Uniformidad de informaciones con libertad para informar
Cualquier persona amante de recibir puntual información cada día se ve sometida a un sinfín de palabras o imágenes muy repetidas a lo largo del día. Este incesante bombardeo informativo se ve mejor en la radio o televisión que en la prensa escrita.
Varios ejemplos muy convencionales.
Uno: quien sea fiel seguidor de una sola emisora de radio, que recapacite al final del día si no le han imbuido en su cerebro lo mismo de una o varias maneras, dicho por diferentes personas o ratificado por comentaristas que abundan en los mismos temas o parecidas reflexiones. ¿Es producto de la libertad o de una única línea informativa mas o menos encubierta o explícita? Por encima de todo, se implora a la libertad de expresión (faltaría más no acudir a ella aun cuando no hace falta).
Dos: quien vaya de viaje y se deje amenizar su tiempo por una única emisora, al llegar a su destino puede hasta recitar de memoria parte de los contenidos escuchados (si es que es capaz de sintonizar las emisoras de radio, labor harto difícil: ¡emisoras digitales, os esperamos!). Los mismos, repetidos hasta la saciedad.
Tres: Cambias de estación de la radio informativa y más de lo mismo pero dicho u opinado de otra manera.
He ahí la más convencional realidad en unos medios con total libertad para informar. Medios que se parecen o que responden a unas estructuras tan repetidas que la innovación o no existe o se ve acotada en franjas horarias desechadas por los anunciantes. Se parecen a la libertad de precios de los carburantes: todos cobran igual por ofrecer lo mismo cuando se dice que el mercado es más ¿libre? que nunca.
¿Libertad de información o repetición de la misma información formalmente escogida?
Nunca lo sabremos todo, pero sí intentaremos adentrarnos en ese curioso mundo de la información, imprescindible y muy interesante pero también sometido a los vaivenes del mercado.
Varios ejemplos muy convencionales.
Uno: quien sea fiel seguidor de una sola emisora de radio, que recapacite al final del día si no le han imbuido en su cerebro lo mismo de una o varias maneras, dicho por diferentes personas o ratificado por comentaristas que abundan en los mismos temas o parecidas reflexiones. ¿Es producto de la libertad o de una única línea informativa mas o menos encubierta o explícita? Por encima de todo, se implora a la libertad de expresión (faltaría más no acudir a ella aun cuando no hace falta).
Dos: quien vaya de viaje y se deje amenizar su tiempo por una única emisora, al llegar a su destino puede hasta recitar de memoria parte de los contenidos escuchados (si es que es capaz de sintonizar las emisoras de radio, labor harto difícil: ¡emisoras digitales, os esperamos!). Los mismos, repetidos hasta la saciedad.
Tres: Cambias de estación de la radio informativa y más de lo mismo pero dicho u opinado de otra manera.
He ahí la más convencional realidad en unos medios con total libertad para informar. Medios que se parecen o que responden a unas estructuras tan repetidas que la innovación o no existe o se ve acotada en franjas horarias desechadas por los anunciantes. Se parecen a la libertad de precios de los carburantes: todos cobran igual por ofrecer lo mismo cuando se dice que el mercado es más ¿libre? que nunca.
¿Libertad de información o repetición de la misma información formalmente escogida?
Nunca lo sabremos todo, pero sí intentaremos adentrarnos en ese curioso mundo de la información, imprescindible y muy interesante pero también sometido a los vaivenes del mercado.
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