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el informador informal

El hueco de los embalses

Es una pena. No es el inicio de una guerra occidental por el agua. O a la larga, quizá sí. Da mucha pena ver el fondo de tantos pantanos vacíos, los restos de esas casas, iglesias o pueblos conquistados a sus habitantes a golpe de autoridad para satisfacer un bien común y ahora están como están. Da más pena el desperdicio del agua, no tanto por lavarse los dientes con el grifo abierto sino por tantas casas adosadas con jardines en un clima no apto para gastar tanta agua en ese verdor distintivo del poder económico o hipotecario. No hablemos de campos de golf, de piscinas privadas o de esas extensiones arbóreas que disimulan mansiones.
Ya ves, siempre igual. La culpa es de ducharse dos minutos más, de la lavadora o de regar dos macetas. O de los pocos labradores que son tan osados que riegan siguiendo la tradición porque nadie les ha explicado otro sistema. Ellos, culpables, ellos que son los últimos jardineros del campo.
Si ese hueco no se llena, todos pagaremos las restricciones. Piensa que en todos también deben estar aquellos,aunque seguro que menos que la mayoría. Esto sí que da una enorme pena.

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