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el informador informal

In-formalidades

Mirarse todo el rato el ombligo

Hay gente que tiene un grave problema en las cervicales. Las vértebras superiores se desgastan a mdida que el ombligo es objeto de culto. Un 11 de septiembre o cualquier otro día de culto a las patrias es ese momento de éxtasis y catarsis a la búsqueda de añejas esencias. Existir siendo diferente, desplegar trapos pintados de colores llamados banderas, incluso analizarse la sangre por si hubiera un gen diferente por nacer en un territorio, he ahí el deorte que unos cultivanmientras la gran mayoría "pasa olímicamente" de tales actos y se entregan a disfrutar del puente en el campo, playa, montaña o sofá.

A estos no se le deforman las cervicales por motivos patrios. Quizá ya las tienen en cuarentena por otras causas. No obstante, tanta reivindicación de más financiación podría servir también para pensar en cuánto de este dinero no será para engrasar una maquinaria burocrática bien pertrecahada de asesores, gabinetes, secretarios, subsecretarios y coches oficiales, comidas de trabajo, visitas turísticas con el apelativo de "oficiales", prebendas por defender los colores oficiales, o no cambiar de lengua aunque no te entiendan, o a ver quien tiene el mástil más largo.

Un 11 de septiembre es un buen día para pensar si vale tanto una frontera en un mundo global, si proclamar ese gen de la diferencia representa un escalón más alto en la desigualdad humana. Tanta gente inteligente como hay en todas partes seguro que miran más alto que su ombligo. Aunque sigan teniendo desgstadas las cervicales.

Trastiendas olímpicas

Todos los aviones ya los han trasladado a sus casas. Aunque no a todos. Los hay que han emprendido más rumbos deportivos aún. Sus vacaciones son seguir dentro de una maquinaria muy bien engrasada. ¿Qué deportista actual, con medalla de oro, gana 421 euros al minuto?

Hoy las alegrías también se compartían en los aeropuertos de destino. Atrás quedó el amor al deporte; los resultados del esfuerzo, de la preparación más exigente, de la mala suerte o de ciertos "empujones" externos. Parece que aquellas críticas sobre los derechos humanos, sobre el Tíbet, sobre la censura en Internet o sobre la emisión de las imágenes con 20 segundos de retraso, se han ocultado bajo las brillantes ceremonias de apertura y cierre del telón. El país refugio de empresas fabricantes de todo el mundo lució la tecnología ajena y el trabajo propio. Excelente todo. Fantástico. Difícil de superar. Inenarrable. Lo último en tecnología y en diseño.

Exceptuando honrosas excepciones en algunos medios (como a José Reinoso, "detrás de la muralla" en EL PAÍS) el cuento olímpico parecía fruto de una globalización bien conseguida. Muy bien contado y narrado el deporte. Con gritos muy nacionales. Barriendo para casa. Aplaudiendo a los de las medallas, como si  el mero hecho de llegar hasta aquí ya no tuviera mérito. Babeando con las múltiples chapas de los dos mejores ("dicen", salvo supuestos dopajes de última hora). Y embelesándose con los méritos de la hornada de triunfadores de la cosecha nacional. Bien. Muy bien. Excelente.

Desmontado todo, el pueblo chino ya puede volver a la normalidad: preguntar sin parar sobre la vida privada de los forasteros, escupiendo como antes, los vehículos pares e impares con acceso libre, Internet restringido en algunos términos, ni hablar de Tíbet, la contaminación a ras de suelo, de nuevo visibles los ruinosos edificios disimulados con grandes pancartas, drástica restricción de aquellos monstruosos precios, y con la autoridad vigilante.

Pero también con las multinacionales muy cerca. Las deportivas, más aún. Basta sólo con leer la prensa económica de estos días. Las empresas que fabricaban aquí para vestir esfuerzos de allá ahora han "lavado" más una imagen algo deteriorada por sus míseros sueldos en estos países. Y los expertos ya tienen diseñadas las estrategias de caza y captura de este suculento mercado. Sobre todo de las zonas industriales, la gran masa rural ya vendrá luego. Por no hablar del colonialismo chino en todo el mundo. África, en sus manos tanto con productos como con carreteras. Tiendas chinas, en las esquinas de aquí donde antes había una inmobiliaria o cualquier negocio fracasado. Bazares, restaurantes, mayoristas de ropa. Tranquilidad. Vuestra imagen ha debido salir reforzada.

Mientras, algunos también han consolidado su economía. Medallistas de mucho renombre, a alguno de los cuales hoy algún diario le calculaba sus emolumentos por minuto. Es de aquí, muy amable, muy sencillo, muy humano, se lo merece, una gran persona, sabe estar, respeta a sus contrincantes,es guapo, la imagen deportiva más cotizada hoy en publicidad,  domina la puesta en público, cae muy bien, juega mejor...(si quieres, añade algo más positivo aún  de tu cosecha sobre Rafael Nadal).

