Las princesas de cada día
La monarquía, ni tocarla, muchacha. Ni se te ocurra pensar que tú y yo hablaremos de temas tan regios. Para que después alguien nos critique por criticar o por no estar con el pensamiento único e inmensamente feliz sobre este tema.
Quería comentarte una película dura que trata un tema tan real como que hace siglos que ya pasea. Sí, pasean ellas, las protagonistas, las prostitutas o putas, las protagonistas de un oficio combatido, legislado, burlado, mimetizado y muy cuestionado hoy, tanto por legisladores, ayuntamientos, feministas, machistas y demás ISTAS que en el mundo viven de pontificar sobre cualquier tema. La película se llama Princesas y Fernando León te muestra la más cruda realidad de estas personas.
Sé que las respetas mucho, crees que son para un tipo de hombres, piensas que la gente joven hoy tiene más libertad de relaciones como para acabar con ellas, estás de acuerdo en legalizar su oficio, profesión, mercado, ambiente, paisaje urbano o como se llame. Crees que la dignidad de sus vidas pasa por nuestra escala de valores. Algo a donde te llega esta película. La crudeza del retrato de sus vidas, las conversaciones, la distancia o aproximación a la vida desde detrás de los cristales de una peluquería, el mundo que las atenaza define la dura realidad, el dramatismo, retrata cómo es esta sociedad.
Pero también los sentimientos afloran por su piel y muestran que son como tú o yo, quizá en esa vida por elección voluntaria o por necesidad, pero con un bagaje relacional que describe más a los usuarios que a ellas. Cuando hables con tus amistades, no te cierres a estos mundos y observa que, entre su lenguaje de marcado significado sexual, afloran interpretaciones de la vida y pensamientos dignos del más encumbrado filósofo. Son princesas que esperan una salvación, que dudan si la nostalgia no sólo se da por el recuerdo de agradables tiempos sino si habrá nostalgia por algo no vivido aún, son princesas que creen que existes siempre que alguien piense en ti, que se conforman con el sueño de que un amor te espere al salir del trabajo o con esos papeles de la inmigrante que ha caído en manos de un funcionario sin nombre. Son princesas porque cuando llega un amor se olvidan de su trabajo por dinero, porque tienen tanta dignidad como las otras y porque seguro que la música de la banda sonora, compuesta por Manu Chao, les sonaría a rara a las situadas en escalafones demasiado elevados, las cuales muy a menudo se convierten también en protagonistas de (la) película, aunque salgan cada semana en el papel couché de las revistas.
Ellas, tan princesas como tú, mi princesa.
Quería comentarte una película dura que trata un tema tan real como que hace siglos que ya pasea. Sí, pasean ellas, las protagonistas, las prostitutas o putas, las protagonistas de un oficio combatido, legislado, burlado, mimetizado y muy cuestionado hoy, tanto por legisladores, ayuntamientos, feministas, machistas y demás ISTAS que en el mundo viven de pontificar sobre cualquier tema. La película se llama Princesas y Fernando León te muestra la más cruda realidad de estas personas.
Sé que las respetas mucho, crees que son para un tipo de hombres, piensas que la gente joven hoy tiene más libertad de relaciones como para acabar con ellas, estás de acuerdo en legalizar su oficio, profesión, mercado, ambiente, paisaje urbano o como se llame. Crees que la dignidad de sus vidas pasa por nuestra escala de valores. Algo a donde te llega esta película. La crudeza del retrato de sus vidas, las conversaciones, la distancia o aproximación a la vida desde detrás de los cristales de una peluquería, el mundo que las atenaza define la dura realidad, el dramatismo, retrata cómo es esta sociedad.
Pero también los sentimientos afloran por su piel y muestran que son como tú o yo, quizá en esa vida por elección voluntaria o por necesidad, pero con un bagaje relacional que describe más a los usuarios que a ellas. Cuando hables con tus amistades, no te cierres a estos mundos y observa que, entre su lenguaje de marcado significado sexual, afloran interpretaciones de la vida y pensamientos dignos del más encumbrado filósofo. Son princesas que esperan una salvación, que dudan si la nostalgia no sólo se da por el recuerdo de agradables tiempos sino si habrá nostalgia por algo no vivido aún, son princesas que creen que existes siempre que alguien piense en ti, que se conforman con el sueño de que un amor te espere al salir del trabajo o con esos papeles de la inmigrante que ha caído en manos de un funcionario sin nombre. Son princesas porque cuando llega un amor se olvidan de su trabajo por dinero, porque tienen tanta dignidad como las otras y porque seguro que la música de la banda sonora, compuesta por Manu Chao, les sonaría a rara a las situadas en escalafones demasiado elevados, las cuales muy a menudo se convierten también en protagonistas de (la) película, aunque salgan cada semana en el papel couché de las revistas.
Ellas, tan princesas como tú, mi princesa.
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