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el informador informal

Nuestra salud es su negocio

Observa la pantalla plana, la de plasma, la catódica de siempre o cualquier otro formato en que te entren en casa vía televisión. En medio de los pasados fascículos, de las presentes rebajas y de las constantes dietas de adelgazamiento, no paran de colarnos advertencias curativas para nuestros problemas invernales.

Son tan buenas las compañías farmacéuticas que nos ofrecen todo tipo de soluciones envasadas. De sobra saben lo que venden, lo que ofrecen, lo que consiguen y lo que anuncian. También de sobra saben cómo dependemos de ellas cada vez más. Son nuestro más eficaz seguro de vida, aunque también tienen mucha letra pequeña y grande. No ignoran que la salud es lo que importa y que hemos de estar sanos ya. Es un lujo recaer en la cama por un resfriado. Para eso están tantos preparados como nos aconsejan. Y, al final de cada mensaje publicitario, nos alertan por imperativo legal de algunas precauciones y, sobre todo, nos sugieren que pidamos consejo a nuestro farmacéutico. O sea, a esa persona que a menudo está al frente de una expenduría de cajas y preparados bautizada con el nombre de Farmacia. Y, entre más venda, los sabrosos márgenes comerciales acrecientan su pecunio. De sobra saben las poderosas  multinacionales del impresionante negocio de la salud que sus mejores aliados están en el punto de venta final. Nunca se defraudarán mutuamente.

Que te aconsejen bien. Seguro que sales con una caja de eso que dicen que te va a curar.

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