Contentos y felices, quizá no sepamos más de este país aunque vayamos vestidos de arriba abajo con sus productos, que generan astronómicas ganancias que no van para sus fabricantes. Pero hemos consumido una nueva edición de unos juegos, con o sin espíritu. 

 

95 contra 5

Hoy ha sido fiesta aquí, al noreste de la península. 11 de septiembre: Salvador Allende, World Trade Center, Cataluña. Y puente, fiesta, relajación, tranquilidad.

Hoy, alguien que se mueve por el mundo de la comunicación, dijo que el 95% de los habitantes de este territorio estaban celebrando el puente o la fiesta: playa, ocio, montaña, viajes, casa. Y un 5% se han dedicado a llevar a la calle y a los medios informativos sus creencias y reivindicaciones. ¿De quién se habla más hoy? La razón de la sinrazón debe estar al lado de una selecta minoría: se la ve más, ponen cara de creérselo mejor, van serios con flores a monumentos, siguen la tradición, declaran con energía, se visten con banderas, huelen a altos valores.

¿Mañana? Será otro día, la curva de notoriedad quizá les vaya a la baja. Los temas de hoy, hasta el año que viene.

Y, por favor, mañana que funcionen los trenes, no se vaya la luz y el colapso en las entradas y salidas a Barcelona sea menos que monumental.

Los Reyes de las basuras

Paseábamos por una calle que desembocaba en otra por la que pasaba una de tantas cabalgatas de eso que se llaman Los Reyes Magos. Mucha expectación, la infancia engañada una vez más era protagonista de este circo anual en el que entre todos mentimos. Y llegaron.

El desfile estaba patrocinado. Por muchos sitios colgaban los logotipos de patrocinadores variopintos: inmobiliarias, empresa de juegos, distribuidoras. La máscara de los Reyes estaba sostenida por secuaces de la especualación del momento, con posibles conexiones con los patrocinadores. Tiraban caramelos como si fueran dádivas con las que endulzaban la saliva del público hipotecado por ellos mismos, o les habían sacado sus dineros con esos juguetes made in china que días antes les compraron, o les facilitaban el líquido elemento de cada día con un histórico mal gusto.

Ellos allá arriba, tan caritativos e ilusionantes. Después, las ilusiones cumplidas y, más tarde, los cubos de la basura lleno de restos. Tranquilos, pronto los volveremos a llenar con las rebajas. Mañana.

Comprender los problemas de la gente

Tu admirada Madonna, a la que consideras una de las mujeres más inteligentes del mercado mediático, dijo no hace mucho que los problemas del mundo vienen de la cultura. Estamos de acuerdo los tres. De la cultura, de las culturas y, lo peor, de la falta de la mínima cultura e interés por adquirirla. En tu facultad universitaria tratáis cada día con información, con mucha información. El exceso debe colapsaros la capacidad de producir algo que se pueda digerir, o que quien menos entienda sea capaz de quedarse con la esencia del titular. También os preparáis para ofrecer al gran público esa cultura de la que habla la cantante, actriz y persona (por encima de su personaje). Las ciencias de la información deben estar saturadas. Pues imagínate los mortales que usan sus facultades para enterarse de lo que pasa. Al final, esa meta que consiste en saber para comprender los problemas de la gente es difícil de sobrepasar. O, si me apuras, aún se puede rizar más el rizo si especificas la anterior declaración de intenciones con un matiz: cómo comprender los problemas de la gente. Puede que con cultura, con ganas, con humanidad…vete tú a saber con qué. En el fondo, las incógnitas se acumulan a medida que castigamos las neuronas con una vuelta de tuerca más. Cultura, problemas, información, público. En sentido real o figurado, no nos queda más remedio que suscribir esa gran pregunta que se hace el actual premio Nobel de literatura, el turco Orhan Pamuk: “¿Para quién escribo?”

 

Ladrillos que echan chispas

El panorama que ves  aparece ante tus sentidos como una jauría de hienas disfrazada de mansos corderos. Fíjate la importancia que tiene el gasto eléctrico tuyo ahora mismo. Tantas sumas muy bien especuladas dan lugar a estos simulacros de luchas por tener a buen recaudo a los millones de clientes de esta energía.El otro día te quejabas de las censuras que aquí y en Berlín hay por motivos teatreros. Ya lo estudiarás en tu facultad de Comunicación: a veces la libertad le provoca a algunos ganas de censurar. Parecen de otros tiempos.Me imagino que en esto de las chispas no te creerás la transparencia y el juego limpio del mundo del dinero. Los pizarros, florentinos pérez, sánchez galán, fernando martín o, en su defecto, accionas, acs, endesas, gas natural y eons nos filtran sus manipulaciones, nos tranquilizan y encima hablamos de ellos, con lo que aún son más notorios. Encima de su corbata poseen un poderoso centro maquinador. Tan fuerte que los Estados o gobiernos no pueden con ellos. Apelan a la globalización de sus bolsillos que nos estrujan los nuestros. Tanto da que sean de aquí como de allá. El poder económico manda. Por debajo de tanta letra y saliva se sumergen  feroces aves que se dentellean sin que la sangre emerja. Tono cordial que provoca sobrevaloraciones de las acciones. Ladran mientras nos revalorizamos. Es la globalización también del ladrillo. Te has fijado muy bien. Detrás de la guerrilla de las opas del chispazo, quienes encienden la mecha son los auspiciadores de esas hipotecas que encarcelan casi de por vida a la juventud. Ellos, sí. Con tanto dinero líquido o en papeles de 500 euros, acaparados y guardados no debajo de ningún ladrillo, necesitan darle alegría y jugar a dominar ese gran sector estratégico que es el de la electricidad. Deben chisporrotear entre ellos por los títulos de acciones. Pero tus cuatro paredes seguirán teniendo luz. No te dejarán a oscuras para que veas la hipoteca que te aprisiona, mientras te alumbran con el fruto de unas ganancias que sigues alimentándoselas.No nos queda más remedio si queremos ver el futuro. Alumbrarnos con esas acciones que tanta luz dan.  

