Modernas siluetas con muchos años encima
La imagen llamaba la atención. Es una de esas imágenes que las ves de refilón cuando haces otra cosa, por ejemplo estar de noche en un atasco a la espera que la luz del semáforo sea condescendiente con tu impaciencia.
No sé si a ti te ha pasado pero a menudo la vida cotidiana te ofrece puntos de reflexión mejores que las sesudas reflexiones de muchos comentaristas de todo y de nada. Basta con tener abiertos los sentidos para captar esa ráfaga de sorpresa, detrás de la cual puede anidar una incógnita que para ti es una provocación, aunque al final tú te quedes con un problema diario más sin resolver.
Imagínate un modernos escaparate de una peluquería, de esas que se venden con los últimos potingues, con la penúltima imagen y con tantas atenciones que entras con problemas y sales con estéticas soluciones. Un enorme cristal blanco que hacía de pared dejaba traspasar el último grito en arreglos mientras la noche proyectaba la silueta de una persona muy mayor que hablaba por un móvil con grandes gesticulaciones.
El señor llevaba vestidos propios de sus tiempos trasladados a estos. Andaba con dificultad, aparentaba conservar energías suficientes como para transmitir mensajes con carácter por ese objeto al que parecía muy bien adaptado. El foco de la calle recortaba su silueta en el cristal del centro de estética. Dos caras, dos mundos separados por un objeto aparentemente inocente pero cada estética estaba en su sitio.
No, no entró el señor ni salió nadie a sugerirle posibles cambios y arreglos.
No estaba allí para cambios, pasaba y hablaba con soltura y energía. Solicitaba algo, insistía y mostraba esos gestos que se hacen con las manos incluso en el momento de hablar por teléfono. Como si sirvieran para algo. Aquí sí. Se proyectaban en el cristal mientras él demostraba haberse adaptado a los nuevos tiempos. Como mínimo por medio del teléfono.
Ya sabes, aconseja a tus amistades que también miren a su alrededor. Además de relajante, descubres o pretendes saber por qué hacemos o pensamos eso en ese momento. Un enigma cotidiano más.
0 comentarios