Acosos entre la fauna urbana
No te parezca mal que me apropie de un término animal para designar a personas. Entre nosotras hablamos así a veces. Entre compañeras nos describimos a tipos que impactan, a tribus urbanas, a gente con corbata, a tantos uniformes como hay hoy cuando el militar ya ni se ve, a nuevas sorpresas importadas de otras latitudes. Una chica que se fue un año a un colegio privado del centro de la ciudad alucina con la ausencia de creatividad del aspecto físico en su centro. La moda es el uniforme. Chicas y chicos cortados por el mismo patrón. Arreglados y arregladas tanto que ves a uno o una y los demás parecen clónicos.
El otro día, en una de sus amplias descripciones, nos decía que la experiencia de estar allí le servía para conocer a otro mundo, quizá de futuros dirigentes, fracasados, frustrados o brillantes. Como en cualquier parte. Cuando nos relataba el ambiente dentro de las aulas, aquello sí que era también monotonía. Pensamiento único de profesores que dan sus clases magistrales y alumnado que no discute ni una coma, aunque a la salida la cosa cambie.
Hablábamos de la encuesta sobre acoso escolar o bullyng. Si los datos no fallan, en estos centros es donde se produce más acoso escolar. Quién lo diría entre gente tan bien planchada y políticamente correcta. No, no puede ser, se habrán confundido. La encuesta seguro que quiere desprestigiar a quienes van para un destino en lo universal, a la selección que se iguala por arriba porque la cuota mensual ya escoge a los mejores pagadores.
El caso es que mis compañeras y compañeros empezaron a contar historias que confirmaban la citada encuesta. Nos la creímos y nos pareció el reflejo de otro fenómeno social más.
Entre adolescentes, el acoso no deja de ser una consecuencia social más, muchas hormonas sin control y demasiado valor cuando uno se protege en el grupo. Y es que de fauna y de urbana todos sabemos mucho.
El otro día, en una de sus amplias descripciones, nos decía que la experiencia de estar allí le servía para conocer a otro mundo, quizá de futuros dirigentes, fracasados, frustrados o brillantes. Como en cualquier parte. Cuando nos relataba el ambiente dentro de las aulas, aquello sí que era también monotonía. Pensamiento único de profesores que dan sus clases magistrales y alumnado que no discute ni una coma, aunque a la salida la cosa cambie.
Hablábamos de la encuesta sobre acoso escolar o bullyng. Si los datos no fallan, en estos centros es donde se produce más acoso escolar. Quién lo diría entre gente tan bien planchada y políticamente correcta. No, no puede ser, se habrán confundido. La encuesta seguro que quiere desprestigiar a quienes van para un destino en lo universal, a la selección que se iguala por arriba porque la cuota mensual ya escoge a los mejores pagadores.
El caso es que mis compañeras y compañeros empezaron a contar historias que confirmaban la citada encuesta. Nos la creímos y nos pareció el reflejo de otro fenómeno social más.
Entre adolescentes, el acoso no deja de ser una consecuencia social más, muchas hormonas sin control y demasiado valor cuando uno se protege en el grupo. Y es que de fauna y de urbana todos sabemos mucho.
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