Café para todos

¿Tomas café?Te lo pregunto porque antes no te gustaba demasiado. Pide uno. Ahora no paras de recordar que este producto era uno de los más importantes cultivos de la zona africana donde estuviste. Casi era un monocultivo. Los agricultores te explicaron todo el proceso de la planta, qué hacían con las bayas verdes hasta que llegaban unas personas compradoras. ¿Sabes qué hay detrás de una taza de café?, me preguntaste con ese espíritu inquisidor de quien sabe más que el escuchante. Yo sabía poco del tema pero tú, más y de forma directa. El campesino vende los frutos a personas que cada año se lo valoran peor. Deben ser intermediarios como aquel prepotente con aire de vaquero del Oeste americano que salía en un anuncio de televisión. De café, por supuesto. Quien compra sigue sometiendo a la miseria al productor, hasta tal punto que optan por abandonar el cultivo si alguien les facilita otras plantas más valoradas.El café dices que es el símbolo de la explotación del sector primario. Una vergüenza que debíamos conocer en el momento de tomar una taza de té. Tuviste una idea: igual que las cajetillas de tabaco tienen grandes letreros que anuncian terribles peligros a quien no les va a hacer caso, en cada taza debía figurar lo que gana el cultivador. Dices que no llega ni a un céntimo de euro. De acuerdo, el resto del precio final va a donde va el valor de la mayoría de productos. Y, encima, el café que se bebe en los bares y similares de este país es malo. Muy malo. Un pésimo producto a precio de timo. Nadie se queja, el único el que lo cultivó. El resto, quien no gana se conforma porque es lo que le ofrecen. Pero no, este brebaje sólo se disimula con azúcar o leche. Así estamos. Tú y yo hablando de café delante de dos tazas de café. Explicas que ya hay ONGs y otras organizaciones que luchan contra el sistema establecido con este producto. Pero en tu poblado africano todo sigue igual. Se quejan pero su consuelo es conformarse. Si les ponen nerviosos los efectos no de esta infusión, tranquilos. Las multinacionales y el mercado de Londres aguantan todo con tal de que el negocio siga- El resto nos imaginamos que nos despertaremos cada día con granos seleccionados de entre los mejores cafés del mundo. Un miserable anuncio.

