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el informador informal

Nombres propios del día y gente de cualquier día

Decías ayer que la muerte y la economía son dos de los temas que, directa o indirectamente, nos condicionan cada día.
Buen tema y muy recurrente. Nos gusta la economía, quizá porque entre menos dinero tenemos más queremos entender cómo se mueve el ajeno y qué hay detrás de tantas operaciones más o menos públicas que nos condicionan cada día.
Ya sabes, una sección habitual de los medios económicos son los nombres propios del día. Personas que van de una empresa a otra, cambian y tienen un nombre por sus poderes con el dinero. Dices que esta gente no tiene escrúpulos humanos. Habrá de todo. También muchos crean fundaciones, o envían donativos a organizaciones humanitarias. No te crees estos actos inocentes. Dices que lo hacen para desgravar en Hacienda y para liberar su conciencia ante tantas operaciones dudosas.
Personas con una identidad reconocida más allá del papel salmón de los diarios económicos. Saben estar en el sitio y momento adecuados. Y si se confunden, las pérdidas pocas veces les llevan a la miseria. Es un juego en el que mueven a personas trabajadoras como fichas de sus acciones en una u ptra corporación o sociedad fantasma que tapa el trasfondo de su imagen pública.
Al lado de tanto nombre propio estamos los cualquieras. Pero no te quejes, estamos situados en una categoría muy elevada. Recuerda los otros nombres propios anónimos que cada día pretenden saltar las vallas africanas. Gente cualquiera como tú y yo, caras demacradas que se arriesgan a hacer kilómetros por desiertos, a caer en manos de mafias diversas y a saltar por encima de alambres con pinchos para poner sus pies en una tierra en donde la miseria y la explotación también les acechará.
El reportaje de ayer de Telecinco fue espectacular. Un drama de elevadas dimensiones. Una pena que se repite en tantos millones de nombres propios que no son gente cualquiera. Personas sometidas a vejaciones de todo tipo, cultas o incultas, gente con la esperanza en su mirada, un símbolo que debería avergonzar a tantos europeos que les regalan espinos, guardias civiles, ejército y sistemas de vigilancia.
Ahora son protagonistas ocasionales, aunque temas como los Estatutos y otras lindezas luchan por ocupar más tiempo en las inútiles discusiones sobre temas mucho menos vitales que la de todo un continente. Los condenamos a ser menos que unos cualquiera.
Somos racistas, lo sabes muy bien. Me lo repites a menudo y siempre lo ratifico. Ya sé que generalizar es confundirse pero somos muy racistas con los pobres, con los que se conforman con venir a trabajar en aquello que no queremos. Cambiamos de piso y vamos a una zona sin inmigrantes para reafirmar en público una y mil veces que somos los más fieles cumplidores de los derechos humanos.
Saltar una verja es una invasión, colocarles una multinacional contaminante no. Querer venir por la violencia es condenable, tratarles como animales es defenderse.Son nuestro producto y los detestamos.
Son pobres, son negros, son de África, tienen hambre.
Somos ...

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