrece lo que la gente quiere o es la gente la que hace que la televisión programe aquello que su capacidad intelectual prefiere y es consumido por las grandes masas, en medio de innumerables anuncios.
Cada vez la televisión nos mira más que nosotros la contemplamos. Menos mal que, si otra vez las estadísticas no nos vuelven a mentir, los jóvenes dicen preferir Internet a aquella caja tonta. Claro que esta solución no deja de ser otra pantalla, que a menudo repite los errores televisivos pero con una capacidad de creatividad y de difusión que aquélla aún no tiene.
Por encima de todo, nuestro pensamiento ¿dónde está situado? ¿Delante, detrás, dentro o fuera de tantas pantallas como tenemos ante nuestro cerebro?

Medios y basuras

Las polémicas en torno a qué se debe poner y qué no en la televisión son inacabables. Entre otras razones, porque parece que las amenazas y los terrores nos atacan por todas partes. Entre más información, ¿más miedos? ¿o más formación siempre? ¿o formación continua con o sin prohibición?.

La duda está en qué es formación y qué no, o dónde se aprende y dónde no, o qué de lo que se aporende sirve para algo y qué es basura (reciclable o compost reutilizable a la larga). Los medios, las escuelas, las calles, las personas, el silencio, la vida, he ahí nuestro paisaje.

Cuando se puso de moda la persecución inquisitorial a los contenidos televisivos "basura", por todas partes se veía el "coco" basurero. Desde múltiples púlpitos laicos se rasgaban las vestiduras por la formación de nuestros infantes. Todo era malformación de conciencias viendo lo que los adultos les ponían en sus pantallas. Y los mismos adultos polemizaban por lo que éstos les dejaban ver en ese aparcadero infantil llamado "sala de estar". Pero no correspondía a este nuevo género basuril los anuncios, las noticias manipuladas, el periodismo de declaraciones, lo que no se publica, las campañas de imagen, las películas pornográficas y violentas a partir de las 22 horas, la cruda y mediocre realidad de la mayoría de nosotros. O ese pensamiento uniforme, igualitario y continuista.

Hace falta producir basura para que los trabajadores nocturnos la recojan y así no verla. Pero, claro, basura se crea porque todo es tan aséptico que los desperdicios son mayores que los contenidos. Y estos son tan bajos de calorías mentales que casi son volátiles. Pero también la vida es eso: un medio con la basura de por medio. ¿Si no se ve no existe?

Sin embargo, el que esté libre de la basura que lo diga. Si no, observad cómo una de las televisiones autonómicas con más calidad y que más dice no poner basura, consigue su máxima audiencia con una serie en la que hay una violación. Lo debía exigir un guión previamente establecido para crear un clima adecuado que hiciera disparar el share de las audiencias. Y todos tan contentos. Una gran punta de televidentes y nosotros somos los buenos, la basura son los otros.

Bush y sus muertos o vivos preferidos

Asustados estamos con tantas ideas con la muerte de por medio. Una mujer que no la dejan morir y la muerte que la convierten en protagonista en Irak. He ahí la más penosa realidad. La más triste realidad es que un gran grupo de conservadores muy conservadores está conduciendo las riendas del presidente de los presidentes. Puede parecer una pequeña gota de agua en medio de tantos miles de millones de personas que habitamos aquí. Pero ahí tenéis los resultados. De gotas a tsunamis ideológicos que se introducen poco a poco en nuestras conciencias. ¿Nos resistimos? Es la única arma pero, tranquilos, ya se encargarán de convencernos. O, si no lo consiguen, siempre les queda el recurso de decir que el mundo árabe es el culpable de todo. Hasta de esas pequeñas gotas que nos arrastran a estos lodos.