Allí tus anfitriones, aquí huéspedes

 Bueno, es una exageración. Una de esas figuras literarias que estudias. Me refiero a la buena acogida que te dieron los africanos en tu estancia estival. Ni todos te acogieron ni tampoco todos vienen a nuestro país. Ya me entiendes, es una forma de hablar.Puestos a exagerar, me gustaría saber cómo reaccionarías si un día te dicen que un grupo de jóvenes del poblado en que estuviste se monta en un cayuco, llega a una isla canaria y, al cabo de unos días, te enteras de que los han trasladado al barrio antiguo de Barcelona y malviven allí sin nada, y menos sin atisbos de un futuro esperanzador. Como sé que te dejas llevar por tus excelentes sentimientos, me imagino que movilizarías a tu gente para atenderlos lo mejor posible. Pues algo parecido no sólo pasó sino que tendrá que repetirse para buscar soluciones a tantas personas que son acogidas en Canarias. Ellos ahora son nuestros huéspedes. Cómo nos mirarán, qué pensarán ante tanta opulencia y derroche. Tanto para los demás. Una primera ilusión que dicen que tienen. Disponer de un teléfono móvil. Así dan a entender que son alguien. Están disponibles porque tienen un número de referencia. No tanto para gastar en llamadas. Más bien para distribuir el número y esperar a ese tono que les pueda colmar sus esperanzas. De momento tienen hambre y otras necesidades básicas no cubiertas.Tú explicabas la fe africana en llegar a Barcelona. Fíjate lo que hace la distancia. El Barça era sinónimo de ciudad, de cambio, de Europa, de mejora, de trabajo, de dinero, de enviarlo o de esperar que ellos vengan para acá. Barça: una palabra con más significados en su lengua. Aquí, una referencia indiscutible. ¡Visca el Barça i Visca C...! El grito patriótico que cierra discursos públicos hasta de los más extranjeros blaugranas. Representa mucho esta ciudad. Admirable, envidiable, moderna, turística, abierta, etc, etc, etc. Dejémoslo así porque la retahíla de adjetivos que se le aplican sería muy larga. Un ejemplo, dicen. Sin embargo, te asustaste cuando el otro día te leí la opinión del editor Jordi Nadal en el diario EL PAÍS (lunes 21 de agosto). Te la leo de nuevo en voz alta, con la pregunta: “¿Cómo ve Cataluña? Dormida. Y Barcelona es una de las ciudades más apalancadas que conozco. Se debate si será la Helsinki del Mediterráneo, como decía Manuel Castells, y me parece que, si seguimos así, acabará siendo la Santander del Mediterráneo” Supongo que te parecerá duro. Los africanos me imagino que tienen otros temas más básicos en que pensar. La duda está en cómo despertarla. He saquí su respuesta: “Cataluña será emergente si existe permeabilidad social, si ahorra, si no viaja para confirmar sus prejuicios, si aprende del futuro, si toma lo mejor de Asia, si valora el mérito del estudio y piensa más a largo plazo. Menos tertulias, más investigación, más escala social, más exportación, menos turismo y más viaje de prospección. Si no cambiamos los parámetros, esto no va. El futuro me asusta”.Pues si a Jordi Nadal le asusta el futuro, qué dirán nuestros huéspedes africanos. Ellos, símbolos de muchas cosas, quizá sean nuestro mejor futuro. De hecho, tantos de tantos pueblos y lugares ya son un presente indispensable para nuestra calidad de vida. ¿Estamos apalancados?

Risas agrícolas

Déjame que relate en público la curiosa conversación de hace pocos días. Aunque ya la sabes, merece la pena explicarla de nuevo. Castilla, además de ancha, es extraordinaria. No tan plana como los estereotipos cuentan, no tan tan seca ni tan despoblada de árboles. Bueno, casi parecido con lo que queda del abandono rural. Una pena que diga esto quien también participó en la marcha. Pero es una tierra adorable cuando intentas descubrir la belleza de sus matices y en tu alma permanece ese paisaje espiritual cantado por muchos escritores y poetas. Pero parece que sus habitantes no opinan lo mismo. Por lo menos algunos predican en público su rechazo a costumbres y trabajos que se pierden en los tiempos. Una mentalidad muy bien definida por un castellano en un periódico reciente: “Somos derrotistas de nosotros mismos”.Un campesino de setenta años, ya jubilado, aún trabaja las tierras de secano, no por necesidad sino por apego a una tradición y a unas costumbres productivas. Ha trabajado toda la vida en un medio árido, de intenso frío en invierno y riguroso calor en verano. En un pueblo de Zamora que limita con León. Su honradez la practica hasta el último detalle. Dice que no quiere que nunca nadie hable mal de sus hechos. No deudas, cada uno lo suyo. A esta edad, con una lesión sin arreglo en un músculo de un brazo, este caballero (muy merecido título) deja de arrendar unas tierras este año porque ya no puede. Además, su hijo mecánico se ríe de él porque, ya jubilado, aún se dedica a esto. Por ganancias, el joven gana en un mes casi tanto como su padre en un año con la pensión. Pero sus risas son hacia todo lo que significa vivir como su padre. Y él lo cuenta con respecto al hijo aunque, en su fondo más noble, esas palabras le hayan significado graves punzadas a tantos antepasados suyos. Se conforma y sigue en su territorio. Está orgulloso de su hijo mecánico, de cómo un día dudó entre quedar en el pueblo y seguir con el campo o irse a un taller cercano. Como ha pasado en muchas familias, desearle lo mejor a un hijo o hija es que se marche. Y así tenemos a nuestra amada Castilla. Quizá derrotista pero también con nuevos proyectos que, de momento, son islas. Ya hablaremos otro día de más observaciones castellanas. Mientras, un brindis por tantas personas labradoras del campo castellano. Y el que se quiera reír, que vaya aun taller. A ver si lo arreglan.

Vale la pena la fama

Vale la pena volver de nuevo a esta tribuna, aparcada durante un tiempo por imperativo laboral. Que no por falta de las pocas ideas que a veces circulan por una mente que pretenden ser capaz de mirar más allá. A ti no te había olvidado porque te veo a menudo. Ya sé que andas liadacon exámenes. También, con tus amistades. Y con tus ejercicios. Hoy te vi en el gimnasio. Debía ser más que para cultivar la forma para oxigenar el fondo.

Te comenté que hoy vieras a nuestro entrevistador de lujo, a ese cuerdo disfrazado de loco situado en una lujosa colina. Jesús Quintero iba hoy a repetir su excelente entrevista con la ya desaparecida Rocío Jurado. Un lujo, modélica de principio a fin. La profundidad en las preguntas, la sinceridad en las respuestas. La atracción mutua, La empatía. La apertura del fondo de alguien ante afirmaciones o interrogantes de quien sabe inmortalizar respuestas porque sus preguntas también debería serlo.

