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el informador informal

Pantallas y mediocridd

La televisión, esa caja tonta que de tanto decírselo nos hace reunirnos en torno a ella y, a menudo, nos convierte a su imagen y semejanza, pues ese medio agudiza el ingenio de sesudos semiólogos, de ingenuos espectadores y de medianos pensadores.
Es un curioso medio que entronizamos como si no tuviera derecho a estar apagada o sin que el primer "Gran Hermano" que gana unas elecciones o compra sus acciones, nos la pudiera servir en bandeja a su gusto y a nuestra semejanza.
Le damos tanta importancia que vemos lo que nos quieren ofrecer pero desoímos sus mensajes de mediocridad manifiesta. La televisión en general es mediocre, no puede informar demasiado de nada y los anuncios son de las mejores composiciones de arte audiovisual, al alcance de futuros compradores.
¿Entramos en temas manidos?: las informaciones de un noticiario caben en poco más de dos folios por las dos caras ("nos encanta el espectáculo de la noticia", dicen algunos periodistas televisivos), la altura intelectual de muchos programas está a nivel del mar, muchos concursos consideran a quien los ve como cerebros huecos, por tados los lados se cuelan "inocentes" ideas mercantilistas, consumistas o ideológicas. Pero, a pesar de todo, la vemos y la entronizamos en nuestro altar doméstico. Y los que pueden luchan por dominarla. Todos sabemos lo que tiene y lo que no. Pero la seguimos viendo. Y encima le mentimos a las encuestas. Los españoles dicen no preferirla como opción de ocio (más de tres horas diarias delante de ella), prefieren los documentales (pero ven telecomedias), las cadenas públicas (estatales y catalana) apuestan por programas de calidad y los audímetros no detectan televidentes. La telerrealidad es más preferida que los temas reales. Telecomedias, concursos, he ahí lo que el pueblo prefiere aunque haya programas de gran calidad, dentro de la mediocridad, claro.
¿En qué quedamos? Aún no podemos despejar si la televisión ofrece lo que la gente quiere o es la gente la que hace que la televisión programe aquello que su capacidad intelectual prefiere y es consumido por las grandes masas, en medio de innumerables anuncios.
Cada vez la televisión nos mira más que nosotros la contemplamos. Menos mal que, si otra vez las estadísticas no nos vuelven a mentir, los jóvenes dicen preferir Internet a aquella caja tonta. Claro que esta solución no deja de ser otra pantalla, que a menudo repite los errores televisivos pero con una capacidad de creatividad y de difusión que aquélla aún no tiene.
Por encima de todo, nuestro pensamiento ¿dónde está situado? ¿Delante, detrás, dentro o fuera de tantas pantallas como tenemos ante nuestro cerebro?

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