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el informador informal

El espectáculo del cielo es gratis

Nunca había visto a mis compañeros con tanta fe mirando al cielo. Hoy ya vinieron con diferentes modelos de gafas que regalaba algún establecimiento comercial, con cristales oscuros y otros artilugios ópticos. El eclipse se convirtió en un fenómeno mediático que provocó que la gente mirara para arriba. Tú no lo sé pero las personas de mi edad aún lo podemos ver de nuevo dentro de unos años. Yo les oía los comentarios, me informaban de lo que veían y vivía el eclipse a través de los ojos de los demás. Todos fuera, en el patio, cara al sol para ser testigos de un espectáculo único y gratuito.
La verdad es que después, en clase, sacamos el tema del firmamento y descubrimos lo poco que es objeto de atención. Hay poca cultura astronómica y escaso espíritu de observación celeste. Lo tenemos encima de nuestras cabezas pero nos conformamos con la luz del último piso del boque donde vidimos o ese resplandor de la farola mal enfocada que es una señal de prohibido mirar arriba porque no se ve nada. A la contaminación lumínica se une la escasa cultura de tantos cuerpos celestes más o menos identificados. De tanto mirar abajo no vemos arriba, la luna pasa desapercibida y el sol sirve para poco más que para broncearse. Menos mal que los vuelos baratos y el ansia viajera nos suben a veces a las alturas.
La gente de mi clase se propuso saber más de espacios celestes, disfrutar de la noche con la vista puesta donde las estrellas te invitan a identificarlas, descubrir luces fijas y móviles, reconocer los planisferios y cerciorarse de que somos demasiado poca cosa comparado con la inmensidad. A lo mejor ésta es la auténtica razón por la que no nos enseñan a situarnos, prefieren impulsar aires de falsa grandeza a reconocer que casi no somos nada y encima nos hacemos la vida casi imposible.
Ante esto, qué mejor que mirar al cielo en muchas ocasiones.

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