No creas que no se aprende de estas situaciones. La televisión inmortaliza a difuntos y difunde también genialidades y refelxiones de quien sabe que su situación es dura, que la vida hay que verla como si ahora fuera el último momento. Rocío aseguró que vale la pena la fama. También defendió lo contrario. Amó a los suyos y nos regaló sus discursos cantados. Dicen que su entierro focalizó esos llantos personales de la gente que vio en ella un buen objetivo para extraer las penas personales. Da igual. Hay mucho detrás del más allá de cada manifestación popular tan multitudinaria. Y, ahora que ya no está, qué mejor regalo que su despedida en televisión, cuando le regaló una joya de frase sincera: "Valió la pena conocerte".

îensa a cuánta gente que conocemos le podríamso decir esta frase o al revés. Quizá valga la pena perseguirla.

El silencio de los pueblos en invierno

Un silencio que arrecia aún más porque la mala o la buena suerte desconectó la televisión, y encima en la principal semana de la Navidad. No, no a las pocas personas que tienen la valentía de vivir donde siempre. Sólo a alguna casa en la que el regalo fue una mala pasada de la técnica. Imagínate ser una isla en el mundo navideño, estar fuera de la órbita de tantos anuncios y de tantos repasos de lo que dio de sí el año. Poca gente, mucho frío y ausencia de la semiótica analógica del momento.

 

Un pueblo así y aquí no debe ser muy normal. Sí es más habitual que muchas casas permanezcan cerradas. Un paseo peninsular buscando persianas bajadas podría convertirse en un recuento tan espectacular que confirmaría aún más el poderío que tenemos para acoger a los sin techo en tantos habitáculos cerrados. Bendita propiedad con tantas leyes a su favor.

 

Sí, se puede estar en Navidad así. Es otra experiencia que te muestra otra cara de la cotidianeidad. Sin ningún ruido, sin tráfico, sin publicidad, sin apenas gente visible, sin la atracción de haga lo que le proponemos que es lo mismo que millones de personas.

 

Te enfrentas a la hostilidad del entorno y a una diferencia casi monacal. Si te atreves a contarla habrá división de opiniones. Quizá ya tiene valor atreverse a contar que así ha sido mi Navidad. Pero así ha sido, lejos de gente muy querida y cerca de personas mayores necesitadas. También tiene su encanto la búsqueda del disfrute de la diferencia sin tantos atractivos. Quizá otra vez los valoraremos más. O menos aún.

 

 

 

 

 

Los espíritus de la Navidad

Una señora con un espectacular abrigo de visón tapaba una pintada que había detrás de El Corte Inglés que, en bable o lengua leonesa decía “Otru mundu ye posible”. Era el mediodía del día de Navidad y estaba a punto de comenzar la celebración religiosa a la hora de más asistencia. Muchas personas mayores, ataviadas con costosas prendas obtenidas de pieles de otros animales, se dirigían al centro de culto.
Una hora antes el Papa ofrecía la tradicional bendición navideña con un mensaje en el que tocaba puntos trascendentales de la espiritualidad, la tecnología y el materialismo imperantes. Unas reflexiones que cualquier persona progresista firmaría con la condición de que se cumplieran alguna vez y las bellas palabras se transformaran en hechos por ciertos escuchantes que pronto las olvidan.
Nuestra Navidad la hemos hecho así y es la que hay. Los vestidos, los regalos, las compras, las comidas, los adornos, nuestras celebraciones nos retratan. Quizá debajo de tanto envoltorio exista nuestra particular manera de traducirnos el mensaje que ese gran maestro dejó en Belén. Tanta parafernalia forma parte de un escaparate en el que a los maniquís nos han colocado en diferentes posturas, dentro de un paisaje en el que las formas se ven pero deberían no tapar esos fondos que sospechamos que pueden existir.
 Otro mundo debería ser posible aunque fuera por hacer real el tan repetido auténtico espíritu navideño nacido en Belén.

 

Ataques continuos a la soldaridad en nombre de la tradición comercial

Así de claro. Ya comentamos el otro día que estamos dentro de la época dorada de las falsedades que nos ofrece la sociedad en que vivimos. Chica, es la moderna Navidad. El agosto en diciembre. Deseos efímeros. Adornos que dan luz a las noches más largas del año. Regalos. Papel de celofán que envuelve ilusiones pasajeras o eternas. La inspiración y las ganas de vivir encubiertas y focalizadas por ese deseo que aún perdura en el tiempo. La gula llevada hasta la sofisticación del extremo o de la tradición. Diversión porque toca. Felicidad gracias al calendario. Buenos deseos al pasar la hoja. La disgresión a cuenta de las posteriores rebajas.

