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el informador informal

Lo necesitamos todo

¿Pensamos en todos esos mensajes publicitarios no escogidos a que nos sometemos cada día? Cierto, muchos son obras de arte comunicativo al decir tanto en tan poco espacio o tiempo, y encima seducirnos para comprar. Todos alimentan nuestro mercado personal y se convierten en información útil para esos balances comerciales y curvas de análisis del nivel económico de cada país.
Pero a veces podríamos dudar (un gran deporte mental: es bueno practicarlos con asiduidad) a qué obedecen tantos mensajes. Nos presentan nuevos productos que necesitamos, los necesitamos porque nos los presentan, son un soporte espiritual con forma material, nos satisface algo material porque no existe lo espiritual, consumimos por el placer de mejorar, mejoramos por el placer de consumir, nos crean mundos imaginarios formados por el significado (¿o será el significante?) de cada objeto.
Los publicitarios dicen que sus mensajes tienen detrás una idea empaquetada, válida para el progreso y la calidad de vida. Se creen tan importantes que les pagamos un sustancioso porcentaje de cada producto adquirido, porque la publicidad la aguantamos todos y además somos quienes la financiamos (por término medio, de lo que pagamos por cada coche, 500 euros los damos para que nos convenzan de lo bueno que es: en público, en medio de cualquier programa o sin pedir permiso para bombardearnos). O sea, estamos cogidos por todos los lados. Incluso son el alma salvadora de la sociedad a la que acuden los políticos. Si hay un problema, los educadores de la opinión pública son las agencias de publicidad. Presupuesto extra, agencia, campaña de publicidad y ya está: el público informado de forma divertida o espectacular y nunca más volverán a fumar, a no usar preservativos, a hacer fuego, a no comer la dieta mediterránea, a no manchar, a no beber alcohol o a respetar las normas de conducción. He ahí las formas modernas y rápidas de transmitir mensajes formativos a la población. Nuestros modernos educadores: los mensajes y las promociones.
No pasa nada si a veces se ofrecen mensajes opuestos: una campaña contra el fuego y un anuncio de ron con el lema “Juega con fuego”, mensajes en contra de la violencia de género y una canción con un gracioso estribillo que la fomenta, anuncios para conducir bien y amplia cobertura informativa a un personaje de la canción que mató a una persona.
Mensajes, anuncios, necesidades, ilusiones, negocios, la vida misma en la que estamos. Pero la duda puede existir: ¿lo necesitamos todo o nos necesitan a todos?

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