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el informador informal

Contrastes con la muerte de por medio

Podemos inventar las mil y una pócimas para alargar la vida, podemos crear tanatorios lo más alejados posible de la vista, podemos considerar la medicina como aquel Dios todopoderoso. Pero la muerte está ahí. Tú, adolescente enérgica, chica activa, inteligente y atractiva, sientes fascinación por hablar de ella. Ir más allá desde el más acá es un reto del que se encarga de hablar la religión, quienes han vuelto a la vida procedentes de una situación límite y tantos filósofos, teólogos o modernos vividores que plantean cada día fáciles sistemas de autoayuda por fascículos.
La realidad impacta. Entre tanto bienestar nos empeñamos en convertir en la noticia más seguida cualquier caso relacionado con la muerte. Debe ser una forma más de incitación al respeto a la vida, de lucha contra quien provoca situaciones con la muerte de por medio. Tanto hablar para llegar a la conclusión de que aquí no queda nadie.
Dices que la actualidad gira en gran medida en torno a la economía y a actos relacionados con la muerte. No andas muy desencaminada, quizá influida por la crispación continua que nos producen tantas muertes de mujeres, tantos inmigrantes limitados por la miseria y las alambradas, tantas injusticias, tantos accidentes de tráfico o laborales, tantas casualidades fruto de causas concretas.
Pero hay veces en que la muerte es otra demostración más de situaciones límite en las que la condición humana no sale bien parada. Te impactó que hoy se hablara de una anciana que la encuentran muerta cuatro años después del óbito en Sant Feliú de Llobregat (Barcelona). Vivía sola, sin agua ni luz, tenía mal carácter y la octogenaria siempre paseaba protegida por unas gafas negras. No la compares con la moda de las gafas oscuras puestas aún en la máxima penumbra. La señora se guardaba tras los cristales, lo mismo que deben hacer muchas personas que se escudan en los vidrios tintados cuando salen de casa. La noticia no dice más. Tú y yo extraemos conclusiones sobre la condición humana, siempre desde nuestro punto de vista. Ya no puede cumplirse tu deseo: saber cómo pensaba ella es imposible, igual que saber si escogió o no esa forma de vivir y morir.
Otro modelo de muerte es la de un excursionista de 47 años que se quedó en mitad del camino de ascensión a La Mola, la cima del parque natural de Sant Llorenç del Munt, en Barcelona. El esfuerzo excursionista dejó su cuerpo en el camino, a la vista de paseantes; después de cinco horas llegaba el forense.
Muerte, de lo que huimos sin saber dónde nos sorprenderá. Lo hará aunque tú la veas lejana. Nos pasó a todos lo mismo, tan enigmática pero tan previsible.

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