Y casi todo lo tendrás mientras tu conciencia recibe un toque solidario que disminuya tus supuestos complejos consumistas. No, actúas bien. Mientras compras, derrochas y te llenas de objetos, que sepas que quien te cobra dedicará una parte a curar enfermedades, a regalar juguetes, a dar de comer. Esto sí que es ilusión. Ayudar a los demás mientras la felicidad nos entra por inutilidades. La conciencia, tranquila. Los productos, la mayoría fabricados por personas esquilmadas y sobreexplotadas por las empresas de aquí, se convierten en solidarios. Y si pagas con dinero de plástico, aún más. Y encima te dan puntos acumulables para obtener regalos que te alegren la vida y que elaboran esas personas que cobran una miseria por lo que tú pagas pero que cotiza al final en varios mercados bursátiles.

Es la moderna felicidad. Tú y yo también contribuimos. Cada año nos quejamos de repetir lo mismo mientras consumamos nuestras críticas consumiendo. Y en el fondo deseamos recibir regalos para poder criticar al sistema después. O para comparar con los del año pasado y sacar conclusiones de la persona que los ha hecho. Y presumimos, los enseñamos y nos ufanamos de ese toque de exclusividad o diferencia. Nos aportan un punto por encima no se sabe de quién.

Es una realidad muy extendida. Menos mal que cada vez hay más gente consecuente que no cae tanto o nada y saben vivir otras realidades. Puede que conecten más con los principios del que nació en Belén o que sean una semilla más que pronto fructifique en otro orden personal. No te desanimes, también puede que seamos excepciones que entonamos los mismos argumentos que vuelven a casa... por Navidad.

 

En el origen es donde quieren concentrar las polémicas

Ya lo ves, en el origen para algunos es donde parecen estar las raíces de muchos problemas. No me refiero al origen del pensamiento, ni a los estereotipos ni a lavados de cerebro ni a nada que suene a manipulación e imposición, bien por la educación, por los medios de comunicación o por el pensamiento simple típico de quien su cerebro le da un electroencefalograma plano.

Fíjate: problemas en torno al origen de las personas y sobre los productos. Resultado: marginación o boicot por parte de quienes pretenden forzar situaciones con medidas de presión. Cualquier motivo parece ser bueno para objetivos marcados por quienes presumen de pensar más que los demás. No, no se trata de dejar pasar a quienes padecen situaciones de miseria. Tampoco de consumir productos de zonas peninsulares en que aprueban estatutos que quienes lo boicotean ni lo conocen por las solapas. Sin embargo, aquellas grandes marcas que explotan las lucen orgullosos de tener un espejo en que mirarse.

Los orígenes han vuelto a persuadir y son un arma de muchos filos que pueden originar heridas suicidas. Se piensa menos en las metas y en los procesos, como si la sangre azul por haber nacido en un sitio o porque un producto se haya fabricado en un lugar sirvieran para poner barreras, establecer limitaciones u organizar boicots.

La globalización y los nuevos medios de comunicación, ya lo ves, se usan para nefastas campañas. Pero el medio no es el mensaje. Su contenido anida muy dentro del origen del pensamiento de quien se cree más si se deja manipular por comportamientos gregarios utópicos.

Modernas siluetas con muchos años encima

La imagen llamaba la atención. Es una de esas imágenes que las ves de refilón cuando haces otra cosa, por ejemplo estar de noche en un atasco a la espera que la luz del semáforo sea condescendiente con tu impaciencia.

No sé si a ti te ha pasado pero a menudo la vida cotidiana te ofrece puntos de reflexión mejores que las sesudas reflexiones de muchos comentaristas de todo y de nada. Basta con tener abiertos los sentidos  para captar esa ráfaga de sorpresa, detrás de la cual puede anidar una incógnita que para ti es una provocación, aunque al final tú te quedes con un problema diario más sin resolver.

Imagínate un modernos escaparate de una peluquería, de esas que se venden con los últimos potingues, con la penúltima imagen y con tantas atenciones que entras con problemas y sales con estéticas soluciones. Un enorme cristal blanco que hacía de pared dejaba traspasar el último grito en arreglos mientras la noche proyectaba la silueta de una persona muy mayor que hablaba por un móvil con grandes gesticulaciones.

El señor llevaba vestidos propios de sus tiempos trasladados a estos. Andaba con dificultad, aparentaba conservar energías suficientes como para transmitir mensajes con carácter por ese objeto al que parecía muy bien adaptado. El foco de la calle recortaba su silueta en el cristal del centro de estética. Dos caras, dos mundos separados por un objeto aparentemente inocente pero cada estética estaba en su sitio.

No, no entró el señor ni salió nadie a sugerirle posibles cambios y arreglos.

No estaba allí para cambios, pasaba y hablaba con soltura y energía. Solicitaba algo, insistía y mostraba esos gestos que se hacen con las manos incluso en el momento de hablar por teléfono. Como si sirvieran para algo. Aquí sí. Se proyectaban en el cristal  mientras él demostraba haberse adaptado a los nuevos tiempos. Como mínimo por medio del teléfono.

