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el informador informal

Trastiendas olímpicas

Todos los aviones ya los han trasladado a sus casas. Aunque no a todos. Los hay que han emprendido más rumbos deportivos aún. Sus vacaciones son seguir dentro de una maquinaria muy bien engrasada. ¿Qué deportista actual, con medalla de oro, gana 421 euros al minuto?

Hoy las alegrías también se compartían en los aeropuertos de destino. Atrás quedó el amor al deporte; los resultados del esfuerzo, de la preparación más exigente, de la mala suerte o de ciertos "empujones" externos. Parece que aquellas críticas sobre los derechos humanos, sobre el Tíbet, sobre la censura en Internet o sobre la emisión de las imágenes con 20 segundos de retraso, se han ocultado bajo las brillantes ceremonias de apertura y cierre del telón. El país refugio de empresas fabricantes de todo el mundo lució la tecnología ajena y el trabajo propio. Excelente todo. Fantástico. Difícil de superar. Inenarrable. Lo último en tecnología y en diseño.

Exceptuando honrosas excepciones en algunos medios (como a José Reinoso, "detrás de la muralla" en EL PAÍS) el cuento olímpico parecía fruto de una globalización bien conseguida. Muy bien contado y narrado el deporte. Con gritos muy nacionales. Barriendo para casa. Aplaudiendo a los de las medallas, como si  el mero hecho de llegar hasta aquí ya no tuviera mérito. Babeando con las múltiples chapas de los dos mejores ("dicen", salvo supuestos dopajes de última hora). Y embelesándose con los méritos de la hornada de triunfadores de la cosecha nacional. Bien. Muy bien. Excelente.

Desmontado todo, el pueblo chino ya puede volver a la normalidad: preguntar sin parar sobre la vida privada de los forasteros, escupiendo como antes, los vehículos pares e impares con acceso libre, Internet restringido en algunos términos, ni hablar de Tíbet, la contaminación a ras de suelo, de nuevo visibles los ruinosos edificios disimulados con grandes pancartas, drástica restricción de aquellos monstruosos precios, y con la autoridad vigilante.

Pero también con las multinacionales muy cerca. Las deportivas, más aún. Basta sólo con leer la prensa económica de estos días. Las empresas que fabricaban aquí para vestir esfuerzos de allá ahora han "lavado" más una imagen algo deteriorada por sus míseros sueldos en estos países. Y los expertos ya tienen diseñadas las estrategias de caza y captura de este suculento mercado. Sobre todo de las zonas industriales, la gran masa rural ya vendrá luego. Por no hablar del colonialismo chino en todo el mundo. África, en sus manos tanto con productos como con carreteras. Tiendas chinas, en las esquinas de aquí donde antes había una inmobiliaria o cualquier negocio fracasado. Bazares, restaurantes, mayoristas de ropa. Tranquilidad. Vuestra imagen ha debido salir reforzada.

Mientras, algunos también han consolidado su economía. Medallistas de mucho renombre, a alguno de los cuales hoy algún diario le calculaba sus emolumentos por minuto. Es de aquí, muy amable, muy sencillo, muy humano, se lo merece, una gran persona, sabe estar, respeta a sus contrincantes,es guapo, la imagen deportiva más cotizada hoy en publicidad,  domina la puesta en público, cae muy bien, juega mejor...(si quieres, añade algo más positivo aún  de tu cosecha sobre Rafael Nadal).

Contentos y felices, quizá no sepamos más de este país aunque vayamos vestidos de arriba abajo con sus productos, que generan astronómicas ganancias que no van para sus fabricantes. Pero hemos consumido una nueva edición de unos juegos, con o sin espíritu. 

 

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