Ya sabes, aconseja a tus amistades que también miren a su alrededor. Además de relajante, descubres o pretendes saber por qué hacemos o pensamos eso en ese momento. Un enigma cotidiano más.

 

Sinvergüenzas con fachadas muy formales

Sinvergüenzas con fachada de formales

 

Hace unos días una persona que se relaciona con empresarios de la construcción me hizo una radiografía de un tipo de gente que, si son muchos, es tan preocupante como tantos otros que deben pulular por ahí.

En un pueblo costero de la Comunidad Valenciana todos los negocios inmobiliarios están en manos de muy pocos empresarios que dominan todo el proceso constructor. El dinero no les debe caber en ningún sitio y sus ansias de tener más, tampoco. Fíjate, entre más tienen, más quieren.

Son de los que siempre cuidan el porte y sus formas en sociedad, votan a ese grupo político que no lo nombro para no hacerles publicidad gratuita, extienden sus redes por tantos círculos políticos,  sociales y económicos que saben dar muy bien las palmadas en muchas espaldas. Se mueven, opinan, dicen frases para aparecer en titulares de los diarios al día siguiente, les persiguen por los pasillos del poder.

Pertenecen a esa clase de gente que ellos mismos renuncian a los servicios sociales más comunes: cuando están enfermos se van a los mejores médicos del extranjero, en vez de la policía disponen de exclusivos servicios de seguridad, sus hijos van a centros de fuera afincados aquí, los restaurantes suelen ser o caros de aquí o exóticos de allá, las vacaciones siempre las pasan muy lejos, y las inversiones o ahorros cada vez están más a salvo y más lejos también.

Antes de dejarte, quiero que sepas que quienes dominan este pueblo costero y turístico también son dueños de cada vez más clubs de alterne, barras americanas o cualquier nombre barriobajero que les quieras poner. Invierten en este tipo de establecimientos, con un incesante tráfico de mujeres de muchas nacionalidades. Pero nunca los acusarán de nada. Son de misa dominical, de procesión y de bastos de mando.

Son ellos, los de antes, los de ahora, los de siempre.

 

 

Innova tu presente

Innovar, palabra clave.

Mosaico de culturas

Mira a tu alrededor. Yo en clase estoy rodeada. Muchas culturas, un buen mosaico. Antes de seguir te dejo unas horas para que mires a tu alrededor. Observa quiénes son, de dónde vienen y qué te pueden aportar. No vale poner una venda en los ojos o en la mente. Ábrela.

Recuerdo que me leíste el otro día una referencia a una frase del escritor Juan Goytisolo. Decía que es de todas partes y que donde mejor se encuentra es en aquellos lugares donde conviven muchas culturas. Otra vez me habías hablado de su programa de hace años en TVE2 lllamado ALQUIBLA. Hace poco describió su vida en Marraquech, en Marruecos. En aquel documental recordaba ciudades multiculturales donde ha vivido: Nueva York, París, Estambul, El Cairo, Barcelona y ahora Marraquech.

Con su cultura y con la mente abierta a otras personas, se instaló en barrios donde la convivencia es diversa. Me llama l atención lo que dice este hombre. Lo comparo con lo difícil que nos resulta aceptar al otro, y más si es pobre y viene de países africanos o sudamericanos. Les culpamos de todo desde la prepotencia de quienes no siempre damos buen ejemplo. Les pedimos más que les damos. Después, las instituciones les dan pero también les deberían pedir actitude y colaboración a cambio.

No hace falta que hagamos viajes exóticos en verano. El exotismo está cerca, sólo que deberíamos de aprender de personas que no forman parte de documentales o de folletos turísticos. Son una pieza más de este mosaico de culturas en que también estamos nosotros.

Visto, oído, admirado y estimado maestro: adiós, Eduardo Haro Tecgeln

Tú sólo lo conocías porque yo te había enseñado algunos de sus artículos de su sección diaria “Visto/Oído” en el diario EL PAIS. Eduardo Haro Tecglen ha sido una de las personas sabias que yo más he admirado. Le he leído con admiración, aunque a veces no estuviera de acuerdo con sus ideas. Otras veces, su vasta cultura me impedía acercarme a sus razonamientos.
Estoy seguro que a ti también te hubiera atraído su figura. Debías haberlo seguido. Yo le conozco desde mi adolescencia. Más o menos cuando era como tú. En aquellos tiempos del franquismo me abrió los ojos con mi adorable revista, la suya, llamada TRIUNFO. Era una bocanada semanal de aire fresco. Eduardo estaba detrás, con ese aire escéptico, pesimista en ocasiones, liberal, respetuoso hasta el máximo, rojo, razonador de unos pensamientos que se perdían en su inmensa cultura. Llegaba a extraer aprendizajes de la muerte de varios de sus hijos, aconsejaba con moderación y siempre la sorpresa matinal era la misma: saber qué diría Haro. O qué habría visto en el teatro y que nos lo haría imaginar en una de sus habituales críticas de este arte en el que él tantos reflejos vitales veía.
Estoy muy triste porque la muerte de gente como él te deja un poco más ciego. Él era una luz segura. Cuando cumplió 80 años, o sea, el año pasado, su familia le regaló un blog. Lo anoto aquí. En él aparecen sus escritos y una primera nota de su mujer en la que anuncia su muerte. Aquí se acumulan comentarios. En general son excelentes. Pero los hay muy irrespetuosos, irreverentes, representativos de la otra España que le recuerda viejos artículos propios o su cólera contra lo que no podía aguantar. Así es este país. Haro los respetaba. Seguro.
Hoy no he podido menos y yo también he dejado mi comentario en su blog. Te lo ofrezco aquí. Un texto inmediato, lleno de emoción porque he perdido a un auténtico maestro. Nunca te olvidaré.
Y te releeré, seguro. Maestro. Eduardo Haro Tecglen

Mi comentario de hoy en su blog:

La muerte siempre llega pero nunca nos imaginamos el momento. Eduardo se ha ido, es cierto, pero su espíritu y sus ideas siempre estarán en mí. Ante un acontecimiento muchas veces pensaba: "¿y de esto qué pensará Eduardo?.
Uno de mis mejores maestros, Eduardo, me enseñó a interpretar la realidad desde que leí por primera vez la revista TRIUNFO, cuando yo era muy joven y él muy sabio.
Perdí la inocencia sobre esa realidad gracias a él sobre todo. Y fui creciendo con sus escritos en EL PAIS, sus comentarios en la SER y sus libros. También atendí a sus opositores. Él también lo hacía y fue una de sus grandes enseñanzas.
Visto, oído y muy querido maestro Eduardo. Siempre vivirás en nosotros.
Y mira que si, encima, con las investigaciones que hagan con tu cuerpo, encima nos curas, ¿qué más te podemos pedir?
Por : Evaristo el Miércoles 19 de Octubre de 2005"

La que se nos viene encima

Fíjate en cómo nos preparan para una más de las plagas que se nos avecinan. No sé si alguna vez te han hablado del aceite de colza. Hace bastantes años que afectó a un gran número de población española, la mayoría gente de la calle como tú o yo. Conoces bastante bien el tema del SIDA, a menudo me has dado discursos sobre sus posibles orígenes, tu opinión sobre si fue o no un experimento de laboratorio que se les escapó de las manos, voluntaria o involuntariamente, para diezmar a la población negra y a otra gente que no desea determinada clase social. Esta terrible enfermedad sigue acabando con la misma gente que siempre es víctima de todo. Casi no se habla de tantas muertes en países pobres y los cócteles de medicamentos no están para sus esquilmados bolsillos. Los enfermos de SIDA de aquí son diferentes, con más derechos y gratuitos.
Prepárate que ahora llega la gripe aviar. La otra gripe la tenemos cada año aquí, con sus vacunas y muertes. Por cierto, recuerda que la gente que trabaja en la sanidad es la que menos se vacuna. No les hables a muchos enfermeros/as y médicos/as de predicar con el ejemplo y vacunarse. Es para los demás. Tampoco les hables del nivel de población fumadora que tienen dentro, como el mundo de la enseñanza. Tranquila, no te alteres, ya sabes la frase: haz lo que yo te digo pero no hagas lo que yo hago.
La gripe aviar dicen que viene de allá de donde nos llegan tantos productos fabricados en condiciones laborales extremas. En aquel extremo de Oriente se inician procesos de todo tipo y, al parecer, la gripe cuentan que surgió por aquellas tierras. Ya sabes, tú y yo somos ignorantes en muchos temas, tan ignorantes como nos dejan tantos filtros de información a que nos someten. Pero nos mantiene despiertos el escepticismo, la sospecha y querer mirar más allá aunque a veces no veamos bien ni lo más acá.
La clase política europea nos bombardea con ese aparente colchón de tranquilidad en que nos adormecen a diario. Todo controlado, los laboratorios Roche serán nuestros salvadores con un producto dudoso. Tranquilos, no pasa nada, dormid, consumid y pagad vuestras numerosas deudas que vuestra salud no se resentirá más que lo normal.Novedad, también de Oriente, el laboratorio hindú Cipla afirma que está en condiciones de sacar un genérico del producto de los laboratorios Roche para primeros de 2006. Menos mal que casi todo se copia. Y suele pasar en Oriente también.
Sin embargo, científicos y divulgadores no interesados en apaciguar a votantes explican los terribles pronósticos que nos brindará el H5N1. Las consecuencias de la gripe española de 1918 quedarán cortos para la mortandad que se nos avecina.
Tú sigue, compara y contrasta las opiniones sobre la gripe aviar entre políticos y expertos. Sospecho que tienes miedo, igual que yo. Está visto que superamos enfermedades pero nos sorprenden otras.
Sé optimista, si quieres levantar el ánimo mañana, ya sabes a quién debes escuchar. La que se nos viene encima ya llegará.